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La selección en la educación


El proyecto gubernamental de la nueva LOCE ha sido criticado desde diversos ángulos, aunque las opiniones tienden a concentrarse en dos temáticas: la selección y el lucro. La actual legislación permite la selección, como también admite el financiamiento público de instituciones educativas con fines de lucro. Se lleva más de 25 años operando en estas condiciones y los resultados no han sido muy exitosos. En términos globales nuestro sistema educativo es de baja calidad, dejando mucho que desear.



Junto a ello, en vez de contribuir a generar un país más inclusivo, más integrado y homogéneo, ha contribuido decisivamente a generar un país con más desigualdad y exclusión social. Un sistema educacional que en vez de aportar a la competitividad que la realidad mundial nos exige, es más un lastre que dificulta nuestro acceso al desarrollo.



El proyecto apunta a eliminar la selección de estudiantes por parte de las escuelas porque es usada como mecanismo de discriminación y de exclusión. Nos interesan solo los iguales, los que se parecen, esta sociedad no acepta la diversidad, los distintos. Quien no sabe vivir en diversidad, no entiende de globalización. El tema no se remite a seleccionar, sino para qué se hace, y lo interesante es descubrir que los objetivos seguidos suelen ser sectarios, referidos a rendimiento y no construcción con otros de una sociedad para todos: incluyente y no expulsora. Al mismo tiempo, los establecimientos van siendo cada vez más distintos: tienen alumnos más parecidos entre sí y más desiguales respecto de sus vecinos. Incluso la selección por mérito es discutible, particularmente cuando de la educación básica se trata porque el rendimiento escolar viene heredado en parte importante de la familia, antes que de la escuela propiamente tal.



El resultado que emana de los mecanismos de selección en Chile no es otro que un país cada vez más fragmentado, en el que no nos vemos, topamos ni conocemos. Importa consignar que existen evidencias que respaldan mayores niveles de aprendizaje por parte de alumnos cuando se encuentran en ambientes de alta diversidad. Es el caso de sociedades abiertas, tales como Finlandia, Suecia, Noruega, Holanda, Nueva Zelanda, etc.



Sin embargo, cuando la demanda por matrícula supera sus vacantes no cabe sino que seleccionar. ¿Bajo qué criterio? El más justo sería por sorteo, así no se mira la cara ni el historial de nadie, ni se coarta la libertad de elección de escuelas por parte de los apoderados ni la de enseñanza por parte de los establecimientos. También existe otra alternativa, la de las «cuotas»: un tanto por ciento de vacantes para pobres, otro tanto para discapacitados, y así sucesivamente. Así opera en países de mayor desarrollo, e incluso en el paradigma de país de muchos como es Estados Unidos. Allí una proporción de las vacantes es reservada para las minorías sociales. Se trata de incluir, no de excluir.



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Rodolfo Schmal. Ingeniero Civil Industrial, académico de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Talca.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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