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Lecciones del VII estudio nacional de drogas


El VII estudio nacional de drogas en la población general de Chile, 2006, del CONACE nos entrega varias lecciones a destacar. La primera lección, en cuanto a la evolución de la medición de consumo de drogas en el país, indica que en el corto plazo, entre 2004 y 2006, el consumo de marihuana -quienes han consumido en el último año- creció en un tercio -de 5.3% a 7.0%-, mientras que en el mediano plazo, entre 2002 y 2006, en algo más de un 40% -de 5.0% a 7.0 %-. Este es un período importante ya que corresponde a la ejecución de la Estrategia Nacional Sobre Drogas 2002-2008 y a la gestión del actual equipo del CONACE.



En tanto, en el largo plazo, entre 1994 y 2006, es decir durante la gestión de los Gobiernos de la Concertación desde la creación del CONACE a la actualidad, el consumo de marihuana prácticamente se duplicó con un crecimiento de 3,7% a 7,0%, y el uso de esta sustancia es el más significativo, ya que representa más del 90% del total del consumo de drogas ilícitas.



La segunda lección del VII estudio del CONACE indica que los chilenos, en cuanto al consumo de drogas, han desarrollado una gran capacidad de auto cuidado, ya que pese al vertiginoso crecimiento del consumo de marihuana, el de pasta base y de clorhidrato de cocaína han mostrado un pequeño crecimiento en el largo plazo, en algo menos del 5%, desde 1994 al presente, pero un significativo descenso de casi el 11% desde el 2002. Más aún, este sentido del auto cuidado se confirma en el caso específico del consumo total de cocaína, ya que si bien su uso creció en 45% desde 1994 a 2006, el consumo de base cayó en 27% en esos 12 años. En 1994 las poblaciones que habían consumido en el año ambas sustancias coincidían en un 0.8%,, mientras que en 2006 el consumo de clorhidrato era reconocido por el 1.2% de la población y el de base sólo lo era por el 0,6% de la misma. Los expertos consideran que el consumo de base es más perjudicial para la salud que el consumo de clorhidrato de cocaína y es conocido que el uso de marihuana es de menor riesgo que el de cocaína.



La tercera lección confirma que ni la pobreza ni la falta de educación es un factor de riesgo para el consumo de alcohol y drogas, ya que las personas más educadas, como los estudiantes universitarios, que consumen marihuana -21%- constituyen el triple de la población en general que lo hace, habiendo crecido aquel contingente en 35% de 20% a 27% desde el 2002.



Asimismo, el número de personas con altos ingresos que consumen marihuana más que triplica a las personas de bajos ingresos que también lo hacen. Además, entre 2004 y 2006 se ha duplicado el consumo de alcohol en personas de altos ingresos, llegando al 73% ,mientras que sólo el 50% de aquellas de bajos ingresos lo han hecho en el último mes.



La cuarta lección señala que, pese a todo el griterío que hay sobre la relación entre el uso de drogas y las conductas delictivas, mientras el consumo de todas las drogas en conjunto -marihuana, base y clorhidrato de cocaína- aumentó en 43% entre 2002 y 2006, según la III Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana del INE y Ministerio del Interior, entre 2003 y 2006 los delitos disminuyeron en un 11%.



Situación similar a los Estados Unidos de América. Allí, en los últimos veinte años -1984 a 2004- el uso de drogas y el delito se comportaron de manera contrapuesta. Así, mientras los delitos contra la propiedad se elevaron un 41% entre 1984 y 1993, en igual período el uso de drogas disminuyó 38%. En tanto, desde 1994 a 2004 aquellos delitos disminuyeren 52% y el uso de drogas creció 38%.



Finalmente, es necesario tener presente que en 2004 el 97% de la población entre 12 y 64 años no había usado droga ilícita alguna en el último mes y probablemente el 99% no la usó en la última semana. Para el año 2006, el CONACE aún no ha hecho pública esa información.





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Ibán de Rementería. Corporación Ciudadanía y Justicia. Red Chilena de Reducción de Daños

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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