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Exportaciones y políticas cambiarias


Como efecto de la reestructuración económica mundial, muchos países que antes eran crónicamente deficitarios, ahora están acumulando fuertes excedentes en moneda extranjera. Del «manejo de la deuda externa», el centro de gravedad de la política económica ha girado hacia el «manejo de las reservas internacionales». Algunas naciones están utilizando este viraje internacional para fortalecer su posicionamiento económico mundial. Otros, entre ellos Chile, siguen sin saber cómo ubicarse en el nuevo ambiente global.



Para empezar, es necesario caracterizar la transformación económica mundial aludida. En síntesis, ella consiste en que el «bloque deficitario» se ha trasladado de los países en desarrollo o «emergentes» a un reducido grupo de países desarrollados. Los mayores déficit se concentran ahora en los Estados Unidos; le siguen España, Gran Bretaña, Francia, Australia e Italia. Estos países acumularon en 2006 un déficit en cuenta corriente equivalente a cerca de 2.000 billones de dólares, con tendencia creciente. Así, ha comenzado a surgir la visión apocalíptica sobre los «graves desequilibrios» mundiales, propagada por los mismos que antes, cuando el bloque deficitario estaba en el sur, los consideraban lo más normal del mundo.



Paralelamente, han aumentado las reservas internacionales. Desde el año 2000, estas se han casi triplicado, llegando según datos del Banco de Pagos Internacionales hacia fines de 2006 a más de 4.300 billones. De esto, casi un 25% corresponden a China, otro tanto a Japón y Taiwán, mientras que el resto recae sobre el resto de Asia (647 billones), Latinoamérica (271), países del Medio Oriente (178), Europa Oriental (181), y otros países industrializados (334).



De manera no anticipada, el traslado del block deficitario hacia el norte ha creado así un dilema novedoso para las políticas de desarrollo. Este se puede reducir a la pregunta: ¿Qué hacer con los excedentes monetarios internacionales? El desafío está ubicado en dos niveles: en la política cambiaria propiamente tal, y en la inversión de los recursos respectivos.



En cuanto a la política cambiaria, entre los países con crecientes excedentes monetarios pueden distinguirse, en lo fundamental, dos respuestas. China ha seguido junto con la mayoría de los países asiáticos una política de sustento de su propia moneda. Según Stephen Jen de Morgan Stanley (12-01-2007), la mitad de las intervenciones en los mercados cambiarios corresponden a China; la otra mitad a los países exportadores de petróleo. Esto les ha permitido mantener la competitividad del sector exportador, que sigue creciendo con tasas inusitadas. Los recursos absorbidos por el estado no se están «esterilizando», como afirman muchos, sino se están utilizando en planes de inversión pública en infraestructura y otros sectores de la economía, con una fuerte ampliación del crédito. Es esta la base sobre la cual se construye la competitividad y hegemonía mundial futura no sólo de la industria, sino el conjunto de la economía China – y asiática, habría que agregar. Un esquema similar están siguiendo la mayoría de los países exportadores de petróleo del Medio Oriente (como también Rusia).



En el otro extremo están los países latinoamericanos. Aquí Brasil da la pauta, y Chile le sigue con mayor ortodoxia. Si bien no hay políticas orientadas a detener el aumento de las reservas internacionales, tanto los Bancos Centrales como las autoridades de gobierno han perseguido sistemáticamente una apreciación de la moneda y un control inflacionario mediante fuertes superávit fiscales y aumento de las tasas de interés. Como consecuencia se ha reducido el ritmo de crecimiento económico, con un deterioro de las condiciones de inversión. Estás podrían tonarse dramáticas si estas políticas son acompañadas, como aconseja el FMI en la última edición de Perspectivas de la economía mundial (octubre de 2007), por una reducción del gasto público, como supuesto remedio para contrarrestar la apreciación de la moneda.



También en la inversión de las reservas internacionales se manifiestan las diferentes estrategias. Mientras un grupo de países excedentarios se apresta a conformar poderosos Fondos Soberanos de Bienestar (FSB), capaces de manejar estos recursos en beneficio de su mayor acumulación productiva, otro grupo se contenta con entregar este manejo a fondos que están totalmente fuera de su control. Según cálculos del Morgan Stanley, en 2015 los FSB podrían disponer de un capital equivalente a 15 trillones de dólares , mientras que las reservas internacionales en ese año no llegarían a los 8 trillones de dólares.



En definitiva, mientras algunos países, junto con acumular reservas internacionales, no sólo están creando una fenomenal infraestructura productiva y social, sino acumulando los recursos para hacerse dueños del capital accionario y poder influir sobre los mercados financieros del mundo, otros prefieren contentarse con una estabilidad financiera momentánea profundamente estéril.



*Economista y politólogo

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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