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La energía nuclear no es para Chile

Lo principal en nuestra política energética debiera ser una profunda campaña de Estado en eficiencia energética, el único problema en esto, es que la energía en Chile hoy es mayoritariamente un negocio de privados, y que los consumidores sean eficientes mermará notablemente su negocio…


Por Pedro Serrano*

En la discusión pública sobre el tema nuclear salta a la vista que sus componentes políticos son fundamentales. De hecho, el acuerdo primigenio de la Presidenta Michelle Bachelet con las ONG´S ambientales era que el tema no se tocaría y finalmente por las evidentes presiones de distintos sectores que incluyen una vuelta en 180° a su propio  partido, el PS, el tema se tocó igual con una leve salvedad, sólo se harían los estudios pertinentes. Una de las razones por las cuales Terram  y otras ONG refutaron el acuerdo.

Hacer estudios es por supuesto necesario y procedente, pero hacer estudios para ver cómo se hace, es distinto de hacer estudios para decidir antes que nada si se hace o no. Me imagino que por asuntos de seguridad del Estado, esto debiera ser una decisión política del Estado chileno y por lo tanto, como el Estado es democrático, la decisión de si se hace o no se hace corresponde a un procedimiento informado, habilitado y transparente. Peligroso asunto, cuando nuestra experiencia actual y tangible es que personeros de Estado pre-aprueban desde si mismos proyectos que aún no cumplen con sus trámites, incluidos las ambientales, como lo es el caso de las posibles represas en Aysén.

Otro asunto importante, es que la energía nuclear en este caso es sólo para producción eléctrica, fundamentalmente para engrosar el sector termoeléctrico, que en un año normal puede alcanzar el 50% de la electricidad que usamos  y con suerte un 10% del total de la energía que Chile consume. La primera gran falacia que circula es que una central nuclear solucione los problemas energéticos de Chile. Ni soñando, sería siempre marginal, no llegaría ni al 3% estimado. Digo una, porque con suerte podrían construir una.

Si a usted  lectora o lector  le entregase una pequeña caja metálica, sólida, hermética, sellada y le dijese que está llena con el peor de los virus que puede imaginar y que su toxicidad durará los próximos 5.000 años  ¿me aceptaría en encargo de guardarlo en su casa y heredarlo a sus hijos y nietos? Los agentes del sector nuclear juran que el asunto es seguro y limpio, lo cual es completamente falso, puesto que no hay tecnología disponible  para dicha seguridad, menos en un país volcánico, sísmico, tsunámico. ¡Los próximos 5.000 años!… ¿Aceptaría traer a su casa, Chile, este paquetito? Para los que alegan la falacia que es una energía limpia frente al calentamiento global, se agrega además la contabilidad de CO2 que produce todo el proceso que concurre a ella, que no es nada menos e incluso comparable con una central de carbón.

Si le asignamos a los estudios necesarios unos tres a cinco años, un año a la supuesta campaña democrática y entre 5 y 10 a la construcción del modelito accesible, resulta que el asunto estaría disponible después del 2020, con extrema suerte. La demanda eléctrica sube hoy y mañana, los próximos cinco años, por lo tanto, lo nuclear responsablemente asumido, como quiera que sea      ¡ya llegó atrasado!, no hay caso. Ni se les ocurra aceptar una «central express».

Chile tiene una eficiencia energética cómo país estimada del 65%, de acuerdo a históricos estudios en los balances de la CNE.  Del total de la energía que usamos se pierde el 35% o sea tres veces más que el total del actual aporte termoeléctrico. Si iniciásemos hoy día una campaña de eficiencia energética, seria y contundente eso sí, para recuperar la mitad de las pérdidas, resultaría que hablar de lo nuclear no tendría sentido…que quede grabado: lo principal en nuestra política energética debiera ser una profunda campaña de Estado en eficiencia energética, el único problema en esto, es que la energía en Chile hoy es mayoritariamente un negocio de privados, y que los consumidores sean eficientes mermará notablemente su negocio, así que ojo con las presiones de todo tipo en las decisiones políticas.

Un tema interesante es el tamaño de la menor de las plantas nucleares  posibles y viables en el marco económico, los cálculos indican que si una central de ese tamaño concentrada en un solo modo se detiene por falla o mantención, el resto del sistema interconectado no estará preparado para suplirla y se puede caer el sistema.

La otra verdad irrefutable es que dado que el tema perdió vigencia en los últimos 20 años, no tenemos en Chile los profesionales adecuadamente formados en el tema de generación eléctrica con energía nuclear y eso tomaría mínimo 6 años más, con el agravante de que el tema no está decidido aún. ¿Quién va a hipotecar su futuro doctorándose en algo que en teoría podría no resultar?

Finalmente alguna vez se habló de la independencia energética de Chile. Pues el combustible para el reactor tendremos que importarlo, ningún país del tercer mundo nos recibirá sus desechos, desechos que serán lo único nuestro.  La tecnología evidentemente no la dominamos, no es nuestra, por lo del párrafo anterior probablemente debiéramos contratar técnicos extranjeros, lo nuclear será de una dependencia mucho peor que la que ya tenemos con el petróleo importado, no gracias.

Además con nuestra hiper-economía de supermercado, casi sin controles, es fácil imaginarse a un Mr. Berns local dueño de la famosa central y a un Homero Simpson en los controles. Todas las fallas anotadas en el  historial terrestre de energía nuclear han sido fallas humanas.

Por supuesto, colocar aquí el asunto de la interesante oferta chilena a corto plazo de  las energías renovables y otras cosas ya muy machacadas y sabidas, no hace falta: la energía nuclear para producción eléctrica se cae solita, «no es opción para Chile».

*Pedro Serrano es presidente Fundación Terram, académico de la UTFSM.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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