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Negociación colectiva y crisis económica

Sí le resulta difícil creerlo, veamos si es cierto ¿Puede la negociación colectiva promover en las empresas decisiones de ajuste distintas al despido masivo de trabajadores? Hoy por hoy, una empresa con dificultades enfrenta el ingrato escenario de pedirle sus trabajadores que acepten una…


Por Diego López*

El anuncio del gobierno de posponer el proyecto de ley para mejorar la negociación colectiva, parece hacerse eco del clamor de las influyentes organizaciones empresariales, opinólogos y muchos políticos profesionales, para quienes la negociación colectiva tiene que ver con la redistribución y en realidad los tiempos de crisis no son para repartir sino para aguantar el temporal. Es con las vacas gordas cuando los sindicatos pueden pedir más; con vacas flacas hay que cuidar el empleo. En tiempos de crisis, por tanto, hay menos que negociar. Ya se verá de qué forma los trabajadores pueden beneficiarse del crecimiento económico; ahora hay que concentrarse en combatir el desempleo.

Pero eso no es del todo cierto. La negociación colectiva es, en efecto, la oportunidad que tienen todos los trabajadores (no sólo los más productivos y calificados) de mejorar salarios y aumentar beneficios, aprovechando de ese modo parte de los resultados que la empresa obtiene con el esfuerzo de sus empleados. Pero también es una herramienta para organizar el trabajo empresarial e implementar ajustes y cambios en el proceso productivo. Ninguna ley será mejor para adaptar las empresas que los acuerdos que adopten los propios involucrados en cada lugar de trabajo. Una decisión empresarial de ajuste que no sea previamente conversada con los trabajadores, muy probablemente tendrá mayores problemas de aplicación por desacuerdos o resistencias de quienes sean afectados por ellas, ya que las empresas, al no tener que involucrar a los trabajadores en sus decisiones, buscarán el beneficio propio, que no siempre coincide con el beneficio de sus trabajadores.

Se trata pues de un mito: la negociación colectiva sí puede ser útil, y mucho, en tiempos de crisis. De hecho, los grandes acuerdos laborales en países desarrollados precisamente se adoptaron para enfrentar crisis económicas.

Sí le resulta difícil creerlo, veamos si es cierto ¿Puede la negociación colectiva promover en las empresas decisiones de ajuste distintas al despido masivo de trabajadores? Hoy por hoy, una empresa con dificultades enfrenta el ingrato escenario de pedirle  sus trabajadores que acepten una reducción de su salario bajo la amenaza del despido. Los trabajadores que no acepten ganar menos por el mismo trabajo, pondrán a la empresa ante un dilema: mantenerles la remuneración ó despedirlos pagándoles indemnización por años de servicios. Este escenario provoca un ambiente enrarecido de sálvese quién pueda dentro de la empresa, bajándoles la remuneración a unos, echando a otros y judicializando los despidos que no se paguen. Altos costos, miedo, desconfianza y conflictos legales de resultados imprevisibles: la peor forma de implementar ajustes en una empresa.

Pero si la empresa tuviera sindicato y negociación colectiva, podría negociar acuerdos que sirvieran como alternativas al despido: rebajar transitoriamente el salario fijo o variable de los trabajadores o reducir las jornadas de trabajo. El proyecto de ley del gobierno podría incluir otras materias de ajuste a negociar colectivamente: redistribuir los días de trabajo y de descanso, postergar días de descanso, adoptar un banco de horas extras que los trabajadores se comprometen a realizar, etc. Si estos acuerdos son negociados por sindicatos representativos y legitimados, disminuirán considerablemente la resistencia individual a los ajustes que se pacten con la empresa. No serían meras decisiones que impone la empresa a cada trabajador, dejándoles sólo la aceptación o el rechazo, sino compromisos de convivencia interna que involucrarían a todos los trabajadores sindicalizados.

Pero claro, eso supondría que las empresas compartieran las decisiones de ajustes con sus trabajadores: rebajar salarios ahora, pero a cambio de mejorarlos cuando la situación mejore; postergar algunos días de descanso, pero a cambio de conceder más días de vacaciones anuales. La negociación colectiva es un estupendo instrumento para compartir los esfuerzos de enfrentar la crisis, y también de compartir los resultados cuando se salga de ella.

En realidad, postergar la idea de reforzar la negociación colectiva concentra el esfuerzo de combatir el desempleo en lo que pueda hacer el gobierno y lo que accedan a hacer las empresas, sin promover la posibilidad de acuerdos que involucren compromisos compartidos entre empleadores y trabajadores. Los trabajadores deberán resignarse a confiar en el gobierno y en los empresarios, a esperar que a uno no le toque ser despedido y no extrañarse si el empleador pide un esfuerzo adicional, que no será premiado con beneficios futuros sino con la suerte de seguir empleado.  

*Profesor de Derecho, Universidad Alberto Hurtado

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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