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La adicción al fracaso en las políticas de drogas

Eduardo Vergara B.
Por : Eduardo Vergara B. Director Ejecutivo de Fundación Chile 21
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Por sobre todo falta pragmatismo. Los tabúes relacionados a las drogas nos han privado de tener un debate honesto y coherente.


La batalla contra las drogas ha sido un fracaso. Tanto en Chile y como en la mayoría de los países de América Latina los niveles de consumo y violencia relacionada siguen en alza. El crimen organizado producto del tráfico es uno de los problemas más graves en Latinoamérica. Un problema que al ser encubierto por los Estados, que no generan información y marginan a consumidores y adictos, conciben un espacio oscuro que fomenta la ilegalidad. La falta de pragmatismo y coherencia en las políticas junto con los esfuerzos represivos y prohibicionistas bien podrían pasar a la historia como uno de los errores más costosos en lo que a elaboración e implementación de políticas públicas se refiere.

Por sobre todo falta pragmatismo. Los tabúes relacionados a las drogas nos han privado de tener un debate honesto y coherente. Aún más, en sociedades donde las elites son altamente conservadoras y cínicas, como la chilena, la discusión no es solo precaria, sino que el uso de drogas está circunscrito a evaluación basada en dogmas similares a los que usa la iglesia para prohibir ciertos alimentos o prácticas.

[cita]Por sobre todo falta pragmatismo. Los tabúes relacionados a las drogas nos han privado de tener un debate honesto y coherente. [/cita]

Al comparar el año 2002 con el 2009, el número de detenidos por consumo en Chile se ha multiplicado por nueve, ocho veces por porte y los detenidos por cultivo, entre el 2006 y 2009, han aumentado en un 250%. De acuerdo al Ministerio del Interior, más del 95% de todos lo procedimiento policiales en materia de drogas corresponden a la figura de delito flagrante (sorprendido consumiendo) y apenas el 5% corresponde a operaciones orientadas al crimen organizado. Lo que llama aún más la atención, es que en estos arrestos se usa el microtráfico como objeto de persecución penal, violando garantías constitucionales básicas al presumir que consumidores son traficantes. 8 mil chilenos fueron detenidos por porte entre el 2002-2008: el estado gasta valiosos recursos en perseguir y reprimir a quienes simplemente se están fumando un pito.

Independientemente de los esfuerzos represivos, desde 1994 los chilenos consumen considerablemente una mayor cantidad de sustancias. El aumento más grande se encuentra en el consumo de marihuana con un 32.8% seguido por el de cocaína y pasta base con un 8.6% (lo sigue el alcohol con un 17.3%, Tabaco 4.6%).

Una mayor represión no ha sido causal de reducción. Evidencia empírica de diversos estudios (ver Cohen y Hendrien, 2001) muestran que las políticas antidrogas no han producido efectos reductivos en los patrones de consumo de diversos países estudiados.

Primero que todo debemos terminar con las generalizaciones. No es lo mismo consumir marihuana, cocaína, heroína u otras drogas; cada una requiere estándares especiales. El consumo de marihuana debe ser regulado. Lo que implica el desarrollo de los espacios básicos para que los ciudadanos puedan elegir actuar con responsabilidad y sin miedo a ser perseguidos y estigmatizados. En segundo lugar, debemos abordar el tema como un problema de salud pública y no delictual. Urge formular un nuevo plan de drogas que dependa del Ministerio de Salud, y no del Ministerio de Interior. Con esto podremos disminuir el mercado negro, aumentar la calidad del producto y fomentar que sin temor quienes presenten problemas, se acerquen a buscar ayuda. Tercero, debemos quitar el foco sobre el consumidor y enfocar los esfuerzos y represión sobre el crimen organizado y las pandillas que se siguen robusteciendo en las poblaciones y muchas veces reemplazando el rol que debiera cumplir el Estado.

Mientras la problemática en torno a las drogas ha sido exiliada al segundo plano, quienes pensamos de manera progresista vemos con preocupación y gran sentido de urgencia la necesidad de articular un debate serio y pragmático que derive en la elaboración de nuevas políticas acordes a nuestra sociedad. Uno de los tantos puntos vagamente mencionados por el Presidente Piñera el pasado 21 de Mayo se refería a este tema. Lamentablemente para él, consumidores y criminales van en el mismo saco, para así generar cifras alarmantes. Una visión miope y conservadora, sobre un tema que requiere mayor atención, pragmatismo y debate.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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