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Las hijas de los generales que se disputan la Presidencia de Chile

Paula Larraín
Por : Paula Larraín Periodista y ex conductora del noticiero central de DRTV del Reino de Dinamarca.
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Dos mujeres, ambas hijas de recios generales, se enfrentan en las próximas elecciones presidenciales en Chile. Sus entrelazadas historias parecen sacadas de una novela de Isabel Allende. Aunque cada una se sitúa en el lado opuesto del espectro político, tienen en común muchos aspectos, entre otros, el ser líderes políticos femeninas en un país tradicionalmente patriarcal.

Isabel Allende no podría haber escrito mejor esta historia en una novela. Dos niñas de casi la misma edad juegan juntas como pequeñas. Sus padres son colegas, oficiales de la fuerza aérea, hábiles pilotos. El caos político se apodera de su país, los militares asumen el poder y ambos oficiales se encuentran en los lados opuestos del conflicto. Uno de ellos es detenido y torturado hasta la muerte, el otro es acusado, años más tarde, de ser responsable de la muerte de su colega. Las hijas crecen en condiciones muy disímiles y ahora luchan entre sí por alcanzar la presidencia de su país.

Podría creerse de que se trata de una ficción, sin embargo es la desnuda verdad que se encuentra detrás de la elección en la próxima primavera chilena. La historia de ambas contendientes es la historia misma de Chile contada a través de dos mujeres que exponen acerca de la cadena de éxitos en el progreso democrático y económico del país, luego de los 17 años de dictadura que experimentó en las décadas de 1970 y 1980.

Por un lado está Michelle Bachelet, 61 años. Ella es, por mucho, la candidata más popular y probablemente será elegida máxima líder política de Chile. Lo fue antes como la primera mujer investida Presidente en Chile, por el período 2006-2010. Solamente la regla que impide la reelección sucesiva de presidentes, evitó que ella siguiera a cargo de la primera magistratura. Ello por su gran popularidad, que aún conserva, en un país no precisamente conocido por su vocación feminista, en absoluto.

Ella es socialista del tipo socialdemócrata y, como cientos de miles de sus compatriotas, debió pagar un alto precio por sus ideas, bajo la dictadura militar. Su padre fue asesinado, ella misma fue detenida, maltratada y obligada al exilio. No obstante la adversidad, logró educarse como médico pediatra y llegó a ser presidenta del mismo país que tanto daño le causó. Con tal bagaje de experiencias es que fue elegida la primera vez y, con mucha probabilidad, será el acervo que la hará triunfar nuevamente.

La derecha chilena presenta como competidora de Bachelet a una mujer más o menos de la misma edad. Se llama Evelin Matthei, de 59 años, hasta hace poco ministra del trabajo del gabinete del Presidente Sebastián Piñera. Tal como su padre, ella fue ardiente partidaria de Augusto Pinochet durante su dictadura, y lo sigue siendo.

Su padre fue, poco después del golpe militar, miembro de la junta militar que gobernó al país con mano de hierro en contra de los opositores de todo tipo. Educada economista, ella es todo lo contrario de una rosa delicada. Es conocida por emplear un lenguaje de estibador, si la ocasión lo amerita, y se autodefine como “chúcara” —una yegua indomable. Ella había pensado abandonar la política, pero por circunstancias fortuitas, se vio lanzada a la lucha en reemplazo del candidato titular de la derecha que debió retirarse de la contienda afectado por una depresión.

Los fantasmas del pasado que continúan apareciendo

La transición a la democracia en Chile se ha llevado a cabo de manera pacífica, acompañada por un largo y discreto proceso judicial relativo a las violaciones a los derechos humanos en el pasado. Este proceso continúa su marcha hasta el día de hoy.

Las nuevas generaciones prefieren dejar el pasado atrás para concentrarse en el futuro. No obstante, será difícil librarse de los fantasmas del pasado en la dura campaña electoral que se inicia. “Va a ser un inevitable viaje al pasado”, asegura un analista político a la Associated Press.

Las dos mujeres han afirmado que no utilizarán el pasado como argumentación de lucha. Sin embargo, ha emergido ya el primer conflicto. El padre de Matthei ha sido llamado a declarar ante los tribunales por el eventual rol que le cupo en la muerte del General Bachelet. Ello ha gatillado una reacción por parte de la candidata Matthei que ve la mano de su contendora en la trama judicial.

Tanto el pasado dictatorial como los procesos judiciales que aun persisten separan a las candidatas tanto como sus ideologías. Una promete luchar a favor de una mayor igualdad económica- por ejemplo, proveer educación gratuita para todos, mientras que la otra es partidaria de mantener el sistema de educación privada, tal como es hoy día.

Si hay algo en la cual ambas candidatas están de acuerdo es en la necesidad de un cambio profundo a las estructuras patriarcales que aun perduran en la sociedad.

Como lo expresó Matthei en una entrevista con CNN:

“Dudo que los hombres estén conscientes de cómo se discrimina a la mujer en la vida diaria. Es algo profundamente asentado en la cultura, que es solapado y que raramente se discute abiertamente”

Bachelet tampoco se queda atrás al momento de blandir la bandera femenina. Como lo afirmó al comienzo de su período de gobierno:

“Siempre he dicho, que si una mujer es capaz de parir, también puede aguantar lo que sea. Vamos a gobernar con fortaleza”

En otras palabras, fortaleza no es un problema para las hijas de los generales. Y una revisión de la cultura machista chilena es lo que ya está en curso en una campaña electoral en donde los chilenos tendrán que elegir entre dos verdaderas mujeres.

(*) Texto publicado en Red Seca

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