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Ciudadanía ahumada

Por: Luis León Cárdenas Graide, ingeniero Civil en Computación


Señor Director:

Mientras nos seguimos dando el lujo de tolerar el uso de leña para calefaccionar, la que contamina 500 veces más que otros medios más caros —con el subyacente problema de inequidad económica que ello conlleva— y da cuenta del 49% de los contaminantes particulados, durante la decretada emergencia ambiental pudimos gozar de una ciudad significativamente menos congestionada —y, también, menos contaminada, en la cuota que al transporte le corresponda—.

Al haber dejado en casa al 40% del parque automotriz —volumen absoluto que sigue creciendo cada año—, este sorpresivo, aunque esperable episodio de restricción, sirvió para percibir el contraste que significaría la promoción de una política pública que fortalezca al transporte público como la alternativa eficiente que debiese ser al actual sistema tan fuertemente particularizado. ¿Por qué, sabiéndose, no se ha solucionado?

Mientras nos matamos a punta de humo y accidentes viales, con leña se calefacciona la conducción política en beneficio de ciertos intereses particulares allá donde el smog todavía no deja ver.

Dada la emergencia, la ciudadanía debería pasarles al menos una multa por no saber cautelar ciertas restricciones. También les sobrevuelan otros helicópteros.

Luis León Cárdenas Graide
Ingeniero Civil en Computación, Universidad de Chile

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