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Investigación y excelencia

Por: Ricardo Segovia, Cristian Undurraga y Felipe Villanelo


Señor Director: 

Desde la última gran reforma al sistema de investigación, la política científica en Chile ha estado vertebrada por la ideología de mercado. Esta reforma se fraguó entre los años ‘79 y ‘81 en una comisión compuesta por miembros de la Odeplan y el Ministerio de Hacienda de la Dictadura cívico-militar. Los principios e interpretaciones ideológicas que sostienen esta reforma no fueron discutidos fuera de dicha comisión ni recogieron las ideas de la comunidad de investigadores e investigadoras, pues la democracia universitaria estaba interrumpida, las universidades dirigidas por militares y los institutos públicos asfixiados.

La principal transformación que introdujo la reforma dictatorial fue el cambio del sujeto de financiamiento, que pasó desde las instituciones de investigación hacia los individuos investigadores. Esta adopción de un modelo subsidiario dirigido a particulares es lo que articula nuestro sistema de investigación con el resto de las transformaciones que dan forma a la implantación del neoliberalismo en Chile.

La articulación más obvia (pero no la única) de este nuevo modelo fue con la apertura del mercado universitario, pues esta reforma abrió un flujo de financiamiento público a la investigación en las universidades empresariales que empezaron a florecer después de la reforma educacional del ‘81 y forzó al área de investigación de las instituciones públicas a entrar en las lógicas de la competencia entre individuos. En perspectiva, la captura de subsidios públicos por parte de particulares alojados en instituciones privadas ha crecido sostenidamente durante estos últimos 35 años, superando en muchos casos a universidades estatales regionales e institutos públicos de investigación.

Probablemente el cambio cultural más importante que introdujo la reforma neoliberal es el que queda bajo la noción de excelencia. Mientras en un modelo de financiamiento institucional, la excelencia es entendida como un objetivo a alcanzar; en un modelo de subsidios a particulares, la excelencia se entiende como una variable en la competencia por recursos. Así, queda atrás la idea de financiar Departamentos, Centros, Institutos o Universidades para alcanzar la excelencia, y se reemplaza por la idea de que se debe financiar a particulares basándose en su excelencia curricular. Esto da pie a una serie de vicios en los indicadores y de sesgos en los objetos de estudio.

Hoy, cuando se discute la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología y una nueva ley de Universidades, los agentes interesados en mantener el flujo de recursos públicos hacia instituciones privadas, a costa del desmantelamiento de la Universidad Pública, apelan a la idea neoliberal de excelencia: la excelencia como un atributo individual para la competencia. Nuestro llamado es a cuestionar esta idea y recuperar la noción de que la excelencia es una meta a alcanzar de manera cooperativa y que para hacerlo necesitamos asignar los recursos de la manera más inteligente posible. Chile puede y debe contar con un sistema público de universidades e institutos de excelencia, capaz de impactar en la investigación de vanguardia a nivel mundial, de aportar con conocimiento a la resolución de los problemas del país, y de ayudar a expandir la cultura científica en la población.

Ricardo Segovia, Investigador Postdoctoral. Militante Izquierda Autónoma
Cristian Undurraga, Investigador Postdoctoral. Militante Revolución Democrática
Felipe Villanelo, Investigador Postdoctoral. Militante SOL

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