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Celebremos a nuestros niños

Por: Raúl Perry


Señor Director:

Agosto es el mes de los niños, con el tiempo la efeméride se ha transformado en una nueva oportunidad para el comercio. Inundamos la publicidad con avisos de juguetes y dispositivos electrónicos, a través de los cuales muchos padres tratamos de comunicarles a nuestros hijos que los amamos y nos preocupamos por ellos. La Asamblea General de Naciones Unidas, desde el año 1956, recomienda que cada país establezca un día para recordar que nuestros niños, niñas y adolescentes son sujetos de derecho. Qué duro, qué irónico resulta entonces que, a pocos días para la celebración oficial, se dé a conocer el informe de la ONU sobre Sename.

Decir que el informe no transmite nada nuevo es cierto, pero también es desconcertante. Después del informe Jeldres, la comisión Sename I y Sename II de la Cámara de Diputados, el informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos y la intensa cobertura que en prensa se le ha dado al tema, sabemos que el Estado ha violado sistemáticamente los derechos humanos de nuestros niños, niñas y adolescentes. Por eso esta información no resulta nueva. Lo que es desconcertante es ver pasar el tiempo y no establecer las medidas que son necesarias para que este fenómeno termine. Desde el año 2015, en el que el Ministerio de Justicia declaró que el 15,7% de los niños eran internados sin claridad de las causas, podríamos haber avanzado en un marco de soluciones, pero seguimos estáticos e inmóviles, concentrados en el diagnóstico y no en las soluciones, diseñando intervenciones que van desde lo más alto de la estructura administrativa, sin enfocarnos en lo que se requiere en las residencias y en los programas ambulatorios. Nos ha tomado años entender que la familia puede y debe ser un actor esencial en el proceso de reparación de los derechos de estos niños, y que por lo tanto no puede quedar fuera de la intervención; que la pobreza no puede ser una causa para estar institucionalizado; que los niños requieren ser representados en tribunales por abogados competentes para que se vele por su mayor interés; que el diagnóstico debe tomarse en serio porque repercute en el destino de un niño, en su derecho de vivir en familia y en el desarrollo que vaya a tener en el futuro; que el problema no puede relegarse solo a un servicio, porque la realidad de cada niño, niña y adolescente y su familia requiere que sea abordado por los responsables de educación, salud, vivienda, etc.

Según el informe de la ONU, los derechos de los niños se han estado vulnerando desde hace más de 40 años. Esto quiere decir que miles de niños han pasado por un sistema que les ha dejado una huella imborrable en su desarrollo, y junto a ellos, familias enteras que han sufrido por las consecuencias de un sistema que no hemos querido mirar de frente y asumirlo en su totalidad. Estamos ante la exclusión en su expresión más pura: aquello que queremos mantener aparte, invisible, inexistente. ¿Podemos acaso embotar nuestros sentidos con los regalos que compraremos este fin de semana? Ya no es el momento. Como sociedad, debemos hacer conciencia de esta realidad: somos un país que no cuida a sus niños, y con ello hipotecamos nuestro futuro: el 43% de las personas privadas de libertad y una de cada cuatro personas en situación de calle pasaron por Sename. Es el momento de hacer un nuevo regalo a nuestros niños: un “nunca más” que llegue hasta todos los extremos de nuestra sociedad, un firme compromiso de exigir a nuestras autoridades, de forma transversal, un compromiso real con la infancia vulnerada y con la prevención de estas situaciones. Esta iniciativa, a la que todos debemos sumarnos, es probablemente el único y verdadero regalo que permitirá celebrar a todos los niños, niñas y adolescentes de nuestro país.

Raúl Perry, Director Social de Fundación San Carlos de Maipo

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