Publicidad
Obra “Tu amarás”: ¿Necesita enemigo? ¡Hágalo usted mismo! Crítica

Obra “Tu amarás”: ¿Necesita enemigo? ¡Hágalo usted mismo!

Una puesta en escena que narra los devenires de un grupo de médicos en un seminario, prontos a exponer sobre los ficticios amanitas, suerte de extraterrestres migrantes arribados a nuestro planeta y cuya convivencia con los humanos va escalando hacia un trato discriminatorio en la sociedad .Con una comicidad notable y diálogos muy inteligentes, la obra destaca entre las piezas que buscan indagar en el tema. Se agradece el sentido del humor, muy cercano a los juegos de confusión del lenguaje, de los cuales los Monty Python fueron padres fundadores. Ya decía Bolaños, que Sudamérica era el reino de los tontos graves y  por ello el gran hombre del arte de por acá para él era Nicanor Parra, debido al sentido del humor basal en su obra.


Clickeamos sobre el tutorial de la tienda de materiales de construcción y un tipo con pinta de constructor abc1, enfundado en su chaleco de corresponsal de guerra y al aire libre nos invita con sonrisa encantadora: “¡Bienvenidos, en este segmento les enseñaré a fabricar su propio enemigo con el kit que compraron, acompáñeme!”

Detrás se observa la piscina, la terraza, el perro fino medio boludo moviendo la cola al lado del quincho gringo, todo está dispuesto para que este bonachón nos explique: “Necesitaremos dos ingredientes insustituibles: nacionalismo y por supuesto un grupo social, étnico, ideológico, religioso o deportivo al cual odiar…elija usted.” Continúa, mientras empieza a abrir el kit adquirido en cuotas.

De estas materias habla la obra Tú Amarás del dramaturgo Pablo Manzi a cago de la compañía Bonobo y estrenada en el Centro Cultural GAM. Una puesta en escena que narra los devenires de un grupo de médicos en un seminario, prontos a exponer sobre los ficticios amanitas, suerte de extraterrestres migrantes arribados a nuestro planeta y cuya convivencia con los humanos va escalando hacia un trato discriminatorio en la sociedad.

En Tú Amarás las  interpretaciones de Gabriel Cañas, Carlos Donoso, Paulina Giglio, Franco Toledo y Gabriel Urzúa más el diseño a cargo de Los Contadores Auditores, nos desafían a tratar este tema donde todos creemos estar ausentes, sobre todo los médicos, quienes poseen un juramento hipocrático para no discriminar a sus pacientes.

Sin embargo, en el curso de la preparación de la exposición este grupo de galenos se va dando cuenta cómo en ellos sobreviven los prejuicios, temores y violencias hacia esta raza de alienígenas, quienes al inicio fueron acogidos con gran simpatía, pero con el correr del tiempo se convirtieron en materia de controversia por el desafío de integración que significan.

Con una comicidad notable y diálogos muy inteligentes, la obra destaca entre las piezas que buscan indagar en el tema. Se agradece el sentido del humor, muy cercano a los juegos de confusión del lenguaje, de los cuales los Monty Python fueron padres fundadores. Ya decía Bolaños, que Sudamérica era el reino de los tontos graves y  por ello el gran hombre del arte de por acá para él era Nicanor Parra, debido al sentido del humor basal en su obra.

[cita tipo=»destaque»]El enemigo es distinto a nosotros y no mantiene nuestras costumbres. El extranjero es un bárbaro, su defecto en el lenguaje es entonces un defecto de su pensamiento. Son aquellos cuya diversidad sería una amenaza, aunque no nos estén amenazando directamente. Eco ejemplifica ello con el repudio de los  anglosajones por los franceses, pues serían unos “comedores de ranas”, mientras  los alemanes rechazan a los italianos porque abusan del ajo. “Come viruta”, les decían los panaderos a los carpinteros en otros años por las calles de nuestras ciudades[/cita]

Si seguimos atentos el tutorial para conseguir nuestro propio enemigo, debemos atender a Umberto Eco. Éste nos explica cómo todos necesitamos conseguir un antagonista, pues los países,  sistemas, religiones o clubes, deben poseer un contrario y si éste aún no existe lo podemos fabricar, pues se trata de un elemento necesario  para definir nuestra identidad y medir el sistema de valores que nos han inculcado.

Un amigo argentino me decía hace años cómo era posible que en mi Valparaíso natal el club Wanderers no tuviera adversario en la ciudad. Él deseaba saber cuál era el equipo con el cual los wanderinos se agarraban a piñas por la plaza Victoria o en el barrio Almendral. No podía concebir la aberración de que TODOS los porteños fueran del Wanderers y no hubiera el clásico enemigo deportivo en la misma ciudad.

De nada sirvió explicarle sobre el Derby de la zona con el Everton de Viña del Mar. “No ché eso no es el enemigo, ésos son los vecinos, yo te pregunto por los maricones a los que hay que ir a chamuscarles la cancha en Valparaíso y son la contra del Wander”, insistió. Me sentí ñoño, tenía razón.

Según Umberto Eco, no sólo es importante observar cómo se crea un enemigo, también es menester atender cómo se cocina a fuego lento ese proceso de demonización del opuesto.

El enemigo es distinto a nosotros y no mantiene nuestras costumbres. El extranjero es un bárbaro, su defecto en el lenguaje es entonces un defecto de su pensamiento. Son aquellos cuya diversidad sería una amenaza, aunque no nos estén amenazando directamente. Eco ejemplifica ello con el repudio de los  anglosajones por los franceses, pues serían unos “comedores de ranas”, mientras  los alemanes rechazan a los italianos porque abusan del ajo. “Come viruta”, les decían los panaderos a los carpinteros en otros años por las calles de nuestras ciudades.

Pero para que la receta contra el enemigo esté completa, falta el ingrediente clave según nuestro conductor del Hágalo Usted Mismo (o Joróbese Usted Mismo) y ése es el famoso nacionalismo. Acá quien ayuda es George Orwell cuando nos dice en Notas sobre el Nacionalismo, que éste es el hábito funesto de “identificarse con una única nación o entidad, situando a esta por encima del bien y del mal y negando que exista cualquier otro deber que no sea favorecer sus intereses”.

Para él no es lo mismo el patriotismo, el cual sería una “devoción a un lugar determinado y a una determinada forma de vida que uno considera los mejores del mundo, pero que no tiene deseos de imponer a otra gente. El patriotismo es defensivo por naturaleza, tanto militar como culturalmente”. El nacionalismo por el contrario no puede vivir sin ansias de poder y un nacionalista es un pelmazo ávido de poder o prestigio para la nación  a la cual ha elegido  para diluir su patética personalidad.

Nos educan para ver en el otro a un enemigo, pero al mismo tiempo nos exigen amarlo, todo eso genera tensión constante, neurosis. Ya sea interno o externo, tendremos un enemigo. Yo por mi parte me pondré al día y declaro como mis enemigos a todos quienes legarán el baño sucio a su prójimo, se lanzan como tártaros sobre las bandejas en los cócteles, como también a ésos que dejan papeles sucios en el prado.

Obra Tu Amarás

Centro GAM, Sala N1 (edificio B, piso 2)

Hasta el 28 de abril. Mi a Sá – 21 h

Para mayores de 12 años

$ 5.000 Preventa Gral. $ 6.000 Gral. $ 3.000 Est. Y 3ed.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias