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Fernando Ampuero: «La realidad peruana es novela negra a tiempo completo»

Antes de llegar a Chile para participar en el encuentro Al Sur de la Palabra, a realizarse en Puerto Montt, el escritor y periodista peruano conversó con El Mostrador.cl y contó como la violencia limeña se mezcla en su ficción y últimamente en su vida.


Hace un poco más de un mes, Fernando Ampuero recibió una advertencia a través de uno de sus guardaespaldas: un disparo en el muslo. No es que es que el peruano, a lo Salman Rushdie, sea un famoso escritor que necesita moverse con un equipo de seguridad porque sus novelas despiertan iras en los lectores. Lo que despierta la ira es su trabajo periodístico.



Editor de la Unidad de Investigación del diario limeño ‘El Comercio’, Ampuero asegura que por trabajo se dedica a perseguir narcotraficantes y políticos y empresarios corruptos: "Ya no escribo serie negra, sino más bien la protagonizo", cuenta. Periodista de larga trayectoria en su país, también ha investigado un caso que aún tiene un capítulo en desarrollo en Chile sobre la turbia gestión de los hermanos Fernando y Lupe Zeballos en la aerolínea Aero Continente.



El año pasado, Ampuero se ganó el odio de los Zeballos por un artículo en que señalaba que la aerolinea tenía un acuerdo con el cartel Los Norteños para trasladar cocaína. Y aunque casos como ese ocupan una gran parte de su tiempo, también es un reconocido escritor en su país, que encuentra su mejor desempeño en el cuento: «El género literario por excelencia», a su juicio.



En ningún grupo



En ese género destaca el cuento «Taxi Driver sin Robert De Niro», y además su bibliografía -iniciada en 1972- Paren el mundo que acá me bajo, Deliremos juntos, Malos modales, Bicho raro, todos libros de relatos. Aunque con menos suerte en la novela, su libro Caramelo Verde (1992) tuvo una muy buena acogida de crítica y público en su país. Aunque no adelanta el título o el tema de su nueva entrega, en junio de este año editará un nuevo libro por Alfaguara.



Aunque suele ser ubicado dentro de un grupo de escritores peruanos como Alonso Cueto, Mirko Lauer, Carlos Herrera, entre otros, Ampuero asegura que no pertenece a ningún grupo. «Si alguien dice eso, se debe quizá a que me ve fotografiado en los diarios alternando con muchos amigos escritores. Y es que tengo muchos amigos escritores: Alonso, Mirko, Alfredo Bryce y muchos otros, y pienso que cada cual está en lo suyo. ¿Qué hago yo? No lo sé. Me gusta pensar que mis relatos reflejan una suerte de realismo existencial»



El narrador su sumará al encuentro Al Sur de la Palabra, el que reunirá esta semana en las principales ciudades de la X Región a escritores como el argentino Mempo Giardinelli, el peruano Fernando Ampuero, el uruguayo Mario Delgado Aparaín y el italiano Danilo Manera, entre otros. A ellos se agregan cerca de 50 autores chilenos, entre los que se cuentan Pía Barros, Poli Délano, Ramón Díaz Eterovic, Diego Muñoz Valenzuela, Ana María del Río, Pablo Azócar, Alejandra Costamagna, Jaime Valdivieso, Flavia Radrigán, Sonia González, Jaime Collyer.



El nulo intercambio literario



– Hasta ahora, en Chile su nombre circula básicamente en un grupo literario y sus libros no son fáciles de ubicar en librerías. ¿Cuál es su impresión del intercambio literario en Latinoamérica?

– Yo diría que el intercambio es casi nulo. Los autores de América Latina suelen ser mayoritariamente escritores secretos. Gracias a Dios existen los congresos universitarios, las ferias de libros.



– Pese a ello, vienes a Chile para un encuentro de escritores que se realiza en Puerto Montt.
– Y, bueno, mejor es venir que no venir, ¿no?, pues por ahí alguien se interesa por mis libros. De otro lado, conozco algo el sur de Chile, que ciertamente es una región maravillosa, y este es otro factor que explica mi presencia en Puerto Montt. Hace años pasé por los glaciares de San Rafael y luego fui más abajo, a Punta Arenas y al ventisquero de Garibaldi, donde casi perezco en un naufragio. Hasta hoy sueño con témpanos que se cierran y me impiden salir a la superficie.



-¿Cómo surgió la invitación al encuentro Al Sur de la Palabra? ¿Se mantiene en contacto con autores chilenos?
– Por azar. Estaba tomando unos vinos con un gran amigo, el poeta Antonio Cisneros, y de pronto se acercó Poli Délano, lleno de simpatía y comentarios inteligentes. Charlamos mucho y congeniamos. En cuanto a mi contacto con escritores chilenos, he tenido algunos, sí, aunque bastante efímeros. Estuve invitado a una feria del libro en Santiago y conocí a (Roberto) Bolaño, (Arturo) Fontaine, (Alberto) Fuguet, (Carlos) Franz, todos muy buenos escritores. Recuerdo también a un ceñudo Gonzalo Contreras, un escritor interesantísimo.



Un festín de trapos sucios



– En Chile también su nombre suena en algunos círculos periodísticos, básicamente por haber investigado temas relacionados con Aero Continente, que en Chile también tuvo -y sigue teniendo- su capítulo. ¿Dónde está más a gusto, en el trabajo periodístico o en el literario?
– He escrito, entre otras cosas, novelas de serie negra, como Caramelo verde, que se vendió mucho en Perú y hace poco Seix Barral la publicó en España, y cuentos como «El departamento» y «Taxi driver, sin Robert de Niro», que figuran en la colección de Cuentos escogidos de Alfaguara. Y últimamente, sí, estoy metido en sonados escándalos periodísticos. Más claro, ya no escribo serie negra, sino más bien la protagonizo. Mi vida se ha convertido en un festín de trapos sucios: me dedico a perseguir corruptos, ya sean altos funcionarios de gobierno o grandes capos del narcotráfico, por lo cual me le llueven amenazas y juicios por millones de dólares, y en Lima debo andar con guardaespaldas.



«Hace un mes y pico un miembro de mi seguridad recibió una advertencia: un balazo en el muslo. ¿Dónde me encuentro más a gusto? En el medio. No puedo vivir sin la poesía y la literatura, con las que satisfago necesidades íntimas, pero tampoco sin el periodismo, que me permite perseguir a tanto cabrón que anda suelto».



– Supongo que ambas disciplinas las complementa y en efecto, en sus cuentos se ve que estás registrando la realidad. ¿Cuánto de las temáticas de su ficción provienen de la realidad?

– Casi todo. Pero cuando cuento las historias reales, lo hago de tal manera que muchas veces los lectores se dicen «Esto debe ser ficción», y, cuando cuento las historias ficticias, escribo con el propósito de que me digan: «Oye, Fernando, esto tú lo has vivido, cuándo te ocurrió».



– En una entrevista decía que el género policial es un formato natural para expresar la realidad peruana. En ese sentido, ¿cómo concibe Perú y qué es lo que posee el relato negro que lo hace más apto para dar cuenta su país?
-La realidad peruana es novela negra a tiempo completo. Basta leer los diarios, ver la tele o dar un paseo por las calles de Lima.





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