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La distancia del estilo Velasco que instala a Alberto Arenas como el hombre clave de Bachelet Jefe programático se perfila como factótum de la abanderada de cara a un nuevo gobierno:

La distancia del estilo Velasco que instala a Alberto Arenas como el hombre clave de Bachelet

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Es el ministro de Hacienda “cantado” para el regreso de Michelle Bachelet a La Moneda, nadie tiene dudas al respecto. Pero el papel que juega Alberto Arenas es y será mucho más que ser el dueño de la billetera fiscal y administrarla responsablemente, porque se ha ganado un espacio de poder importante, al punto de ser la figura en las sombras de más de una definición política importante. Su reserva es la llave que le brindó la confianza plena de la candidata.


Es cierto y sabido que habría sido su cercanía con el senador PS, Camilo Escalona, la que lo instaló inicialmente en el comando en un lugar no menor, casi como un representante clave del PS y la Nueva Izquierda en el equipo de campaña. Pero de eso, ha pasado bastante agua bajo el puente y Arenas ha hecho –agregan– méritos propios para ganarse su posición.

Monitoreó, vigiló y visó todo el proceso de discusión, elaboración y contenidos del programa de gobierno que finalmente Bachelet dio a conocer el 27 de octubre en el Teatro Huemul. Es el último filtro antes de llegar a ella y es la cara y voz de la ex Presidenta en varias instancias, especialmente ante el empresariado.

Se dice que Arenas es quien  selló con este sector la premisa de transar la viabilidad de la reforma tributaria a cambio de no impulsar un Nuevo Código del Trabajo que cambie radicalmente las reglas del juego en este ámbito. Más dinero, pero no más derechos, es la lógica empresarial tras ese diseño.

Pero no sólo toma decisiones económicas. Una señal de hasta dónde abarca su poder real fue la visita de Bachelet a la Corte Suprema, a exponer ante el pleno sus planes de gobierno en el área, igual que lo hicieron los otro ocho aspirantes a La Moneda entre el 21 y el 23 de octubre.

Con el debate sobre reformas, nueva Constitución y Asamblea Constituyente (AC) siempre en los primeros lugares de la tabla política, no pasó desapercibido que la abanderada de la Nueva Mayoría llegara ese día acompañada de una de sus voceras, Javiera Blanco, y no eligiera a ninguno de los abogados “expertos” y de renombre que están en su comando, como se estila, para la ocasión.

La razón, explican desde el seno del comando de Avenida Italia, fue que Arenas decidió “operar” para dar una señal de calma y ordenó a la comisión de expertos constitucionales que hablaran menos públicamente porque revolvían más las cosas, pues todos “estaban fumando mucho opio”, aludiendo a la ironía de Camilo Escalona sobre los partidarios de la AC.

[cita]Velasco era muy autónomo, pero además “porfiado”, cuentan algunos que estuvieron en el gobierno y la gracia, recalcan, es que Arenas le encuentra la razón a Bachelet, “no le pone obstáculos”, ella le dice lo que quiere hacer y él busca la manera de cómo implementar y financiar esos planes. “Es que entiende más que de números, no deja de lado lo político”, precisan quienes lo conocen.[/cita]

Con ese silencio, Arenas contuvo por ahora ese flanco, donde Bachelet tiene una tensión latente, ya que optó por intentar la vía institucional primero para cambiar la Constitución, para lo que depende de la mayoría que obtenga en el Congreso.

El reverso de la moneda

La clave de cómo llegó a convertirse en el hombre en quien Bachelet confía a ojos cerrados está en que –dicen– “es el reverso” de Andrés Velasco. Es que se sabe que una de las principales lecciones que aprendió la candidata de su primer paso por La Moneda es que no puede cometer “nunca más el error” de escuchar un criterio exclusivamente técnico como el que tenía su entonces Ministro de Hacienda y no jugarse al 100% por medidas como fue el postnatal de seis meses, que literalmente terminó siendo un “regalo” que le dejó a la administración de Sebastián Piñera para que se llevara los créditos.

Velasco era muy autónomo, pero además “porfiado”, cuentan algunos que estuvieron en el gobierno y la gracia, recalcan, es que Arenas le encuentra la razón a Bachelet, “no le pone obstáculos”, ella le dice lo que quiere hacer y él busca la manera de cómo implementar y financiar esos planes. “Es que entiende más que de números, no deja de lado lo político”, precisan quienes lo conocen.

Como ejemplo se recuerda que Arenas –quien ofició como el Director de Presupuesto (Dipres) de Velasco– fue clave en el convencimiento colectivo de la viabilidad política y económica de la Reforma Previsional que se impulsó en el gobierno de Bachelet y que también fue él quien, el 2008, logró evitarle a la entonces Mandataria un conflicto con los trabajadores para la negociación de salario mínimo. “Por eso que está validado ante los ojos de Bachelet, ella lo conoce y desarrolló una  buena y directa relación con él desde entonces”, agregan, y que es desde esa época que ella lo ve como un “asesor estratégico”, en quien puede confiar sin reparos.

A diferencia de Velasco, explican que Arenas sí tiene relación con los parlamentarios, lo que no deja de ser clave, cuando en el primer gobierno de Bachelet llovían las críticas desde la propia Concertación contra su entonces ministro de Hacienda, porque no dialogaba ni los escuchaba. Es más, a mediados del mandato –el 2008– era unánime en la Concertación que, el entonces director de Presupuesto, era un hombre con mucha más llegada y olfato político que Velasco.

Pero hay otro factor que ha contribuido a instalarlo como su suerte de factótum para este segundo paso por La Moneda. Explican que Arenas entiende algo que es “fundamental” para la candidata: la lealtad y la reserva, dos premisas que él no transa, por lo que el “alcance” de sus tareas y sobre todo su poder suele mantenerlos en absoluta discreción.

“No tiene agenda personal”, afirman y, por lo mismo, Bachelet lo considera –recalcan– como “de ella”, como parte de su núcleo duro, de “sus chicos”, que “no habla ni representa a Escalona, Osvaldo Andrade ni el PS, a nadie”.

El “Negro”

Que es mateo, “rezongón”, que no habla demasiado y nadie que lo conoce –aunque sea algo– discute que tiene la soberbia intelectual propia de todos aquellos  que han vivido en la “República Independiente” del Ministerio de Hacienda. En el caso de Arenas, eso implica una larga estadía de más de una década en la Dirección de Presupuesto, donde empezó como asesor y terminó dirigiendo las riendas.

Todos le dicen desde siempre el “Negro”, unos lo reconocen como un técnico hábil, que “tiene las cifras siempre en la cabeza” y otros destacan que su gran capacidad de ejecución del gasto público.

Quienes se han sentado al frente de él en alguna mesa de negociación, lo consideran muy “duro”, que en más de una ocasión abruma con los números, que no tiene reparos en “esconder la pelota” si lo ve como necesario, pero que es muy inteligente, con un buen olfato político y es de los que cree que las negociaciones deben cerrarse lo más pronto posible.

Esa característica no es menor, si se advierte desde ya que el nivel de expectativas ciudadanas en un segundo mandato de Bachelet será caldo de cultivo de un sinnúmero de movilizaciones gremiales.

El hombre fuerte de Bachelet es ingeniero comercial, tiene sólo 47 años y un perfil muy propio de la “tradicional” clase media chilena, esa laica, de Ñuñoa, del Liceo Manuel de Salas, de las aulas de la Universidad de Chile.

Ha realizado consultorías en diversos temas para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), especialmente en el área de pensiones y tiene un doctorado en economía de la Universidad de Pittsburgh.

Siempre que alguien habla de él saca a colación su pasado comunista, que inició en la etapa del colegio por tradición familiar y lo mantuvo en la Facultad de Economía, pero que abandonó en la misma época que muchos lo hicieron por no compartir la premisa de la vía armada para recuperar la democracia.

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