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La DINA y la homosexualidad de Jaime Guzmán

La DINA y la homosexualidad de Jaime Guzmán

El libro “Raro: una historia gay de Chile” del periodista Óscar Contardo describe cómo el temido general Manuel Contreras tenía una carpeta secreta sobre Guzmán, bajo el título “homosexualismo”, donde daba cuenta de los círculos sociales del ex senador.


El periodista y escritor chileno Oscar Contardo, trata el bullado tema de la homosexualidad de Jaime Guzmán —al que se refirieron la semana pasada el sobrino del ex senador, Ignacio Santa Cruz, y luego el presidente de la Fundación Iguales, Luis Larraín Stieb—, en algunas páginas de su libro “Raro: una historia gay de Chile” (Planeta, 2011). En ella describe cómo el temido general Manuel Contreras tenía una carpeta secreta sobre Guzmán, bajo el título “homosexualismo”, donde daba cuenta de los círculos sociales del ex senador:

“Mientras para la izquierda la homosexualidad se trataba de un “vicio burgués” —al menos así se había planteado a través de sus medios de comunicación durante la Unidad Popular—, para los militares y los civiles de derecha que participaban en el régimen era una perversión que no se vinculaba específicamente con una clase o con una filiación política. Esto no significaba que, dado el caso, la homosexualidad de un individuo no fuera utilizada como un arma en su contra por los servicios de inteligencia de la dictadura. El general Manuel Contreras, jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), guardaba un detallado informe sobre el entonces influyente abogado gremialista Jaime Guzmán, que incluía una carpeta con el rótulo “homosexualismo”. Si bien ambos eran partidarios de la dictadura, diferían en los métodos y eso los había transformado en enemigos políticos. El jefe de la DINA mantenía bajo vigilancia al abogado y elaboró un detallado perfil de sus vínculos sociales, familiares y profesionales. Contreras debió conservar la esperanza de encontrar algún indicio que le sirviera para contrarrestar el poder del fundador del gremialismo, pero sólo logró reunir información sobre determinadas amistades de Guzmán que bien podrían haber correspondido a relaciones meramente sociales. El informe detallaba que Jaime Guzmán era amigo de Raimundo Larraín Valdés —diseñador chileno y figura destacada de la alta sociedad europea—, caracterizado por la DINA como “homosexual internacional”, y de J.U.G. —profesor de Derecho Civil de la Universidad Católica—, descrito como ‘homosexual reconocido’.

Los personajes nombrados en los archivos de Contreras pertenecían a la elite chilena, de la que Jaime Guzmán era un distinguido personaje. La cercanía del político con ellos, por lo tanto, no tenía nada de extraño o inusual, eran parte de su propio círculo social, bastante cerrado por lo demás. Por otro lado, si Jaime Guzmán hubiera sido un hombre homosexual, la mayor dificultad la habría sufrido él mismo. Sobrellevar una eventual relación gay en medio de tamaña vigilancia —sus enemigos de la DINA, sus adversarios de izquierda, su medio social— y muy a contrapelo de sus propias creencias religiosas, sin duda hubiera representado un trastorno de proporciones para su bienestar psicológico. En ese sentido, de lo más grave de lo que se le podría haber acusado a Jaime Guzmán —si eventualmente hubiera sostenido alguna relación con una persona de su mismo sexo— habría sido de difundir un discurso moralmente hipócrita”.

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