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Una gestión integral de crisis en entornos educativos con niños y niñas ante desastres naturales Niñez

Una gestión integral de crisis en entornos educativos con niños y niñas ante desastres naturales

La gestión de crisis en ambientes donde los niños y niñas son la prioridad, frente a desastres naturales y eventos climáticos, es crucial. Esto con la intención de generar herramientas de aprendizaje y, a su vez, bienestar infantil en los menores de edad.


Hoy en día, los establecimientos educacionales y las comunidades se enfrentan a un sin número de eventos impredecibles que representan riesgos y potenciales crisis, comprometiendo la planificación educativa y el bienestar integral de sus miembros.

Desde desastres naturales hasta fenómenos derivados del cambio climático, son algunos de los tantos que se pueden encontrar en entornos de educación y recreación. Estos eventos pueden generar un impacto profundo en la infraestructura, acceso a los servicios educativos, pero, lo más importante y crucial, la estabilidad emocional y mental de los niños y niñas.

Es por ello que los expertos enfatizan la necesidad de acciones específicas y colaboración para una respuesta efectiva, priorizando el apoyo emocional a los más pequeños y la preparación para construir comunidades educativas resilientes.

Para abordar estas situaciones, es importante comprender claramente cómo hacerlo y, por ende, la preparación anticipada es relevante para saber salir adelante en situaciones caóticas y críticas. Es por ello que expertos en gestión de riesgos y educación señalan la necesidad de establecer mecanismos sólidos que permitan una respuesta coordinada y efectiva en cada una de las fases de un fenómeno de características riesgosas y complejas, abordando la prevención hasta la recuperación.

Fases de un fenómeno: reconocerlas, aplicarlas y entenderlas

La prevención destaca como la primera parte importante y fundamental. Implica identificar y mitigar los riesgos potenciales antes de que pasen a ser amenazas concretas. Evaluar riesgos, tener las medidas de seguridad necesarias y fomentar la conciencia pública son pasos esenciales. La colaboración entre autoridades locales, organismos gubernamentales y la comunidad es clave para estrategias preventivas efectivas.

Un segundo aspecto es la preparación y se enfoca en crear capacidades y recursos para tener la posibilidad de una respuesta eficaz frente a emergencias, lograr desarrollar planes de contingencia, capacitar al personal de respuesta y generar conciencia sobre las medidas de autoprotección. La preparación adecuada es, de hecho, una garantía para responder de manera coordinada en casos de crisis y emergencia.

La respuesta es la aplicación de todo lo preestablecido, es decir, para lograr mitigar el impacto del fenómeno. La coordinación entre agencias, comunicación eficiente y la movilización son esenciales, siendo la prioridad salvaguardar vidas, brindar apoyo y asistencia inmediata y limitar cualquier tipo de daño.

Finalmente, está la fase de reparación. Esta etapa marca el inicio del proceso de reconstrucción y restauración. Se enfoca en la rehabilitación de las personas afectadas, recuperación de infraestructuras dañadas y apoyo a comunidades. La evaluación de daños es un aspecto principal, brindar asistencia a largo plazo y trabajar en la resiliencia comunitaria. La colaboración continua entre sectores público y privado, junto con la participación activa de la comunidad, garantiza una recuperación sostenible.

Diferenciar entre crisis, emergencia, desastre y catástrofe se vuelve esencial para ajustar respuestas efectivas a cada situación. Cada fase requiere acciones específicas y una estrecha colaboración entre entidades gubernamentales, locales y la comunidad en general.

La vulnerabilidad de la niñez en fenómenos catastróficos

Uno de los aspectos más delicados es el impacto en la niñez. Los más pequeños son especialmente vulnerables y pueden manifestar impactos emocionales, conductuales, fisiológicos y cognitivos significativos en estos contextos. Por tanto, la labor de las familias y los equipos pedagógicos se vuelve crucial al proporcionar apoyo, calma y comprensión durante y después de una emergencia.

La gestión de riesgos y la planificación anticipada se convierten en herramientas vitales. Realizar diagnósticos de potenciales riesgos, elaborar protocolos de acción, mantener un ambiente de tranquilidad y flexibilidad en los entornos educativos son estrategias clave sugeridas por especialistas para afrontar situaciones desafiantes.

Respetar los tiempos de recuperación, validar las emociones y fomentar espacios para expresar vivencias son acciones esenciales para ayudar a los niños y niñas a superar estos eventos traumáticos en entornos educacionales.

¿Y cómo pueden las familias ayudar a los más pequeños?

En situaciones de catástrofe, las familias pueden también ser un apoyo fundamental para los más pequeños de casa, permitiéndose de alguna forma mantener la calma, principalmente porque los niños tienden a sentir como los adultos sienten, por lo que también el estar cercanos a ellos es un aspecto vital. El abrazar y estar conteniendo de esta forma también puede ser de utilidad para los más chicos de casa.

Evitar a toda costa el mostrar que está mal sentir miedo o estar más irritable, porque por el contrario, es una reacción normal del ser humano y, por ende, el apoyarlos en ese tipo de instancias es algo que puede resultar beneficioso. En caso de que el peligro vuelva a estar presente, gritar o llorar no ayudaría a que ellos estén más en calma, evitar ello en adultos es importante, así también pueden sentirse seguros y en tranquilidad.

Escuchar, jugar, dibujar o hablar de lo ocurrido también es provechoso, ayuda a procesar de una mejor forma lo acontecido y así mismo, explicar de manera racional y real lo que sucedió, así lo entenderá de una mejor manera. Las mentiras jamás serán útiles porque generan grados mayores de ansiedad y nerviosismo.

El fortalecimiento de esta conciencia y preparación podría ser la clave para construir comunidades más seguras y resilientes, donde el bienestar educativo se preserve incluso en tiempos de adversidad, comprendiendo que las situaciones de crisis son parte de la naturaleza de la vida.

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