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La importancia de la terapia kinésica en el tratamiento de enfermedades respiratorias Salud

La importancia de la terapia kinésica en el tratamiento de enfermedades respiratorias

Durante este época del año los problemas respiratorios tiene un aumento significativo, sobre todo en niños, pacientes con enfermedades crónicas y personas de la tercera edad. Ante este contexto, especialista informa sobre el rol de la kinesiología para enfrentar estas enfermedades y entrega recomendaciones para obtener los beneficios de este tipo de terapia.


Aún no llega el invierno y las enfermedades respiratorias están en pleno auge, afectando principalmente a niños, personas mayores y pacientes crónicos, muchos de los cuales son derivados al kinesiólogo para apoyar el tratamiento médico y favorecer una positiva evolución de estos cuadros.

Rodrigo Beltrán, director de carrera de Kinesiología de UDLA Sede Viña del Mar, explica que “la terapia kinésica respiratoria es un conjunto de técnicas cuyo propósito es mejorar la función pulmonar deteriorada por el cuadro respiratorio, facilitando la eliminación efectiva de secreciones y la mejoría en la ventilación y perfusión pulmonar”.

En ese sentido, la terapia que realizan los kinesiólogos mejoran la ventilación pulmonar, lo que podría ayudar a la estabilización del paciente, la disminución de síntomas y su reactivación en las actividades cotidianas.

El académico detalla que esta se indica en el tratamiento de patologías respiratorias o en aquellas condiciones en que el usuario ve afectada su función pulmonar, tales como el síndrome bronquial obstructivo, neumonías, entre otros, abarcando a pacientes de todas las edades, con distintos niveles de complejidad, estando hospitalizados o de manera ambulatoria.

La cantidad de sesiones dependerá del estado general de cada usuario, y de la evolución de la patología a abordar.

“Las técnicas que se utilizan mayormente en el tratamiento son la compresión y descompresión, maniobras de tos asistida, cambios de posición del usuario, bloqueos y ejercicios respiratorios, procedimientos que no ocasionan dolor”, menciona.

Además de los beneficios propios del abordaje kinésico de las enfermedades respiratorias, como son la mejoría de la ventilación y el aumento de eliminación de secreciones, Beltrán destaca que esta es una instancia fundamental para realizar educación a la familia respecto del reconocimiento de síntomas, medidas de apoyo al cuadro respiratorio y al control permanente de su evolución.

Estos aspectos se deben considerar en el caso que una persona requiera traslado a un servicio de urgencia. Además es importante la educación para prevenir las enfermedades respiratorias, por ejemplo, sumándose a las campañas de vacunación para grupos de riesgo.

“El rol del kinesiólogo en la educación es fundamental en el abordaje familiar del cuadro respiratorio, transmitiendo la importancia de la observación y control permanente del enfermo para evitar nuevas complicaciones, los síntomas y signos que son de alarma”, afirma.

Recomendaciones ante la indicación de terapia kinésica

Una vez indicada la terapia kinésica, es importante empezar cuanto antes con las sesiones para favorecer la mejoría del enfermo.

Cuando el paciente es un lactante o un niño, siempre se aconseja que durante las sesiones esté acompañado por los padres o un familiar de confianza, pues por los menores tienen a asustarse o llorar durante las maniobras.

Es relevante realizar la totalidad de sesiones indicadas por el médico para no dejar inconcluso el tratamiento. Tampoco deben ser interrumpidos los medicamentos hasta completar el periodo recetado, pese a que el paciente sienta una mejoría.

En el caso que el paciente sea ambulatorio, preferir las sesiones que se realizan en el domicilio para evitar cambios de temperatura al salir a un centro de salud.

Finalmente, el kinesiólogo recordó signos a los que hay que estar atentos ante la presencia de un cuadro respiratorio y que son motivo de consulta inmediata en una unidad de urgencia o con el médico especialista:

– Cianosis o coloración azul en manos, pies o zona oral.

– Hundimiento excesivo del tórax o costillas debido a dificultad respiratoria.

– Silbido acentuado al respirar con dificultad, el que se puede oír tanto al inspirar como al espirar.

– Observar la coloración de las secreciones (mucosidad).

– Controlar signos vitales como la temperatura, frecuencia cardiaca y respiratoria.

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