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La vindicación de la menstruación: el quinto signo vital Yo opino Créditos: Foto de cottonbro en Pexels

La vindicación de la menstruación: el quinto signo vital


Últimamente, el tema de la realidad menstrual ha estado sobre la palestra debido a las campañas de visibilización que diversos colectivos y personalidades han hecho de ella, desde distintas aristas. 

Se ha abordado la temática, por ejemplo, desde la vulnerabilidad menstrual de las personas privadas de libertad o en situación de calle, así como la diversidad de cuerpos e identidades que experimentan de distintas maneras este proceso. Durante la pandemia por Covid-19, se han publicado estudios acerca de cómo durante ésta, se han visto afectados los ciclos menstruales, por variables como el estrés o la misma enfermedad. Así mismo, desde el comienzo de las campañas de vacunación se han reportado principalmente por redes sociales, efectos secundarios relacionados a alteraciones menstruales de diversa índole post inoculación, lo cual empezó a ser estudiado y ya se reportan los primeros resultados confirmatorios de estudios oficiales.

Y si bien ninguno de estos efectos es grave ni duradero, y los beneficios de las vacunas superan con creces los inconvenientes que esto pudiera generar, todos estos temas han posicionado la necesidad del desarrollo de investigación y políticas públicas con enfoque de género, que considere la salud menstrual como un derecho.

Pese a esto, recientemente, una autoridad pública dejó un mensaje escrito para las trabajadoras de una Seremi del Ministerio de Obras Públicas, sobre lo innecesario de que sus menstruaciones se noten, y un llamado a la discreción con el tema. El hecho fue reportado en redes sociales, y denunciado como un atentado contra la dignidad menstrual.

[cita tipo=»destaque»]La menstruación no puede seguir siendo un tabú, ni algo que deba vivirse con rechazo por imposición social.  [/cita]

El creciente interés por parte de las mujeres y personas menstruantes, por aprender acerca de este proceso fisiológico, no sólo se relaciona con la gestión de la reproducción, como se ha abordado tradicionalmente, sino como una posibilidad de autoconocimiento corporal que resulta empoderante, en una cultura que no se ha hecho cargo adecuadamente de lo que significa menstruar.

Desde las ciencias de la salud, este cambio en el estudio y abordaje de la menstruación, tiene que ver con comprender que los procesos hormonales del ciclo menstrual se comunican y repercuten en distintos órganos y sistemas, afectando mucho más allá de lo sexual y reproductivo, pudiendo ser considerado como un quinto signo vital.

A tal punto es relevante esta interconexión entre el ciclo menstrual y el buen funcionamiento del organismo como un ecosistema integrado, que el Colegio de Obstetricia y Ginecología  de Estados Unidos (ACOG), en un artículo de 2015 llamado Menstruación en niñas y adolescentes: Usando el ciclo menstrual como un signo vital, explicó que el hallazgo de patrones menstruales anormales, podría mejorar la identificación temprana de potenciales problemas de salud en la vida adulta, de lo que se releva la importancia de que tanto las adolescentes como sus cuidadores recibieran adecuada educación menstrual, y aprendieran a observar y comprender sus ciclos.

Evidentemente, el ciclo menstrual es relevante e incide en la salud global en todas las etapas del ciclo vital, y sus alteraciones, además de alertar sobre problemas en los órganos sexuales y reproductivos, tales como ovario poliquístico, infecciones de transmisión sexual o insuficiencia ovárica primaria, también pueden significar alteraciones a nivel de la tiroides, el hipotálamo, hipófisis y glándulas suprarrenales. De la misma forma, existen algunos tumores secretores de hormonas cuyos síntomas también se observan en el ciclo menstrual. Además, algunas patologías de la coagulación, ya sean hereditarias o adquiridas también pueden ser causa de alteraciones menstruales, tanto como el estrés y los trastornos alimenticios.

Por otra parte, las hormonas implicadas en el ciclo menstrual tienen funciones muy importantes para el organismo, además de regular su capacidad reproductiva. El estradiol, entre muchas otras funciones, estimula la líbido y mejora el estado de ánimo, ya que aumenta los neurotransmisores serotonina y dopamina. La progesterona por su parte, entre múltiples efectos, ayuda a calmar el sistema nervioso y a lidiar con el estrés.

Visibilizar no sólo la menstruación, si no el ciclo menstrual en su totalidad, tiene que ver con saldar una deuda histórica de invisibilización y denostación de un proceso fisiológico, saludable y necesario de las mujeres y toda diversidad de cuerpos con útero. Y, sobre todo, tiene que ver con construir salud para todas estas personas. Salud basada en el autoconocimiento y el autocuidado, y en la evidencia científica que respalda la enorme relevancia de este hito cíclico, que ocurre mensualmente en aproximadamente el 50% de la población mundial.

La menstruación no puede seguir siendo un tabú, ni algo que deba vivirse con rechazo por imposición social.

Es urgente y necesario darle el lugar que le corresponde a este proceso fisiológico que es, ni más ni menos, una condición sine qua non para la existencia y la salud humana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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