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Retroceso Republicano: una República contra las mujeres Yo opino SOFÍA YANJARÍ

Retroceso Republicano: una República contra las mujeres

Gael Yeomans
Por : Gael Yeomans Abogada y diputada
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El país que imaginan los republicanos tiene en su esencia una ideología marcada por la promoción de una cultura de discriminación hacia nosotras, de validación de la violencia, de mirar en menos nuestras capacidades y nuestro aporte al país. Yo no estoy disponible para decirle a las niñas y mujeres del futuro que no fuimos capaces de contrarrestar esta arremetida.


En medio de una nueva conmemoración del Día de Acción Global por el Aborto Libre, Seguro y Gratuito, el Partido Republicano arremete contra los derechos que históricamente las mujeres hemos conquistado.

“El hecho de que esta norma no consagre la prohibición directa del aborto, es para nosotros un mandato para buscar siempre y en todo lugar la derogación de la ley de aborto”; “La bancada republicana elige la vida, mientras que ustedes eligen la muerte”, señalaron hace algunos días sus consejeros.

¿Qué clase de pensamiento tan retrógrado podría creer seriamente que una adolescente que fallece en medio de un aborto clandestino estaba pensando en la muerte antes que en la vida? En Chile, según el Guttmacher Institutes, se realizan entre 60.000 y 300.000 abortos al año, sin embargo hay sectores que definitivamente no comprenden el impacto que tiene en la salud e incluso la vida de las mujeres penalizar el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos.

El Partido Republicano le declaró directamente la guerra a las mujeres de Chile. El diputado Johannes Kaiser cuestionó abiertamente nuestro derecho a voto y nos dijo que debíamos agradecer por ser violadas. Urruticochea nos dice que un aborto “no nos desviola”, mientras que José Antonio Kast plantea eliminar el Ministerio de la Mujer, clausurando programas que combaten directamente la violencia de género.

Nuestro país se esfuerza por seguir avanzando, sin embargo el ascenso político de los republicanos es un pasaje directo al subdesarrollo social y cultural. Las frases que escuchamos hoy no distan mucho de las que hemos tenido que soportar cada vez que queremos avanzar en garantizar nuestros derechos.

No hay que ir muy lejos para recordar a Ena Von Baer diciendo que las mujeres no teníamos derecho a abortar porque solo “prestamos el cuerpo” para albergar el feto, a Kast afirmando que “solo una maquinación intelectual es capaz de decir que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo”, al propio Piñera diciendo que “todas las mujeres se tiran al suelo y se hacen las muertas, y todos nosotros nos tiramos encima y nos hacemos los vivos” o a Marisol Turres (UDI) diciendo que “no todas las violaciones son violentas”.

El país que imaginan los republicanos tiene en su esencia una ideología marcada por la promoción de una cultura de discriminación hacia nosotras, de validación de la violencia, de mirar en menos nuestras capacidades y nuestro aporte al país. Yo no estoy disponible para decirle a las niñas y mujeres del futuro que no fuimos capaces de contrarrestar esta arremetida.

Exigir el derecho al aborto libre y seguro no es antojadizo, es una necesidad urgente que el Estado garantice la plena libertad de las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos, y sobre todo, es un imperativo moral evitar las muertes, daños físicos y psicológicos que sufren las mujeres por abortar en condiciones de clandestinidad. Porque le guste o no a los nostalgicos del medioevo, el aborto es una realidad y lo seguirá siendo.

Necesitamos un sistema de salud responsable, que atienda las decisiones de las mujeres, sin cuestionamientos. Porque cuando se trata de hacer nuestra vida un mercado, de la libertad de las empresas para discriminar y abusar sin contrapeso, no hay ningún problema. Pero para decidir sobre nuestros cuerpos y vidas nos caen las penas del infierno.

Tenemos que elevar nuestras voces, resistir y luchar incansablemente. Queremos que Chile sea un faro de progreso, no un triste ejemplo de retroceso. Nuestros derechos son inalienables, y no descansaremos hasta que sean respetados y garantizados.

Llevamos décadas alzando banderas verdes de esperanza, luchando por un porvenir de libertad y tranquilidad para nosotras, por un Estado que responda a nuestras necesidades, por una sociedad que nos considere verdaderamente iguales y una vida en la que podamos ser libres de verdad.

Que este 28 de septiembre se cuente una historia de avances y reivindicación de nuestros derechos sexuales y reproductivos. Para que más temprano que tarde podamos caminar sin vergüenza ni culpas, junto a la madre que lo es porque lo quiso y lo decidió y por un Chile que sea para nosotras y no contra nosotras.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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