Publicidad
Democracia en el país, en el hogar y el trabajo: la importancia de erradicar el machismo BRAGA Memoria Chilena

Democracia en el país, en el hogar y el trabajo: la importancia de erradicar el machismo

Jessica Rodríguez
Por : Jessica Rodríguez Periodista y máster en comunicación política.
Ver Más


La democracia es un concepto fundamental en la esfera pública que debe permear tanto en nuestros hogares, como también en nuestros lugares de trabajo. En el marco del día internacional de los y las trabajadoras es relevante identificar también la existencia de “pequeñas” actitudes machistas o “micromachismos” en ambientes laborales, que en la mayoría de las veces pasan desapercibidos, sin embargo revelan una reproducción del sistema que necesita ser erradicada.

La reconocida escritora feminista Julieta Kirkwood mencionaba en su publicación “Ser política en Chile: los nudos de la sabiduría feminista” (1982) una teoría sobre cómo llegar a la emancipación de la mujer en la época. Una de las formas era que  “no hay feminismo sin democracia” y que “no hay democracia sin feminismo”.  En general, la autora planteaba que la existencia de cualquier tipo de opresión, discriminación, dominación y subordinación de las mujeres en ambas esferas, privada y pública impedían la existencia de una verdadera democracia. De ahí su conocida frase “democracia en el país, en la casa y en la cama”.

En la actualidad, en el ámbito doméstico, estas dinámicas prevalecen y se manifiestan en la asignación de ciertas tareas por género, donde se espera que las mujeres se encargan mayoritariamente de las tareas domésticas del hogar y del cuidado de niños, niñas, personas mayores y con movilidad reducida. Este desequilibrio perpetúa roles tradicionales y limita el desarrollo individual y profesional de las mujeres.

Estas horas laborales no remuneradas destinadas al cuidado han sido cuantificadas y los resultados son alarmantes. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), titulado “Igualdad de género en Chile: hacia una mejor distribución del trabajo remunerado y no remunerado” (2021), reveló que en Chile las mujeres trabajan hasta 12 horas más que los hombres a la semana.

Pero esta situación no ocurre solo al interior de nuestros hogares, también es posible que se den en el interior de equipos de trabajo. En algunos casos, los micromachismos se pueden manifestar de forma sútil, pero no por eso menos nociva. Es importante estar atenta a las interrupciones constantes cuando se habla, a la apropiación de ideas, a la falta de reconocimiento del trabajo de las mujeres o a la necesidad imperiosa de ciertos hombres de sentirse educadores de las mujeres, en aspectos que probablemente no son expertos o que nadie les ha pedido ayuda. El problema es que éstas actitudes no siempre logran ser identificadas fácilmente, por lo tanto la mayoría de las veces prosperan. Y peor aún se normalizan. 

Por otro lado, el exceso de tareas “pequeñas” encomendadas a las mujeres trabajadoras o la falta de equidad en la repartición de labores hacia el interior de los equipos de trabajo, como por ejemplo: entregar constantemente “tareas” para la casa o que deben hacerse obligatoriamente en los tiempos libres,  tener que estar a cargo constantemente de escribir las actas de una reunión o que las mujeres trabajadoras sean las únicas responsables de la comunicación interna entre pares, puede generar tener que destinar un tiempo extra considerable de trabajo, comparable al que genera el trabajo doméstico o de cuidado. 

Estas acciones que se multiplican a diario y que, pudiendo, la mayoría de las veces, no son compartidas entre pares de sexo masculino, de forma silenciosa pueden hacer eco en la salud mental, calar en la autoestima, e incluso limitar la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones. Por un lado, este exceso de micro-tareas generará una ocupación constante en asuntos de “poca relevancia”,  restringiendo o disminuyendo la privilegiada opción de tener más tiempo para reflexionar sobre asuntos más “importantes”. Por otro, el exceso de pendientes, puede sacar de foco respecto a las labores primordiales y aumentar la cantidad de presión y exigencia sobre las mujeres, generando una sobre exigencia que usualmente es normalizada incluso por quienes la viven con la motivación interna de querer “cuidar el trabajo”.

La metáfora del yogurt vacío, relacionado a las dinámicas de parejas,  explicado por la periodista Titiou Lecoq en su libro ‘La pareja y el dinero”, explica a grandes rasgos cómo perjudica a las mujeres hacerse cargo de los gastos de menor relevancia mientras están en pareja, porque al separarse, pudiese ser que su único patrimonio sean  un montón de potes de yogurt vacíos.

En esa misma línea, esas labores menores que las mujeres destinan en sus trabajos, ya sea: organizando cumpleaños de colegas, comprando las cosas de la oficina o redactando las actas de las reuniones o llevándose tareas extras para la casa, pudiese ir en la misma línea. En el caso de la mujer casada que se queda con los potes vacíos y su ex marido con propiedades. En el trabajo, la mujer trabajadora se queda con una lista enorme de cosas por hacer y su par con tiempo disponible para reflexionar sobre su trabajo o preparar ideas de sugerencia para sus jefes, que podrían a su vez significar un ascenso o sencillamente aumentar la reputación y valor de su trabajo hacia el interior de la organización. 

Es imperativo que tanto en el hogar como en el trabajo se promueva una cultura de igualdad y de respeto, donde se reconozca el valor del aporte de cada individuo, independiente de su género, dividiendo por igual el trabajo invisible que puedan realizar tanto mujeres como hombres. La democracia laboral debe reflejar un compromiso con la equidad y la justicia, fomentando espacios donde todas las voces sean escuchadas y valoradas.

Solo a través del reconocimiento y la erradicación de los “invisibles” machismos en el país, el hogar y el trabajo podremos avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva, donde la democracia no sea solo un ideario, sino una realidad tangible y cotidiana en todos los ámbitos de la vida.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias