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Poniendo el grito en el suelo: Los años duros de Pinochet

La inédita muestra exhibe alrededor de 500 volantes de carácter político e intenta reflejar la intensidad con la que distintas miradas de país se expresaron en las calles. Conflictos de derechos humanos, manifestaciones, movimientos feministas y estudiantiles son algunos de los temas retratados.


La génesis de la exposición, Panfletos: Poniendo el grito en el suelo, que incluye cerca de 500 volantes de carácter político entre 1982 y 1988, se remonta al hallazgo de Juan Pablo Rojas y Roberto Aguirre, responsables de esta valiosa recopilación oculta en una vieja caja de zapatos en casa de Rafael Karque. Así surgió la idea de reconstruir una parte de la historia de Chile que, por la fragilidad de su soporte y las características del mensaje, es de naturaleza efímera.



Con humor, o bien apelando a la confrontación directa, los panfletos aportan un enfoque inusual sobre la oposición y adhesiones que suscitaba el gobierno de Augusto Pinochet, constituyéndose en un registro testimonial único. La muestra, presentada en los jardines de la Biblioteca Nacional, pretende reflejar los avatares políticos por los que atravesó Chile durante el convulsionado período del gobierno militar.



En Chile, el 11 de septiembre de 1978 marcó un profundo quiebre en diversos ámbitos de la sociedad. La política entró en un receso notablemente forzado y los medios de comunicación fueron estrictamente manipulados. Por lo mismo, este fue un escenario ideal para el desarrollo del panfleto como elemento provocativo, transmisor de ideas y gatillo en la unión del pueblo.



Así se comenzó a redactar una historia escrita por quienes no dudaron en contrariar a la ley para expresar sus pensamientos. De hecho, el Decreto Ley n° 1009 del 5 de mayo de 1975 referido a los delitos contra la seguridad nacional indicaba: "… se presumirá autor de propaganda de doctrinas o de prepagar o divulgar noticias o información que las leyes describan como delito, al que sea sorprendido portando volantes, panfletos o folletos que sirvan para su difusión". Sin embargo, esta disposición legal no fue una barrera para que las calles se vieran invadidas y tapizadas de panfletos y, Augusto Pinochet, destino de caricaturas contrarias de carácter masivo que representaban el clamor popular.



Durante los primeros años de la década de los 80, el movimiento estudiantil comenzó a dar muestras de ser un elemento fundamental en la oposición al gobierno militar. La lucha de los estudiantes se centró en el fin de la era Pinochet, la vuelta a la democracia, el término de los rectores delegados y el pleno rechazo a la discriminación económica en las universidades. "REPRESIÓN LEGALIZADA, LA CONCIENCIA QUIERE SER ELIMINADA" y "CON UNIDAD TENDREMOS LIBERTAD", se convertían en los gritos desesperados que los estudiantes transmitían mediante los panfletos.



En la Universidad Católica, las demandas de los alumnos exigían el fin de la intervención de los militares en la institución, elecciones directas en los centros de la FEUC y la baja en el costo de los aranceles. Las bases demócratas más importantes de la Universidad se concentraron en los centros de alumnos de Periodismo, Sicología, Trabajo social y Teología, la mayoría de ellos ubicados en el Campus Oriente. Por lo anterior, esta sede universitaria se transformaría en uno de los principales escenarios de la lucha del movimiento estudiantil.



A pesar de la fuerte represión que desplegó la dictadura en sus primeros años, los movimientos sindicales empezaron a organizarse. En 1981 se crea la Coordinadora de Nacional Sindical (CNS) que reunía diversas tendencias políticas con la clara y precisa intención de derrocar a la dictadura, adermás de derogar el Plan Laboral, que había suprimido los derechos alcanzados tras largos años de combate. Esta agrupación es la primera en convocar a "las marchass de hambre" y en organizar protestas nacionales a través de todo el país, además de difundir fuertes folletos que exigían el regreso de la democracia.



En mayo de 1983, los trabajadores del cobre llamaron a un paro y a una protesta contra Pinochet. Aunque se pensó como un acto menor, sus efectos sobrepasron lo esperado, participando no solo mineros, sino que amplios sectores de la sociedad. Las protestas se generalizaron rápidamente y el panfleto se transformó en un elemento fundamental para ello. Sin embargo, el pinochetismo también recurrió a esta forma de propaganda, tanto para llevar a cabo contramanifestaciones, como para organizar sus propias demostraciones de fuerza, la mayoría de ellas en la Plaza Ñuñoa.



En abril de 1986, el cometa Halley, cuyo anuncio había causado gran expectación, pasó por Chile decepcionando a mucha gente que ni siquiera logró verlo. Ese mes estuvo marcado por el secuestro del cabo Germán Obando Rodríguez, cautivo durante 65 horas en poder del FPMR; por el asesinato, al interior de su negocio de la comuna de San Miguel, del dirigente poblacional de la UDI, Simón Yébenes; por el nacimiento de la Asamblea de la Civilidad
y por el asalto a la panadería Lautaro, donde muere el carabinero Miguel Vásquez Tobar."SALGAMOS A VER EL HALLEY, A VER SI SE LO LLEVA", señala un panfleto de la época, donde aparece Pinochet sobre un cohete.



El gran movimiento social protagonizado por la oposición, finalmente obligó al gobierno a llamar a un plebiscito para el 5 de octubre de 1988. El 30 de agosto de ese año (cinco semanas antes que la ciudadanía se pronunciara), el general Pinochet es designado por los comandantes en jefe de las fuerzas armadas como el candidato único que representaría al gobierno militar. ¿Cachai o NO?, NO faltes ahora o Yo soy chile-NO, eran algunos de los volantes distribuidos por la oposición antes de la elección.



Al cerrarse las inscripciones para las elecciones, un mes antes del plebiscito, había más de 7 millones de chilenos inscritos, lo que equivalía al 92 por ciento de los facultados para votar. En esta importante elección las mujeres jugaron un rol particularmente importante. Tanto las opositoras a Pinochet como sus partidarias, alzaron la voz con firmeza para manifestar sus preferencias. En la votación del plebiscito del 5 de octubre de 1988 quedó de manifiesto que, a diferencia de los hombres, las mujeres definieron su grupo mayoritario por un estrecho margen. Un millón 734 mil votaron que SI y un millón 917 mil optaron que NO. "POR UN CHILE LIBRE, LAS MUJERES VOTAN POR LA DEMOCRACIA", se podía leer en algún volante tirado en calle días posteriores a la elección.



La oposición al gobierno militar fue un movimiento amplio y heterogéneo. Entre los grupos opositores estaban desde aquellos que justificaban la resistencia, hasta los pacifistas más radicales, todos ellos actores determinantes en el proceso que llevó a su fin la dictadura. Panfletos como "24 AÑOS QUIERE EL PERLA, NICA, VOTA NO" o "EL NO ES MÁS FUERTE", funcionaron como premoniciones de lo que se avecinaba para Chile.



Entre la oposición no exitía un lider único, y eso reforzó en cada chileno demócrata, la sensación de haber conseguido con su esfuerzo, devolverle al país sus tradiciones republicanas.





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