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«Me habría gustado tener el honor de escribirle un discurso a Pinochet»

Podría haber corrido una suerte similar a la de Mariana Callejas y quedar como un »paria» literario por su férreo apoyo al régimen militar. Pero aunque es un bicho raro en un ambiente de izquierda, a Iturra su oficio de cuentista lo mantiene en buen estado. Ahora edita su quinto libro, Pretérito Presente.


Probablemente el escritor Carlos Iturra sea uno de los pocos que reconoce sin asomo de culpa su paso por los talleres literarios en la casa de Mariana Callejas. Por el contrario, los recuerda como una fructífera etapa intelectual de su vida y de su generación, a pesar de que a metros del debate cultural y las noches etílicas, en el subterráneo de la casa de Lo Curro, el esposo de la anfitriona, el agente de la DINA Michael Tonwley, manipulaba herramientas de tortura o el químico Eugenio Berríos creaba su letal gas Sarín.



Iturra sabe que sobre los encuentros literarios donde Callejas -realizados por un par de años desde 1975 en adelante-, se tiende un oscuro manto que pocos de sus asistentes están dispuestos a levantar. Carlos Franz, Gonzalo Contreras, Enrique Lafourcade, incluso a Nicanor Parra alguna vez perdida, recuerda el escritor entre algunos de los partícipes. En efecto, la historia es de las más oscuras de las letras chilenas recientes. Roberto Bolaño dedica todo un capítulo de Nocturno de Chile a aquellas «fiestas», aunque por supuesto los documentos judiciales sobre las mismas son mucho más impactantes que la novela.



Aunque todavía en investigación, se supone que en las cercanías de la casa de Lo Curro fue asesinado el diplomático español Carmelo Soria, y hasta la propiedad llegaron un par de detenidos de la DINA. Carlos Iturra apunta, sin embargo, que a él no le consta que en la casa de Mariana Callejas se hayan cometido crímenes. Ahora, independientemente de lo ocurrido ahí, Callejas está procesada como autora junto a Townley del doble homicidio del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cutbert. Y su carrera como escritora está en las sombras.



La carrera de Iturra también podría estar en ese limbo, opacada por su firme apoyo al gobierno militar. Pero aunque es una figura extraña dentro de un ambiente cultural dominado por la sensibilidad de izquierda, Carlos Iturra mantiene presencia literaria. Acaba de editar Pretérito Presente (Editorial Catalonia), un volumen con el que reincide en el cuento, género que ya exploró en Aforismos bajo sospecha (1997) y Paisaje Masculino (1998).



Por estos días, el apoyo de Iturra a Pinochet está en una suerte de «pausa reflexiva» ante la revelación de las serie de cuentas millonarias que el general (R) mantenía en Estados Unidos. Sin embargo, el escritor dice que no creerle al primer «titular» que ve y de hecho, más que un simple y corriente robo, para Iturra lo que hizo Pinochet podría haber sido un muy buen uso del item de gastos reservados.



Bukowski, Carver y la «nada presunta»



Pretérito Presente es un volumen de diversos tonos, donde se combina el género policial con la ciencia ficción y el terror, pero también hay cuentos nostálgicos inundados por cotidianidad. "Encuentro exquisito el cuento y si respondo con honestidad de lector, yo leo mucho más cuentos que cualquier otra cosa. Últimamente he estado leyendo y releyendo los cuentos de Joyce, de Salinger, de Marta Brunet, de Coloane, antologías del cuento del terror. Encuentro fantástico el cuento. Y tengo las esperanza de que me acomode. Creo que me queda cómodo. Me gusta esta posibilidad que ofrece el cuento de llegar a controlar todos sus elementos y convertirlo en una especie de pequeña máquina", explica.



-¿Lees básicamente a los clásicos?
-Si, me encantan los clásicos. Probablemente sean lo que más me gusta. Aunque ahora estoy leyendo mucho contemporáneo. Clásicos contemporáneos. Descubrimientos de cuentos espectaculares, como los de Carver, como los de Bukowski, que me parece genial. Los cuentos de David Leavitt y sus novelas. Eso como en el ámbito más reciente. Un poco menos reciente, mi gran lectura y admiración es por Borges. Pero también he estado leyendo cuentos de Cortazar, que, claro, es un maestro.



-¿Reconoces influencias de Carver o de Bukowski, dos escritores que realizan un trabajo muy fuerte en torno a la cotidianidad?

-Tal vez no está presente eso que señalas. Lo que sí creo que rescato mucho de Carver y particularmente de Bukoswki es la espontaneidad del lenguaje. El uso natural del garabato me parece exquisito en Bukowski. Ahora hay otra cosa que rescato de Carver y de su antecesor, Salinger, y de su antecesor, Joyce, que es el tratamiento del personaje como persona sencilla. Persona corriente, que no van a trascender, que no está jugándose la inmortalidad en una obra. Nada. Gente absolutamente común y corriente.



-¿La idea del antihéroe?
-Claro, pero ya no antihéroe porque le pasa lo contrario al heroísmo, sino que lo contrario porque no le pasa nada. Pero sin embargo, en esa nada presunta está el drama connatural a la existencia humana. El tener que morir, el tener que sufrir, el no tener los deseos cumplidos.



-Al trabajar con un personaje envuelto en una "nada presunta", ¿estás dando cuenta de otras cosas, estás dando cuenta de una versión del mundo cotidiano?
-Estaría haciéndome cargo de existencias sencillas, un poco partiendo de la base de que la existencia de uno no es sencilla. Supuesto que no sé qué tan gratuito sea. Pero de todas maneras, uno que está metido en la carrera del arte, de la literatura, está probablemente corrompido por muchas nociones de la historia, de la gloria, de la inmortalidad, de la trascendencia y se mueve mucho pensando en esas coordenadas de la existencia. El personaje sencillo tal vez es el que no se preocupa de eso, el que no tiene esa armazón de preocupaciones abstractas en el fondo, sino que vive inmerso en la corriente de los choques y los desencuentros cotidianos, del tener qué comer, levantarse para el trabajo, tomar la locomoción y que agota ahí su nivel de conciencia, con momentos muy esporádicos y muy alejados de la toma de conciencia de su lugar en el cosmos.



Los compadres del barrio



-¿Lees literatura chilena?
-Bien poco.



-¿Por opción, por qué?
-Es una mezcla de opción y desinterés.



-Primero, ¿por qué desinterés?
-Hay dos posiciones en esto. Hay escritores que dicen que hay que hablar bien de la literatura chilena porque así se la estimula, se la alienta y se hace que la gente lea. Independiente que sea buena o mala. Y otra posición que sería la de sostener que hay que decir la verdad, porque la gente engañada se aleja más todavía y si uno le dice que hay cosas buenas y van a leerla esperanzados en la guía de uno, y resulta que son malas, más defraudados quedan. Yo no sé por cual de las dos optar, porque no quiero parecer desleal con mis compañeros y decir que la literatura chilena es un porquería y todo es engaño.



-¿Y por opción?
-Hay una cuestión que es como… ¿Qué es lo que hay que leer? Y de poco que voy a alcanzar en mi corta vida leo a la fulanita de tal, o zutanito, que los he visto desfilar por talleres y sé que puntos calzan… O leo a Proust. Hay gente que se ha leído a todos los compadres el barrio, pero no ha leído a Proust. No sé que es mejor. Son dos opciones. Yo opto, por antes de morirme, alcanzar a conocer qué fue de aquellos que se dice que fueron grandes genios de la literatura.



-¿A a los "compadres del barrio" les sigues la pista? Me refiero a la generación de los 80 de la que fuiste parte.

-Sí, por ejemplo hace poco tuvimos un encuentro de microcuentos en el Café Literario de Providencia. Estuvo Diego Muñoz, Ramón Díaz Eterovic, la Carolina Rivas, Tito Matamala, porque se le quiso dar un sesgo generacional. Pero yo no soy de mucha vida social, no voy a lanzamientos. Estoy atento a lo que hace Arturo Fontaine, Jaime Collyer. Gonzalo Contreras me parece muy bueno. Carlos Franz acaba de ganar un premio importante. Una de las mejores escritoras de esa generación, probablemente, la Mariana Callejas, permanece muy poco editada, por razones políticas.



-¿Estuviste con muchos de ellos en el taller de José Donoso?
-Estuve con algunos de ellos, con Marco Antonio de la Parra, Carlos Franz, Darío Oses creo que estaba. Se ha puesto mítico. Muchas personas que estuvieron ahí publicaron. Lo cual es engañoso, porque no necesariamente eso significa que fue obra de Donoso, pero se dio la circunstancia de que ahí coincidió mucha gente que después seguimos escribiendo.



-¿Pero algo tuvo ver Donoso?
-En mí mucho y supongo que también en los demás. El punto está en que una persona con talento probablemente iba a hacer su carrera por angas o por mangas. Donoso le facilitó la vida a muchos y yo reconozco haber recibido algunas enseñanzas invaluables. Haber abierto los ojos a cosas muy sutiles que no había cachado gracias a Donoso. Era un gran maestro y tenía un gran dominio sobre los aspectos técnicos de la escritura.



Los talleres de Callejas



-Ya que la nombraste, ¿tú sigues manteniendo una amistad con Mariana Callejas (en la imagen)?
-Si, yo soy amigo de ella. Hace rato que no nos hemos visto, pero la voy a ver. Cuando estuvo presa la fui a ver a la cárcel, por ejemplo. Lo que pasa es que en este país hay una politización muy grande del mundo cultural, intelectual. Y es naturalmente una politización de la izquierda. Y hay muy poca libertad para pensar, es muy riesgoso tener independencia de pensamiento sin echarte encima real o potencialmente las enemistades y la cerrazón de una cantidad de gente que te va a comenzar a etiquetar y a epitetar y a excluir. Claro, naturalmente la Mariana, que estuvo involucrado en cosas graves, ha padecido más que nadie ese ostracismo y esas exclusión política. Porque no es de izquierda.



-¿Cómo recuerdas los encuentros literarios que se desarrollaban en la casa de Mariana Callejas?
-Como una etapa muy feliz de mi formación y la formación de varios otros escritores, algunos de los cuales después dejaron de escribir. Y eran reuniones en las que solíamos terminar un poco en tono de fiesta y creo que lo pasábamos muy bien. Éramos jóvenes, cultos y todos con brillantes porvenires. Fue una etapa enriquecedora.



-Pero muy cerca de ustedes se cometieron crímenes, ¿qué sientes respecto a eso?
-No me gusta, en absoluto. Ahora, no tengo claro si está determinado fehacientemente si hubo crímenes. No lo sé.



-De hecho, los encuentros donde Callejas ahora son vistos como un momento oscuro de las letras chilenas y muchos de los que pasaron por ahí prefieren no comentarlos, o sencillamente negarlo.
-Lo que pasa es que es difícil que se le haga justicia a esa época que es tan literaria. Es muy difícil por dos razones o porque pueden hablar al respecto son dos clases de personas: o los que nunca fueron invitados y se morían de resentimiento y de envidia y hoy día se mueren de odio. O los que sí iban y han cambiado su manera de ver las cosas y prefieren olvidarse de ese periodo. Entonces, unos no pueden hablar porque están objetados por su mal espíritu y por ignorarla. Y los que estuvieron no lo hacen porque no quieren recordarlo.



-¿Te parece compresible que algunos de sus asistentes prefieran olvidarlo?
-A mí no me gusta la posición de los que quieren olvidar. Creo que si uno ha cambiado de idea, debería poder decir "yo antes creía tal cosa, pero estaba equivocado". En vez de tratar de empezar a decir no, si las cosas no eran así, de esto, lo otro… Creo que hay una manera honesta de abordar la discrepancia y otra un poco embozada.



-¿Te gustaría escribir sobre eso?
-No lo descarto. Me gustaría, creo que es un bonito tema. Pero por otra parte, creo que fue suficientemente tal como ocurrió, de modo que habría que contarlo a modo de un historiador y no de un cuentista.



Escritos de Palacio



-¿Tú eres un hombre de derecha?
-Según sobre qué me preguntes, porque tengo una cantidad de ideales que supongo yo que son de izquierda y probablemente de extrema izquierda. En todo caso, yo me definiría como un liberal que es partidario de legalizar el aborto, legalizar la eutanasia, de legalizar las drogas, del matrimonio homosexual, del divorcio ni qué hablar. En el plano sociológico ¿qué ideales tengo yo? Tengo ideales como los que te menciono, quiero una sociedad en que todos seamos libérrimamente libres. Ese es mi ideal.



-Te lo pregunto porque la idea que hay es que Carlos Iturra es un escritor de derecha y asociado al gobierno militar.
-Lo que pasa en que no me gusta la izquierda. No me gusta la estética de la izquierda, no me gusta la ética de izquierda. Aunque tenga muchos ideales que pasan por progresista, con la izquierda chilena no tengo ni una empatía. Y, por otra parte, está el hecho de que yo apoyé el gobierno militar. Suena pretencioso: "apoyé el gobierno militar". A mí me pareció que el gobierno militar se justificó por lo que estaba pasando en este país y pienso que hizo grandes cosas por este país y le cambió el pelo. Me gustan aquellas cosas del gobierno militar que encajan con el ideal liberal.



-¿Tú trabajaste para el gobierno militar?
-Trabajé en La Nación.



-Dicen que escribiste alguno de los discursos de Pinochet
-Me habría gustado tener ese honor… Yo trabajé en algunas correcciones de Palacio. Es que escribir un discurso suena muy pretencioso, porque suena como que el que escribió le puso las palabras en la boca y las ideas en la cabeza. Y los redactores de discursos escriben lo que les mandan decir. A mí me tocó corregir cosas.



-¿Te sientes un escritor excluido?
-Yo siento que se me ha excluido de muchas cosas y no he visto ningún otro motivo que el político.



-Pero si tienes ideales que pueden ser considerados de izquierda, ¿por quién votas en las elecciones?
-Si me preguntas así de concreto, encuentro que los tres candidatos son malos, no me gusta ninguno. Pero creo que es muy necesario que haya un cambio. El poder corrompe. La democracia no es sólo el gobierno de las mayorías y el respeto de las minorías, sino también la alternancia en el poder. Los chilenos ya deberíamos estar hasta la coronilla de la Concertación. Tendré que votar por Lavín sino aparece un mejor candidato de derecha.



-¿Trabajarías en un gobierno de Lavín?
-Sí, claro. Con mucho gusto. Según pa’ qué. Si me mandan, como a muchos amigos míos de la Concertación que los han mandado de agregados culturales, voy a estar dichoso.


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