En tres días asistieron más de 20 mil personas
Hablar de que la versión 2014 del Festival Puerto de Ideas fue un éxito, sería ser reduccionista. Lo que pasó este año en Valparaíso fue la confirmación del éxito de un modelo de hacer cultura que ya cumple cuatro años. Desde 2010 a la fecha, Puerto de Ideas no sólo ha acertado llevando a ilustres intelectuales de talla mundial a comunicar sus ideas sobre el arte y la cultura en Valparaíso, sino que ha logrado despertar el apetito intelectual de múltiples públicos, que han premiado al evento con los teatros llenos, con respeto, puntualidad y motivación.
A las 10:30 del domingo, el Edificio Juan Ignacio Molina, en el sector de La Matriz, en Valparaíso, estaba rebosante de público. A esa hora el psicoanalista italiano Luigi Zoja se preparaba para dictar su conferencia Paranoia: la locura que hace a la historia, en referencia a su último libro publicado de título homónimo. A igual hora, en el Teatro Condell, pasaba exactamente lo mismo. La gente llenaba cuanto espacio había disponible para escuchar al crítico de arte chileno Pablo Chiuminatto, que dictaría la charla Nada más antiguo que lo nuevo: hacia una ecología del conocimiento. Poco más tarde, en el Teatro Municipal, los organizadores del Festival Puerto de Ideas debían dar explicaciones en la entrada, porque el recinto ya no aguantaba a nadie más. Algunos se enojaron, pero era cierto. La conferencia El estado de la naturaleza del antropólogo francés Bruno Lantour, tenía todas las locaciones agotadas.
Charla del neurocientífico Rodolfo Llinás
Hablar de que la versión 2014 del Festival Puerto de Ideas fue un éxito, sería ser reduccionista. Lo que pasó este año en Valparaíso fue la confirmación del éxito de un modelo de hacer cultura que ya cumple cuatro años. Desde 2010 a la fecha, Puerto de Ideas, no sólo ha acertado llevando a ilustres intelectuales de talla mundial a comunicar sus ideas sobre el arte y la cultura en Valparaíso, sino que ha logrado despertar el apetito intelectual de múltiples públicos, unos más ilustrados y otros menos, que han premiado el evento con los teatros llenos, con respeto, puntualidad y motivación.
«¿Quién dijo que la cultura eran solo tambores, artistas de cine o grandes espectáculos de teatro? ¡Na!, basta con una silla y algo interesante que decir». En esta frase del profesor jubilado Ricardo Andaur, pronunciada expontáneamente al cierre de la conferencia del británico David Harvey –El poder y lo urbano en un mundo desigual–, se puede apreciar una de las claves del festival: que la cultura de calidad no requiere de parafernalia.
David Grossman
Con dos charlas, David Grossman, uno de los autores israelíes más importantes del mundo y candidato recurrente el Nobel de Literatura, trasladó a la audiencia al interior de los secretos del escritor y los paseó por los dilemas de los autores a la hora de enfrentarse a la ficción, en circunstancias que a veces la realidad termina por golpear las ideas de modo ineludible.
Parte importante de sus charlas estuvo referida a su último libro, Más allá del tiempo (2013, Lumen), un texto que habla del deseo de un padre de ir hacia un lugar atemporal, donde encontrarse con su hijo, muerto hace cinco años, en una reflexión del autor sobre la muerte de su propio hijo, que falleció en la guerra de El Líbano, hace 8 años. En esa búsqueda el protagonista se encuentra con otros personajes, con quienes comparte el luto.
David Harvey
Usando el mismo teatro de la Universidad de Valparaíso, David Harvey, geógrafo y economista británico, removió los cimientos del público con El poder de lo urbano en un mundo desigual, al llevar a cabo un lúcido examen a la economía mundial, al capitalismo, en donde fijó ciertas claves, para nada alentadoras, de cómo el mundo se viene abajo producto de los booms inmobiliarios, que no son otra cosa –dice Harvey– que la estrategia usada por el capitalismo para salir de las crisis a través de la creación de instrumentos financieros que fijan su motor en el endeudamiento de los más pobres y en la multiplicación de la riqueza del 1% de los más ricos.
El italiano Luigi Zoja, con Paranoia: la locura que hace a la historia, despertó el apetito intelectual del público al realizar una disección a la historia bajo el prisma del psicoanálisis. De acuerdo a su análisis, los principales caudillos de la historia, protagonistas de las grandes masacres del siglo XX, como Hitler y Stalin, sufrían de «paranoia» como enfermedad mental. Pero más allá de esta patología individual, lo peligroso e importante a la hora de diseccionar la historia en pos de sacar lecciones para el futuro, es la dimensión colectiva de esta problemática, su característica de enfermedad altamente contagiosa.
Luigi Zoja
Si bien la maldad de estos paranoicos podría ser calificada de sicopatía, el experto en Jung aclaró que los sicópotas, al ser sujetos amorales, desatan su violencia sin mayor conciencia; en cambio, los paranoicos son sujetos morales, que ponen su moralidad encima de la de otros y, por esa razón, son mucho más peligrosos. Según Zoja, esta implantación moral, en donde todo lo que el caudillo piensa es lo correcto y todo lo demás es lo equivocado, es lo que llevado a que se cometan todo tipo de atrocidades. Se legitima, mediante el contagio social, la discriminación de toda índole, sentenció.
Otra de las grandes jornadas de reflexión estuvo a cargo de Bruno Latour, antropólogo y filósofo francés, que dictó la conferencia El Estado de la naturaleza, donde se refirió a su controvertida teoría sobre Gaia. “Es una visión de lo que sería un cuerpo político, Gaia viene de una visión filosófica new age, donde el planeta no es inerte ni completo», precisó.
En otra charla, también a tablero vuelto, la politóloga belga Chantal Mouffe, en su charla ¿El arte es política?, señaló que “las prácticas artísticas y culturales tienen una dimensión política porque son creadoras de subjetividades de pensamiento e inciden en cómo las personas actúan políticamente. El arte contribuye a la formación de lo antihegemónico”.
Los músicos pintores
Pero no sólo los adultos disfrutaron de esta fiesta. Los niños dejaron caer toda su creatividad en el evento «Crea tu juguete loco». En esta instancia, los chicos debían crear su propio juguete con piezas de juguetes rotos. La motivación y el asombro también estuvieron presentes con una charla por los sentidos de parte del Museo Interactivo Mirador y de la Fundación Pebre, que condujo a los menores por un viaje por los alimentos chilenos que se encuentran a lo largo y ancho del país.
Con la aventura de poner la mente en actividad, los tres días de encuentro con la cultura y el conocimiento terminaron en un balance positivo. La concurrencia alcanzó a más de 20 mil personas presentes en las 39 actividades que tuvo esta nueva edición de Puerto de Ideas.
Los organizadores valoraron el éxito alcanzado y también el crecimiento que ha tenido el certamen.
“Cada año este festival convoca a más personas que quieren aproximarse a la creatividad y a los temas diversos presentados por nuestros invitados. Nuestra motivación es alcanzar un equilibrio, 20 mil asistentes es un número que nos emociona. Somos un equipo que disfruta haciendo este festival, lo pasamos bien y queremos que así se mantenga, como un encuentro que cruza disciplinas, abre mundos, y es a la vez cercano a las personas”, señaló Chantal Signorio, directora de Puerto de Ideas.
El festival prepara su sexta versión en Valparaíso, para los días 6, 7 y 8 de noviembre de 2015. Además, Puerto de Ideas, Festival de Ciencia de Antofagasta, se realizará por segunda vez los próximos 10, 11 y 12 de abril.
Puerto de Ideas cuenta con la colaboración del Instituto de la Felicidad de la Coca-Cola y de la Fundación Mar Adentro. Fue seleccionado en la convocatoria 2014 del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, y está acogido a la Ley de Donaciones Culturales.
