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Dos Inti Illimani protagonizan obra de teatro en Museo de la Memoria sobre el sentido de la libertad Únicas funciones los días 17, 18 y 19 de abril

Dos Inti Illimani protagonizan obra de teatro en Museo de la Memoria sobre el sentido de la libertad

“La libertad del silencio” es un montaje que aborda el tema del exilio y la música chilena, desglosando las historias personales de Horacio Durán y José Séves. Mientras cocinan, ambos realizan un recorrido por su juventud y sus inicios en la música, sus ilusiones, sus secretos, sus sueños, sus miedos y deseos de mostrar su alma.


Una obra protagonizada por dos músicos de Inti Illimani tendrá tres únicas funciones los próximos 17, 18 y 19 de abril en el Museo de la Memoria (Matucana 501, Metro Quinta Normal).

Se trata de La Libertad del silencio, que muestra a Horacio Durán y José Seves entre preparaciones de un “Chancho en Piedra”, un consomé y una paella, en un montaje escrito y dirigido por Marcia Césped Laplechade y Pablo López.

Mientras cocinan, ambos realizan un recorrido por su juventud y sus inicios en la música,  sus ilusiones, sus secretos, sus sueños, sus miedos y deseos de mostrar su alma. Buscan sacar de esa maleta -que espera ser abierta-, la reflexión del significado de la patria, el sentido de la libertad y la influencia del exilio en sus vidas y en su música.

libertad del silencio (24)

“Teatro en la cocina”

Durán, a quien desde chico le gusta cocinar, es el cerebro de la iniciativa, y esta obra es una idea que le ronda hace unos 20 años: el “teatro en la cocina”.

Cuenta que el año 2003, su cuñado Fernando Gallardo hizo un guión que trataba de él y Seves como dos personajes a los que les iba mal en los conciertos del grupo, por lo cual ponían un restaurante de comida y canto; la obra se desarrollaría durante las preparaciones y el servicio. El proyecto se truncó cuando Gallardo murió el año siguiente.

Sin embargo, la idea no terminó allí. Durán tendría la primera experiencia de “teatro en la cocina” el 2011 en Nápoles, Italia, un país que conoce bien porque allí vivió el exilio. Rosi Padovani, una dramaturga dedicada exclusivamente a este particular género, creó la obra “Curanto y parmesana”. Los actores eran Durán y una actriz y cantante napolitana, Antonella Morea.

“Me sentí bien haciendo algo tan nuevo. Aunque he estado en escena toda mi vida en la música, la experiencia de teatro es un nuevo desafío”, dice. Además, “ya en Nápoles aprendí que debe existir un argumento, un guión, un conflicto que se tiene que desarrollar y que cocinar resulta un motivo para contar, en nuestro caso, la propia historia”.

Contacto en Chile

Ahora faltaba crear un montaje en Chile. Y la ocasión llegó: en 2014, Durán vio algunas obras de Césped y le pareció la persona indicada para reproponer la idea.

La artista y su compañía La Dama Teatro llevaban varios años tratando temas como la identidad de la cultura gastronómica chilena. “En la mesa de un lugar después de un concierto coincidimos y ahí comenzó este viaje”, recuerda Césped.

Ahora sólo faltaba el otro protagonista, Seves, quien nunca había actuado en teatro. “Mi especial admiración por el teatro y la actuación me llevó a la encrucijada y puso en cuestión mi pudor convenciéndome que me gustaría y que estaría a la altura”, responde cuando se le consulta qué lo motivó a participar.

“Ya en el encuentro con Marcia y Pablo se perfila rápidamente que esta es una oportunidad para hacer conocer partes del interior de una historia de dos músicos de un grupo gravitante, vivencias fortuitas que nos amarran a la historia musical, a la vida democrática y cultural antes de la debacle, conflictos que surgen en el exilio, todos impactos formadores de estos ‘actores’ que se representan  a sí mismos”, reflexiona.

Esto se suma a “nuestro propio interés de develar pasajes vividos, en una mezcla de trabajo testimonial y antropológico, desarrollando a la vez lo lúdico y lo dramático”, agrega.

“Tanto José como yo nos auto representamos”, dice Durán, aunque descubrió “que no es fácil parecerse o hacer de uno mismo”.

El exilio y el desapego

La construcción del guión fue un largo trabajo. Césped y López pusieron literalmente a “cocinar” a los protagonistas en la casa de Durán y los grabaron, mientras les hacían preguntas sobre sus vidas. Llegaron a tener más de veinte horas de imágenes y relatos. A partir de ello surgió el libreto.

El ejercicio además “nos llevó al contraste de dos personalidades muy distintas, la de José y la mía y, por supuesto, a los problemas del exilio, de cómo llegamos a la música cada uno por caminos muy diferentes, de cuando y como nos conocimos”, afirma Durán.

“Hemos recurrido al recuerdo de hitos y momentos significativos que abarcan un arco más extenso que el exilio, pero este, por la variada gama de vicisitudes y conflictos que presenta, da espesor a los contenidos y esculpe en el proceso formativo de cada uno en lo personal”, añade Seves.

En sus palabras, se trata de “una historia de amistad escrita con lenguajes diversos que promueve el aceptarse no obstante las diferencias”, además de compartir episodios internos de un grupo musical que vive el surgimiento de la música de identidad, del momento cultural y valórico que los incentiva y del afán democrático de los años 60 y 70.

Exilio y desapego son, para Césped, los dos temas centrales del montaje. El primero, como “un tema que atraviesa a miles de chilenos”; el segundo, como algo universal.

“Cada uno  de ellos debió develar sus más profundas reflexiones,  tristezas, alegrías y dolores”, complementa. “Poner eso en palabras y luego en escena ha sido un arduo e intenso trabajo para todos. Entender al otro en su total vulnerabilidad es un gesto de amor con mayúscula, realizar el acto teatral es la absoluta sincronía entre nuestras inquietudes, necesidades y visiones”.

 

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