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Valparaíso: el Patrimonio de la Humanidad que se cae a pedazos CULTURA

Valparaíso: el Patrimonio de la Humanidad que se cae a pedazos

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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La visita técnica de la Unesco, en noviembre, encendió las alarmas y algunos temen que la ciudad quede como sitio patrimonial en peligro. Según un informe gubernamental elaborado para medir los daños tras el estallido, Valparaíso ocupa el segundo lugar a nivel nacional en la lista de «Inmuebles Protegidos con Alteración» (166), solo superado por Santiago (872). «El Estado llevó el expediente a la Unesco, y por eso es el primer responsable, y eso significa tener una preocupación y una ocupación permanentes. Valparaíso es una ciudad especial, y debe ser tratada como tal. El gobierno local también tiene responsabilidad, con el municipio, de generar las herramientas para el desarrollo», afirma Carlos Lara, vicerrector de la U. de Valparaíso. Para los trabajadores del patrimonio, la ciudad puerto y su Área Histórica podrían estar «mejor en un escenario en que el municipio encabezado por Jorge Sharp sitúe este tema como un bien prioritario de cuidar y potenciar».


La reciente visita técnica de una misión de la Unesco a Valparaíso puede haber sido un síntoma. Se desarrolló desde el 7 al 11 de noviembre y el objetivo oficial fue elaborar recomendaciones para la gestión de la sección de la ciudad que es Patrimonio de la Humanidad, correspondiente al barrio puerto.

La urbe –que ya se encontraba en una situación difícil antes del 18 de octubre de 2019– fue duramente golpeada, primero por el estallido social y después por la pandemia. Hubo momentos en que la parte comercial de calle Condell parecía «zona de guerra», en palabras de Michael Arnold, un guía turístico alemán que trabaja desde hace años en la ciudad gobernada actualmente por el alcalde Jorge Sharp.

«El estallido social no solo afectó el patrimonio, sino a la completa ciudad, especialmente al centro de ella y ni que decir a sus habitantes. ¿Cómo pudo producirse tanta violencia y vandalismo en nombre de tan altos ideales?», se pregunta Agustín Squella, exrector de la Universidad de Valparaíso, exconvencional constituyente, y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales.

«Seguramente los porteños que destruyeron negocios en las calles céntricas de la ciudad viven en los mismos barrios en que lo hacen los propietarios y el personal que trabaja en esos locales. En cuanto a la pandemia, ni hablar: aplastó al mundo y todavía no tenemos una medida ni siquiera aproximada de los que han sido y siguen siendo sus efectos. A nivel mundial, recién empiezan a atisbarse los efectos neurológicos y no solo psicológicos de la pandemia», comenta.

Datos oficiales

Aunque parezca increíble, tras consultas realizadas a las entidades, este medio constató que no hay un informe oficial sobre el estado patrimonial de la ciudad, ni del municipio ni de parte del Ministerio de las Culturas. Esto, tomando en cuenta además que lo que abarca el Sitio que es Patrimonio de la Humanidad solo es una parte de la ciudad, y considerando que para los especialistas la urbe tiene mucho más patrimonio fuera de este polígono que en su interior.

Sin embargo, el «Catastro Georreferenciado para recuperación patrimonial», elaborado por el Consejo de Monumentos Nacionales en junio de 2020, para establecer los daños que había dejado el estallido social, da algunas luces.

Allí se catastraron a nivel nacional 2.571 inmuebles patrimoniales (con y sin alteración), de los cuales 1.617 corresponden a Monumentos Nacionales, en la categoría de Monumentos Históricos (MH) e inmuebles en Zona Típica (ZT); y 954 a inmuebles protegidos mediante el artículo 60° de la Ley General de Urbanismo y Construcción (LGUC) como Inmuebles de Conservación Histórica (ICH). Además, se catastraron 643 Monumentos Públicos (MP).

Por ejemplo, en una lista de «Monumentos Históricos con Alteración», referente a daños como vidrios rotos y rayados, Valparaíso fue la cuarta ciudad más afectada (8), superada por Santiago (75), Coquimbo (13) y Antofagasta (12). El mismo sitial ocupa la ciudad en el título de «Monumentos Históricos con daño menor» (8).

Valparaíso además ocupa el segundo lugar en la lista de «Inmuebles Protegidos con Alteración» (166), solo superado por Santiago (872), y también en «Inmuebles Protegidos con Daño Menor» (169), con Santiago en 869.

El puerto encabeza asimismo la lista de «Inmuebles Protegidos con daño menor: incendio» (6), el doble de Santiago. En cuanto a «Monumentos Públicos alterados», Valparaíso es tercero (51), siendo superado solo por Santiago (88) y Coquimbo (55).

Críticas

La arquitecta Cecilia Jiménez, académica de la U. de Valparaíso, conoce bien la ciudad. Ella fue una de las principales impulsoras de la postulación de la ciudad puerto ante la Unesco.

«No tengo duda de que el estado actual del Patrimonio de la ciudad de Valparaíso y su Área Histórica, podría ser mejor en un escenario en que el municipio sitúe este tema como un bien prioritario de cuidar y potenciar y se comprometa con su fortalecimiento, a través de una gestión integral que lo considere como un activo para impulsar el desarrollo de esta ciudad puerto», comenta la especialista.

Al menos desde el Ministerio de las Culturas señalan que, en el sector del patrimonio, existe un consenso sobre el valor histórico y patrimonial de Valparaíso.

«Estamos conscientes de los desafíos que ha debido enfrentar la ciudad, en especial durante la pandemia, ya que el turismo fue muy golpeado. Creemos que el gran desafío que tenemos como Estado es contribuir al desarrollo de iniciativas que signifiquen un crecimiento para la zona, como también apoyar proyectos de educación patrimonial que permitan un trabajo en conjunto con las comunidades que habitan el Sitio de Patrimonio Mundial», puntualizó la subsecretaria del Patrimonio, Carolina Pérez Dattari.

Para el guía Arnold, está claro que en los últimos años las cosas en la ciudad empeoraron más que mejorar.

«A los cerros Alegre y Concepción es difícil subir, no solamente porque se ha vuelto sucio y peligroso, sino porque está lleno de grafitis y muchos ascensores ya no funcionan», cuenta.

También dice que el resto de la zona céntrica, especialmente las calles por donde pasaban las marchas hacia el Congreso, también se vieron afectadas por incendios.

«Muchos comerciantes se fueron, porque tenían miedo a los saqueos. Y hoy muchos de sus antiguos locales están cerrados o blindados, y en sus veredas solo hay comercio ambulante», afirma. Y aunque reconoce que el municipio inició una campaña para pintar las fachadas del barrio, muchas veces solamente es cuestión de horas para que las paredes estén nuevamente grafiteadas.

Visita de la Unesco

En ese escenario, la visita de la misión de la Unesco ha sido vista con atención y, también, con pesimismo.

«Lo más probable es que proponga que Valparaíso entre a la lista de peligro, lo cual no lo veo como un mal sino como un bien, como una advertencia de expertos acerca de lo que tenemos que mejorar en cuanto a la preservación y gestión de nuestro patrimonio», expresa el exrector Squella.

«Nos haría bien como ciudad que nos digan que estamos en peligro, al menos en lo que a patrimonio se refiere. Es probable que en tal caso la completa ciudad y no solo sus autoridades locales y nacionales tomen debida conciencia de lo que, hasta ahora, una gran mayoría de ciudadanos ha tomado con total indiferencia: tener sitios históricos inscritos en la lista del Patrimonio Mundial», remata.

Patricio Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Trabajadores(as) del Patrimonio (ANATRAP) de Valparaíso, comenta que uno de los problemas es que las expectativas de la ciudadanía en el tema patrimonial son muy altas en contraste con las políticas públicas en el tema.

Díaz ve cuatro problemas en la ciudad puerto. Uno es que no ha habido una política vinculada al patrimonio que obligue a que los agentes responsables se hagan cargo y cumplan con los objetivos correspondientes.

En segundo lugar, ha existido un problema de gobernanza y legitimidad respecto a las organizaciones intervinientes.

En tercer lugar, nombra la decadencia económica que ha vivido el puerto desde los años 70 en adelante, que se ha intentado revertir, entre otros aspectos, con el tema patrimonial como recurso, tratando de atraer capitales, sobre todo inmobiliarios, y convirtiendo los barrios patrimoniales en lugares de interés turístico y gastronómico, pero que en el caso del puerto significó la gentrificación, especialmente de los cerros Alegre y Concepción, donde familias completas han sido expulsadas por los aumentos de precios. Con esto, el tema patrimonial ha pasado –a su juicio– de solución a problema.

El cuarto punto, finalmente, se relaciona con otros tipos de patrimonio que existen en Valparaíso, como el inmaterial, y que son tratados de manera diferente. Por ejemplo, la Asociación de Organilleros, que recientemente organizó un evento internacional.

«El problema está en las políticas de cómo se gestiona el patrimonio construido», sintetiza, al tiempo que insiste en que con el estallido se vio afectada la zona comercial de Valparaíso, más que el polígono, que es Patrimonio Mundial propiamente tal, como el barrio Puerto, el cerro Alegre o la zona baja del cerro Cordillera.

«Los discursos que hablan de que el Sitio que es Patrimonio Mundial fue dañado por el estallido social, yo categóricamente diría que son falsos», afirma enfáticamente. «Decir que el estallido es responsable de lo que está pasando ahora, es una falacia», recalca.

Defensa municipal

La directora de la Comisión de Patrimonio del municipio porteño, Macarena Carroza, defiende la gestión de Sharp en este aspecto. Y admite que «hace ya casi 20 años que el estado del patrimonio en Valparaíso no es bueno».

Sin embargo, asegura que no existe allí ningún deterioro sobre su patrimonio que no sea reversible. «Es decir, su identidad y los atributos que le dan valor, están intactos», subraya.

«El actuar municipal de esta administración, a mi entender, ha sido muy preciso, por romper, por ejemplo, la inercia después de casi 20 años sobre la administración del Sitio Patrimonio Mundial que alberga la comuna, con respecto a su gestión, ya que levantó una figura de administración que resuelve facultades importantes en estas materias», detalla.

El Directorio de la Corporación está integrado por el alcalde de Valparaíso, quien presidirá el Directorio; un representante de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, del gobernador de Valparaíso, del delegado presidencial de la región, de la presidencia del Consejo de Rectores de las Universidades de Valparaíso, además de la presidencia de la Cámara Regional de Comercio de Valparaíso, así como un representante de las Juntas de Vecinos del Sitio de Patrimonio Mundial y otro en representación de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos (UNCO).

«El municipio arrastra lo malo de las gestiones anteriores, y se tuvieron que hacer cargo de consultorías millonarias que se fueron al tacho. Tratar con las comunidades de los barrios que son Sitio Patrimonio o con los sindicatos de estibadores, fue nuevo para ellos. No venían con una experiencia de gestión municipal. Para ellos ha sido un aprendizaje porque partieron de cero, pero también podríamos decir que han hecho algunos intentos, con pocas herramientas, pocos conocimientos. Los equipos de patrimonio en la municipalidad son bien precarios, no hay equipo con un conocimiento profundo del tema como para hacerse cargo de la gestión del patrimonio. Hay personas que están interesadas, que tienen algunas ideas, que son expertas en educación patrimonial, en restauración, pero no es lo mismo que la administración de un sitio. Creo que ahí no han logrado pegarle el palo al gato tampoco, siempre quedan al debe», opina el dirigente Díaz, quien además advierte que hay grandes empresarios de la ciudad a los que no les interesa el tema patrimonial, porque lo ven como un obstáculo a sus proyectos económicos.

Carlos Lara, académico de la Facultad de Arquitectura de la U. de Valparaíso y vicerrector de esa casa de estudios, defiende a la alcaldía en el sentido de que el tema patrimonial excede por mucho sus facultades y posibilidades. Para él, un factor clave es que la ciudad perdió poder de influencia y que muchos actores relevantes que la habitaban en el pasado, ya no están.

«Son muchos los factores, y decir que solo el municipio es responsable, es poco solidario y poco honesto en términos que la alcaldía no tiene todas las herramientas para resolver el problema. Siempre se va a quedar corto», apostilla.

Una ciudad especial

Para Rafael Torres, director del Museo de Bellas Artes de Valparaíso, el problema central es la poca participación del Estado, en términos generales, en su Sitio del Patrimonio, y nombra la cantidad de inmuebles ocupados de forma ilegal en la zona. «Además, como el resto del país, estamos siendo sujetos de una violencia bastante desatada», admite.

Para enfrentar el tema estrictamente patrimonial, una cosa clara para él es la falta de recursos.

«Sería oportuno contar con una glosa permanente, como el Fonsal», señala, en referencia al Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural,  que se utilizó en Quito. Se trata de una Ley de la República que funcionó entre 1987 y 2010, cuando pasó a ser el Instituto Metropolitano de Patrimonio.

«El Estado llevó el expediente a la Unesco, y por eso es el primer responsable, y eso significa tener una preocupación y una ocupación permanentes. Valparaíso es una ciudad especial y debe ser tratada como tal. El gobierno local también tiene responsabilidad, con el municipio, de generar las herramientas para el desarrollo. Además ha pedido ayuda a la Unesco, lo que parece muy bien como gesto de humildad para ver cómo mejorar la mantención del Sitio», afirma.

Para Lara, lo grave incluso va más allá del daño material, pues eso se puede reparar.

«Lo más complejo siempre es la condición de la vida de la ciudad. Hay que entender eso. El patrimonio no son los edificios de la ciudad. Te lo digo siendo arquitecto. El patrimonio es aquello que nos es propio. Por lo tanto, la vida de la ciudad es más importante que el patrimonio mismo. No sacamos nada con tener edificios, que sean un parque de atracciones, si no hay vida. Necesitamos que la gente vuelva a Valparaíso, que los niños vuelvan a los colegios, porque va a ser la única forma de reactivar la vida», enfatiza.

«Lo que más nos falta es una mirada de futuro acerca del patrimonio de la ciudad, no de pasado», coincide Squella. «Pero el futuro, al menos en parte, es algo que se decide en el presente y que no simplemente se espera», concluye.

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