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Fernando Guzzoni, cineasta: “El caso Spiniak y Gemita Bueno son un hito de interrogación al poder” CULTURA

Fernando Guzzoni, cineasta: “El caso Spiniak y Gemita Bueno son un hito de interrogación al poder”

Emilia Aparicio
Por : Emilia Aparicio Periodista El Mostrador
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“Blanquita”, inspirada en el caso Spiniak, es una película sobre una red de prostitución infantil liderada por un importante empresario en Chile. El director del filme conversó con El Mostrador acerca de la realización y el proceso de creación del guion a partir de los hechos que marcaron la agenda nacional en 2003. El estreno de la cinta se realizó en la versión 79º del prestigioso Festival Internacional de Cine de Venecia, donde ganó en la categoría de Mejor Guion (sección Horizonte), tras una cerrada ovación de varios minutos.


Han pasado veinte años desde que salió a la luz la red de prostitución infantil y pedofilia urdida por el famoso empresario chileno Claudio Spiniak. El caso marcó un antecedente importante a inicios de los años 2000 y remeció a la clase política, al Poder Judicial y los medios de comunicación.

Con el pasar de los años, el cineasta Fernando Guzzoni siguió reflexionando sobre los polémicos personajes involucrados en el caso Spiniak, sobre todo Gemita Bueno, la joven que presentó declaraciones clave en las investigaciones judiciales, pero que finalmente eran falsas.

Guzzoni sintió que había quedado un halo de impunidad en torno al caso, lo que lo llevó a reflexionar e investigar sobre la red de prostitución infantil, sin embargo, durante estos años realizó tres películas y finalmente su interés por el caso Spiniak decantó en el guión y realización de Blanquita.

“Realicé tres películas, pero el caso seguía en mi cabeza, hasta que decidí investigarlo con propiedad y en detalle”, relató el director a El Mostrador.

El estreno de la película se realizó en la versión 79º del prestigioso Festival Internacional de Cine de Venecia, donde ganó en la categoría de Mejor Guion (sección Horizonte). La cinta fue ovacionada durante cinco minutos por la crítica y el público por su increíble historia y excelente argumento.

El guion se construye a través de los ojos de las víctimas, a quienes el sistema parece ponerles una traba tras otra, mientras que a los poderosos se les da todo el beneficio de la duda.

“Me pareció muy fascinante la figura de Gemita Bueno, porque había sentado una figura femenina muy subversiva en términos de que rompía con el molde de lo que que siempre se les ha reservado en muchos aspectos a las mujeres: esa mirada purista e higienizada y acá, en cambio, me parece que era una mujer joven de extracción popular, sin tentáculos con el poder, en ninguna cúpula económica y lograba poner en vilo a la opinión pública. Se erigía como una suerte de heroína con doble moral que iba en búsqueda de justicia, pero con métodos no tan ortodoxos, y eso me pareció muy interpelador”, expresó el director. 

“Había una tensión entre el estatuto de la verdad y por otro lado la idea de la impunidad y de cómo la élite, para reproducirse, siempre establece acuerdo cupulares”, agregó.

La película se centra en el personaje de Blanquita, una adolescente que vive en un hogar de acogida, dirigido por el cura Manuel, y que es la testigo clave en el escándalo que involucra a políticos, empresarios, hombres poderosos, que son parte de fiestas sexuales. Sin embargo, la mentira sobre su participación en el escándalo sexual pone a Blanca y Manuel en el ojo de la prensa y la opinión pública, convirtiendo a la joven en una mártir feminista del caso que remueve los cimientos más profundos de la sociedad.

“A mí me parecía que el caso Spiniak, y en particular la figura de Gemita Bueno, era indicio o un hito de interrogación al poder desde un sujeto que no pertenecía a esa elite, es decir, es una mujer que era capaz de poner en vilo a los otros estamentos de la sociedad en un contexto particularmente adverso”, explicó el director.

El filme es protagonizado por Laura López y Alejandro Goic y cuenta, además, con la participación de Amparo Noguera, Daniela Ramírez, Marcelo Alonso y Jaime Vadell.

Ficción a través de la realidad

Si bien la película está basada en hechos de la realidad y el director ya había trabajado con el documental en La Colorina (2008), al momento de escribir el guion de Blanquita, Guzzoni decidió hacer una cinta de ficción.

“A mí siempre me interesa dialogar con la realidad a la hora de construir un relato y también tensionarla y problematizarla e instalar mis propias obsesiones ahí. Entonces, nunca me imaginé el caso como un ejercicio mimético de la realidad, ni que tuviera un afán periodístico o historicista, sino que más bien era tomar elementos de manera arbitraria, aunque la historia contiene muchos elementos del caso real, pero no me quería sentir preso de contar una historia, digamos, ecuánime. Quería tensionar esa verdad y me parece que la ficción es la herramienta que más me interesa para poder desarrollar mis obsesiones”, señaló.

El cineasta desarrolló una amplia investigación que incluyó revisar los expedientes judiciales del caso y también hizo entrevistas a periodistas, psicólogos que fueron parte del mismo y a uno de los jueces que dictó sentencia.

“Me fui construyendo el punto de vista que tenía o estaba centrado en esta mujer joven y en este sacerdote”, expresó. 

A 20 años de que saliera a la luz el escándalo del caso Spiniak, que marcó un hito en la esfera política y mediática, Guzzoni afirmó que “este caso es una especie de elemento fundante de una linealogía que se ha ido repitiendo, donde el poder no funciona de manera vertical”.

Varios de los temas relacionados al caso Spiniak siguen vigentes: abuso sexual y de poder, desigualdades y pobreza.

“Finalmente ese mismo poder logra capturar esas identidades que colisionan con entidades que no frecuentan esos espacios de poder y chocan accidentalmente con esos lugares y, de alguna manera, el poder logra secuestrar esas subjetividades, disciplinarlas, racializarlas, oprimirlas, y por eso que este caso es un primer indicio de aquello y se ha vuelto un elemento que ya hemos visto con más nitidez en los últimos años”, sostuvo.

En ese sentido, el cineasta relacionó la reflexión con las elección de consejeros constitucionales, donde el Partido Republicano obtuvo la mayoría de los escaños.

“Ese mismo poder y sus dispositivos tienen formas para poder cooptar ese descontento, la demanda, la búsqueda de justicia, la interpelación, entonces me parece que vivimos como un loop, como si fuera una tragedia y después una farsa”, dijo.

“Siento que lo que estamos viviendo es una restauración conservadora, con un proceso constituyente tutelado y pobre democráticamente. Veo un panorama bien complejo, pero también una responsabilidad, de los que creemos políticamente y culturalmente en el progresismo, de repensarnos y de entender que esto no se resuelve dejando los espacios de politización sino que, al contrario, resucitándolos y problematizándolos, sin restarse, lo que hace que haya un desafío gigante, pero es la única manera”, concluyó.


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