En 2013 empezó a gestarse el Museo de Historia Natural Río Seco (MHNRS), a partir de la recolección de animales muertos que iban encontrando los hermanos Miguel y Benjamín Cáceres Murrie –artista visual y biólogo marino, respectivamente–, junto a su padre, Patricio Cáceres, quien les donó parte del exfrigorífico en desuso de las instalaciones de Algina S.A., una empresa de secado de algas. El espacio fue tomando forma a través de la convergencia entre las prácticas científicas y artísticas, involucrando la restauración de espacios, junto con poner en valor el patrimonio natural y cultural de la Región de Magallanes. Actualmente, Miguel Cáceres dirige el museo y señala que “hay una especie de oscuridad en el desarrollo de nuestra colección, porque, a medida que crece, la mayoría de las veces significa que, o son ballenas que han sido colisionadas por el aumento del tráfico marítimo o animales atropellados por la alta carga que soportan nuestras carreteras, o por procesos naturales que se ven en conflicto con el crecimiento de la ciudad, etc. De alguna manera, nosotros somos el reflejo de eso”, expresa.
Al norte de Punta Arenas, junto al Estrecho de Magallanes, los hermanos Miguel y Benjamín Cáceres Murrie, artista visual y biólogo marino, respectivamente, comenzaron a crear en 2013 el Museo de Historia Natural Río Seco (MHNRS) en distintas secciones del exfrigorífico en desuso de las instalaciones de Algina S.A., una empresa de secado de algas. Las primeras colecciones del museo se fueron formando a partir de la recolección de animales muertos que iban encontrando junto al padre de los hermanos, biólogo marino y gerente de la empresa, Patricio Cáceres.
“Nosotros partimos el 2013 desarrollando colecciones de historia natural con animales actuales que encontramos muertos en la carretera, en la orilla de playa, etcétera, sin contar con recursos ni con una idea muy programática, sino que simplemente trabajando en torno a este elemento. Mi hermano había tomado una especie de taller en la Universidad Austral donde había aprendido la técnica de osteotecnia, que es la recuperación del esqueleto de los animales muertos”, relata Miguel Cáceres Murrie.
El espacio cultural fue tomando forma a partir de la convergencia entre las prácticas científicas y artísticas, involucrando la restauración de lugares y poniendo en valor el patrimonio natural y cultural de la Región de Magallanes. Actualmente, Miguel Cáceres dirige el museo y además es docente en la Universidad de Magallanes (UMAG). En conversación con El Mostrador, relata cómo se ha ido desarrollando el proyecto a lo largo de los años.
“Fui profundizando en una deriva más teórica sobre el mismo concepto de historia natural, que tiene muchas entradas, muchas posibilidades, pero la que me interesa particularmente es la reivindicación de ese concepto que hace el Museo de Historia Natural de París. Cuando hubo la discusión de cambiarle el nombre a Museo de Ciencias Naturales, se generó una discusión muy interesante respecto de la reivindicación del concepto de historia natural, en cuanto a la posibilidad de entender la cultura como una parte de la naturaleza y, con eso, la historia, la antropología, la sociología, las humanidades, el arte, todo es parte también de los fenómenos de la naturaleza, y la cultura sería un aspecto o un fenómeno también natural”, explica el director del MHNRS.
En las distintas salas tienen exposiciones donde se pone en valor el conocimiento de las especies que existen en la región, su funcionalidad dentro de los ecosistemas y, además, la historia obrera que fue parte del territorio.
“El mismo desarrollo de las colecciones plantea nuestra deriva”, afirma Cáceres. En el museo buscan “hacer convivir la historia obrera con el tiempo geológico, paleontológico, con la inversión temporal más profunda”, subraya.
“La memoria obrera era una especie de deuda pendiente que nosotros siempre sentíamos que teníamos que desarrollar, al estar en un espacio que fue vital para el desarrollo industrial de la Región de Magallanes en la primera mitad del siglo XX y que genera hasta el día de hoy una identidad muy grande en el sector de Río Seco”, agrega.
Además, Miguel Cáceres tiene una mirada atípica a la que se suele escuchar sobre la patrimonialización de los espacios.
“Tengo una visión bastante crítica respecto de lo patrimonial y a la conservación, porque en general todos los signos del capitalismo muy acelerados, como se plantea, por ejemplo, hoy con el hidrógeno verde, o con las salmoniculturas, están asociados también a la conservación, a la patrimonialización, a la creación de reservas naturales. Entonces, me parece que son fenómenos de la modernidad o posmodernidad que van de la mano como formas del capitalismo que tiene para replantearse, para poder actualizarse y para poder complejizarse y, entonces desde eso, creo que tengo una mirada crítica. Cada vez que me hablan de patrimonialización o cuando me hablas de qué museo se va a crear, yo pienso: bueno, qué se va a destruir ahora. En una sociedad más justa, en que las comunidades están realmente consideradas, quizás no serían necesarios los procesos patrimonialización o los mismos museos, pero entiendo que también esa es una cuestión que es bastante imposible”, sostiene.
En esa misma línea, afirma que “lo más importante es que las mismas comunidades sean las que decidan finalmente qué tipo de instituciones quieren crear y cómo desarrollarse y no bajo modelos impuestos, que siempre vienen a la medida del Estado o de la gran industria. En ese sentido, el Museo de Historia Natural Río Seco, por su bagaje, por su corta trayectoria, al ser un museo que no cuenta con colecciones previas, sino que todo es fruto del proceso de recolección, podríamos decir que está en el límite. Todo el crecimiento que ha tenido el museo y lo que hemos observado es gracias a procesos de destrucción de la naturaleza que no buscamos nosotros”, puntualiza Cáceres.
Agrega, además, que “hay una especie de oscuridad en el desarrollo de nuestra colección, porque, a medida que crece, la mayoría de las veces significa que, o son ballenas que han sido colisionadas por el aumento del tráfico marítimo o animales atropellados por la alta carga que soportan nuestras carreteras, o por procesos naturales que se ven en conflicto con el crecimiento de la ciudad, etcétera. De alguna manera, nosotros somos el reflejo de eso y desde ahí, de manera tangencial, podemos poner una especie de voz de alerta respecto de cómo es nuestro desarrollo, qué es lo que implica, qué es lo que estamos haciendo. Las colecciones del museo son testigos muchas veces de eso”, enfatiza.
Además del edificio principal del MHNRS, están trabajando en el proyecto que recupera el Faro San Isidro, el más austral de América, sobre el cual indica que “se ha transformado en una especie de satélite del Museo de Historia Natural Río Seco”.
El Museo de Historia Natural Río Seco se encuentra abierto todos los jueves y viernes desde las 15:00 a las 18:00 horas, de manera gratuita, a toda persona que quiera visitarlo.
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