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Cineasta de “Penal Cordillera”: “Hay una violencia invisible que nos permea hasta hoy como sociedad”

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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En su ópera prima, que pasó por el Festival de Huelva (España) y se estrenó el pasado jueves, Felipe Carmona retrata por dentro el recinto que albergó a ex altos mandos militares recluidos por los crímenes de la dictadura, con actores como Bastian Bodenhofer, Alejandro Trejo y Mauricio Pešutić.


¿Qué hacen cinco exmilitares que están condenados a cientos de años de cárcel por crímenes de lesa humanidad? ¿Qué conversan, qué hablan? ¿Tienen pesadillas? ¿Cómo se llevan entre ellos? ¿Conversan de fútbol, de música?

Estas preguntas fueron el punto de partida de la ópera prima del cineasta Felipe Carmona para escribir y dirigir “Penal Cordillera”, a lo que se sumó como escenario la precordillera, “como un universo fascinante de llevarlo a lo cinematográfico”, según cuenta.

“Lo desafiante a nivel creativo fue cómo abordar un tema que se ha visto mucho en la historia del cine latinoamericano, digamos, que son las consecuencias de nuestra dictadura o de la dictadura en sí, y cómo darles algo de frescura a ese registro”, agrega.

“Entonces, lo que me planteé siempre como director y guionista fue cómo abrir ese espacio de humanidad a personas que son criminales, que son monstruos, torturadores, y creo que era una forma más directa de interpelar al público contemporáneo”.

Para crear los diálogos y recrear este ambiente, hubo mucha investigación.

“Los personajes reales a los que se inspira la película tenían mucho material. Más allá de los archivos judiciales o entrevistas que hubieron en su tiempo. Por ejemplo, (Miguel) Krassnoff tenía un blog, Odlanier Mena tenía su descripción de su biografía, un mamotreto importante, Manuel Contreras tenía una biografía por muchos lados, investigaciones de periodistas, caleta de estudios, donde le fuimos rescatando como detallitos, no caer como en lo grueso del detalle del militar con su cierta ideología muy marcada, muy pragmática y muy hermética”, cuenta.

“Contreras que era un poco esotérico, eso me llamó mucho la atención. Entonces leía el libro este que era ‘Urantia’, en donde el infierno no existe, y decía, bueno, se tuvo que inventar un mundo donde el infierno no existe, porque seguramente sentía un terror interno importante donde se convenció de que el infierno no existe. O Odlanier Mena, que era un lector de poesía y leía a T.S. Eliot, por eso en los créditos aparece la voz de T.S. Eliot recitando uno de sus poemas más famosos, ‘The Wasteland’, y Krassnoff también, su historia cosaca. Entonces eso nos fue dando como cierta particularidad a los diálogos y llevarlo como a esa tecla, alejarse un poco del discurso obvio y llevarlo como a estas cosas particulares que acentuaban igual su forma de pensar, pero desde un punto de vista un poco particular”.

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