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“Lou Reed. Catálogo irracional”: un agrio, un divo CULTURA|OPINIÓN

“Lou Reed. Catálogo irracional”: un agrio, un divo

Carmen Valdebenito
Por : Carmen Valdebenito Traductora inglés-español. Escribe y dirige el sitio Mis Lecturas Chile de YouTube.
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Las experiencias del autor, el músico y los entrevistados se suceden vertiginosamente, y casi sin darnos cuenta nos encontramos con un cierre bien logrado, después de que Julià decide no asistir al funeral de Reed, donde reconoce que su acercamiento nunca dio para que se considerara como amistad y nos alejamos del libro habiendo recorrido la vida y obra en un orden bastante cronológico que de todas formas escapa a las biografías tradicionales gracias a los recuerdos del autor que salpican todo el texto y nos entregan la visión de alguien que no mantiene una idea romántica de Lou Reed, que lo presenta con los pantalones abajo y reconoce que el tipo estaba lejos de ser perfecto. Muy, muy lejos.


¿Habrá algo más envidiable? Ser fanático del artista, el músico, cantante, pintor, escritor, escultor o lo que sea y… ¿tener la oportunidad de conocerlo?

Y no solo eso de hola, me encanta tu música, ah que bien gracias, firma, foto y hasta luego. No. Encontrarlo joven, con lo que parecían solo algunos años más que tú en ese momento, compartir un cigarrillo, unas cuantas palabras, acercarse. Oler el ambiente en caso de que sea posible empezar a conocerlo de verdad. Entablar una amistad.

Pues bien, eso es lo que le sucedió a Ignacio Julià, actual crítico de cine y música, que con apenas veintitantos años y quizás la misma cantidad de duros en el bolsillo, se montó en un tren desde su natal España a otro país europeo de por ahí cerca (todos están cerca, en realidad) para ver el que sería su primer concierto del músico que le había volado la cabeza con sus discos, el norteamericano Lou Reed, el mismo de la Velvet Underground.

Y desde ese primer encuentro, Lou le mostró su carácter: agrio, a veces, un divo. En otras ocasiones, encantador, repartidor de besos muy cerca de la boca y abrazos extra apretados. Un polvorita que prendía con una simple palabra. Un adicto y alcohólico en recuperación que con los años no soportaba ni que mencionaran la palabra alcohol cerca suyo. Llamarlo lunático es ser elegante y en las páginas de Lou Reed. Catálogo irracional (Santiago-Ander, 2023) el autor español deja en claro que lo suyo no fue precisamente una amistad, pero que el conjunto de encuentros y desencuentros entre ambos le permitió armarse una idea bastante más completa de este artista de la que muchos otros periodistas hayan podido tener.

El libro parte con la anécdota del viaje en tren hasta el primer concierto de Lou en Holanda, el que ya venía precedido de controversia (porque Reed fue un acumulador compulsivo de controversias) y continúa con extractos de entrevistas realizadas por el autor a conocidos, colaboradores, empleados y amigos/enemigos del neoyorquino.

Los músicos tentados, estrujados y desechados por Reed. Los otros músicos, que siempre estuvieron a su lado, solo porque tenían más aguante o lo veían menos. Las parejas, casi todas maltratadas, que en algún momento reaccionaron y salieron corriendo, y que en varios casos nunca volvieron a referirse al músico. Prefirieron borrarlo. Lo mismo que ocurrió con sus amigos y familiares. Su hermana, que según explica Julià quiso dar una imagen de respeto y hasta amor entre Lou y su padre, pero que no le resultó mucho, después de que el público ya hubiera escuchado sus letras llenas de gritos y reproches, y el famoso tratamiento con electroshock de adolescente, lo que el músico nunca les perdonó a sus padres.

Varios periodistas, que recibieron la furia de Reed cuando calificaron sus discos de mediocres o derechamente malos; otro periodista que no encontró nada mejor que publicar una biografía (¡en vida!) de Reed y para la que contactó a varios ex: examigos, exparejas, excompañeros, extrabajadores y que lo llevó a convertirse en el objeto de odio de Lou hasta su muerte (la del periodista).

Es un recorrido onírico el que logra Julià, como enamorado de la música de Lou, disfrutando o sufriendo sus presentaciones, las primeras escuchas de cada uno de sus discos fueran buenos, menos buenos, adelantados o incomprendidos; reaccionando ante los comentarios y críticas de otros periodistas y músicos, que luego debían soportar las respuestas de Reed en los medios escritos o la profunda indiferencia del divo que odia a los periodistas y deja de dar entrevistas como castigo.

Las veces en que se encontró en persona con el artista también aparecen en este catálogo, por supuesto, y es en estas instancias donde queda más claro que nunca que a este artista no había por dónde agarrarlo. Feliz un momento, escupiendo fuego al segundo. Un encanto, de conversación amena, aunque nunca muy interesado en lo que los demás tenían que decir, hasta que alguien salía con algo que lo desencajaba por completo, o llegaba a la mesa con olor a licor, o le preguntaba por su pareja del momento en un tono inapropiado y venía la explosión. Y al tiempo, aquí no ha pasado nada. ¿Quizás el electroshock se asomaba en su cabeza de vez en cuando? Quizás los cócteles de drogas que no lo mataron de milagro durante años finalmente le frieron un poco el cerebro. Quizás simplemente siempre fue así, y la fama solo enfatizó esa forma de Jekyll y Hyde que era tan suya.

Las experiencias del autor, el músico y los entrevistados se suceden vertiginosamente, y casi sin darnos cuenta nos encontramos con un cierre bien logrado, después de que Julià decide no asistir al funeral de Reed, donde reconoce que su acercamiento nunca dio para que se considerara como amistad y nos alejamos del libro habiendo recorrido la vida y obra en un orden bastante cronológico que de todas formas escapa a las biografías tradicionales gracias a los recuerdos del autor que salpican todo el texto y nos entregan la visión de alguien que no mantiene una idea romántica de Lou Reed, que lo presenta con los pantalones abajo y reconoce que el tipo estaba lejos de ser perfecto. Muy, muy lejos.

Para fans del músico, de todas maneras, porque van a obtener un catálogo detallado de las ediciones de sus discos, los orígenes de sus canciones (hasta con partes de sus letras traducidas), la relación con sus músicos, lo que fue para el autor estar en sus conciertos, vivir la energía de las drogas y la sobriedad. Todo está acá. Imperdible.

Y para quienes llegamos al libro conociendo a Lou Reed solo por «Walk on the wild side» y salimos de él después de descubrir que «Perfect Day» también le pertenece al neoyorquino, nos llevamos además la evolución de un tipo salvado por la música, aunque quizás nunca fue capaz de reconocerlo, así como las vivencias del fan, muy probablemente la parte con la que es más fácil identificarse.

Este catálogo tiene algo para quienes amamos la música, las biografías, la buena escritura y las historias de salvación. Irracional resumen, sin duda, pero esto se trata de Lou Reed. No podía ser de otro modo.

Ficha técnica:

“Lou Reed. Catálogo irracional”, Ignacio Juliá, Santiago Ander Editorial, 2023.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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