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El universo, ¿máquina o pensamiento? CULTURA|OPINIÓN

El universo, ¿máquina o pensamiento?

La visión mecánica del universo permite predecir todos sus movimientos, pero no explica el porqué de sus movimientos. Trascender la idea de una maquina permite ahondar en cualidades autoorganizativas y creativas, similares a las de un proceso mental.


En 1900, el físico y matemático Lord Kelvin dio una conferencia que llamó “Las nubes del siglo XIX sobre la teoría dinámica del calor y la luz”. En la conferencia describía la física como un cielo casi completamente azul, donde todo estaba claro, y aconsejó no estudiar física porque ya estaba todo descubierto. Dijo: “Ya no queda nada nuevo que descubrir en física. Todo lo que resta son medidas más y más precisas”.

En el cielo de Lord Kelvin, aún quedaban dos nubes, dos fenómenos inexplicables que una vez esfumadas por el sol del método científico, permitirían una comprensión completa de las leyes que rigen el movimiento de los átomos, la luz, y todas las cosas que se crean con ello, incluidas las estrellas, galaxias y el universo entero. Pues bien, resulta que, en vez de desvancerse, las dos nubes dieron pie a la creación de la física cuántica y la teoría de la relatividad. Conceptos que parecían perfectos, como la materia, el espacio, el tiempo y la energía, se derrumbaron a partir de las paradojas que surgieron con el relativismo espacio/tiempo y los principios de la física cuántica. Las nubes ocasionaron un diluvio que arrasó con los principios físicos construidos desde las leyes de Newton.

Ahora sabemos que lo que entendemos por átomos son en realidad superposisionces de “estados de existencia” en permanente vibración como si fueran ondas. La realidad, por tanto, se genera mediante relaciones entre estas superposiciones que aparecen y desaparecen, dando paso a una danza entre el ser y no ser. De aquella danza surgen patrones de estabilidad conocidos como partículas elementales y de esas partículas/no-partículas se desprende todo lo que sabemos del universo.

El mundo subatómico generó un quiebre en la cosmología, pero no es primera vez que ocurre un cambio en la manera que tenemos de entender el universo: sucedió con Pitágoras, Platón, Aristóteles, Ptolomeo, Galielo, Kepler, Newton, Einstein. Actualmente también sucede. La visión mecanicista de la materia como partículas (no-partículas) fundamentales interactuando entre sí ha dado paso a un mundo subatómico, luego atómico, y luego molecular en el que los patrones de interacción dan forma a organismos vivos como una bacteria, una flor, o un ser humano que se pregunta ¿por qué existe el universo? Vale la pena preguntarse si ese comportamiento responde solo a fuerzas ciegas y mecánicas, sin propósito, o existe otro tipo de orden que lo subyace.

El universo no parece ser un sistema físico, mecánico y arbitrario. Presenta mas similitudes con un sistema biológico y en evolución, similar a un cerebro. Un cerebro a escala del universo, o un universo a escala del cerebro. Equiparar la red neuronal del universo con la red neuronal del individuo podría transformarse en el eslabón perdido de la física, que no es otro que unir la relatividad general (que explica los movimientos del universo) con la física cuántica (que explica los movimientos subatómicos). En su libro “El Universo Misterioso”, el físico y matemático James Jeans escribió una frase muy popular: “la corriente del conocimiento se dirige hacia una realidad no mecánica; el Universo empieza a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina. La mente ya no parece ser un intruso accidental en el reino de la materia… más bien deberíamos aclamarlo como el creador y gobernador del reino de la materia”.

Una mente al interior de otra mente, intentando entender como funciona el modelo utilizado para su creación: Algo así seriamos los humanos. En todas las escalas de lo vivo aparecen representaciones y pistas de ese gran pensamiento en el que estamos inmersos y buscamos entender. El 8 de diciembre de 1983, Barbara McClintock, Premio Nobel de Medicina o Fisiología, dijo que en la célula debe haber “algún tipo de mecanismo de sensación” y que habría que investigar su capacidad de «conocimiento» y “como usa este conocimiento con sensatez”. 40 años antes, en 1943, el físico Edwin Schrödinger llegó a Irlanda escapando de la guerra. Ahí dio una serie de conferencias que dieron forma al libro ¿Qué es la vida?. En el libro, Schrödinger dice: “la materia viva, aunque no elude las leyes de la física tal como están establecidas hasta la fecha, es probable que involucre otras leyes de la física hasta ahora desconocidas”.

Los físicos siguen empecinados en entender esas otras leyes desconocidas. Sin embargo, cambia el marco de referencia si pensamos al universo como un pensamiento y no una maquina mecánica y determinista. La visión mecánica del universo permite predecir todos sus movimientos, pero no explica el porqué de sus movimientos. Trascender la idea de una maquina permite ahondar en cualidades autoorganizativas y creativas, similares a las de un proceso mental. Un pensamiento intentando entender el pensamiento en el que se encuentra: ese, quizás, sea el desafío de los científicos que toman la posta de la física.

Stephen Hawking finalizó de esta forma su libro “‘Historia del tiempo’: si descubrimos una teoría completa, con el tiempo habrá de ser, en sus líneas maestras, comprensible para todos y no únicamente para unos pocos científicos. Entonces todos, filósofos, científicos y la gente corriente, seremos capaces de tomar parte en la discusión de por qué existe el universo y por qué existimos nosotros. Si encontrásemos una respuesta a esto, sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el pensamiento de Dios”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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