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A rehacer la institucionalidad de Carabineros Opinión

A rehacer la institucionalidad de Carabineros

Mario Waissbluth
Por : Mario Waissbluth Ingeniero civil de la Universidad de Chile, doctorado en ingeniería de la Universidad de Wisconsin, fundador y miembro del Consejo Consultivo del Centro de Sistemas Públicos del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Chile y profesor del mismo Departamento.
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En esta hora de cambios mayores, todos debemos exigir y lograr una seguridad y fuerza pública similares a las de los países avanzados en materia de control al anarquismo, de preservación de la ética, y de adecuado manejo de las manifestaciones ciudadanas, cualquiera sea su motivo. Hay que rehacer completa la institución de Carabineros. Por de pronto, el general Rozas debiera asumir su responsabilidad política y pedir disculpas a la nación por los miles de heridos en las manifestaciones.


Las falencias del aparato de seguridad y orden público se manifiestan no solo en su nula anticipación a grupos anarquistas organizados que han dejado muchos rastros por largo tiempo (como en los planificados ataques al Metro desde 2015), sino también en las numerosas ocasiones en que ha habido acciones de violencia innecesaria y reiteradas violaciones a los Derechos Humanos por parte de las Fuerzas Armadas y sobre todo de Carabineros.

Al inicio de esta crisis ello pudo atribuirse a hechos muy aislados, fruto de verse sobrepasados por la violencia del momento.

Pero ya hay catorce policías formalizados por torturas, y el INDH ha denunciado cientos de casos adicionales, incluyendo el uso de perdigones a la altura de la cara, pérdidas de ojos, niños y niñas del Sename maltratados, y el uso de gases lacrimógenos de manera no provocada en marchas claramente pacíficas. No se requieren torturas en una comisaría para controlar el orden público.

Alguien podría decir que el porcentaje de casos es mínimo comparado con las miles de intervenciones policiales en estos días.

Yo creí eso al principio, pero los elevados números ya hablan de otro fenómeno.

Me recuerda las vistas gordas de la Iglesia católica. También se podría decir que unas pocas pedofilias son nada comparado con los miles de curas que hacen las cosas bien. El mismo tufillo a protección institucional.

Estas acciones, por cierto, han contribuido significativamente a encender aun más los ánimos de parte de la ciudadanía, y lo más grave, a la prolongación o intensificación del conflicto actual.

Aunque no es completamente evidente que haya existido una sistematicidad en estas actuaciones, como fruto de instrucciones desde algún nivel de los mandos medios o altos, se ha hecho evidente, como mínimo, la incapacidad de estos mandos para controlar estas situaciones, o bien se puede concluir que han mantenido una pulcra vista gorda. También ha quedado claro el escaso entrenamiento de la policía para enfrentar estos hechos masivos y calibrar los niveles de fuerza de sus intervenciones.

Viene a la memoria el infame caso del suboficial Mayor Arzola, el Nazi, quien durante tres años sometió a tortura a distintos detenidos en Estación Central, hasta que finalmente fue la Fiscalía la que lo detuvo en 2017… no sus superiores. ¿Es posible que el alto mando no estuviera enterado por tres años? ¿Hubo una pulcra vista gorda, como ahora?

Es completamente inaceptable la violación de las normas y reglas internacionales relativas al uso de la fuerza por parte de los aparatos de seguridad del Estado.

Detrás de todo este fenómeno hay un problema grave de gobernanza. El Ministerio del Interior, o incluso el Presidente, no tienen derecho a intervenir en el actuar de Carabineros, ni pedir renuncias salvo la del general director. En otras palabras, si el ministro se enteraba del asunto de Estación Central, nada podía hacer salvo transmitirle gentilmente su preocupación al general director… y ya sabemos quiénes han sido muchos de estos generales.

Recordemos la Operación Huracán y diferentes fraudes masivos para que quede claro.

Dicho esto, felicito a las y los miles de efectivos policiales que han trabajado abnegadamente, muchos sufriendo daños físicos de consideración, en estos trágicos episodios. Ver a una mujer policía con la cara quemada por una molotov y a otra sumergida en una montaña de apaleadores, oprime el estómago.

La gran mayoría de ellos NO calza en la caricatura que muchos le endilgan a todos como «esbirros del mal». Son los mismos que corren a ayudarnos en nuestras casas al menor problema.

En suma, en esta hora de cambios mayores, todos debemos exigir y lograr una seguridad y fuerza pública similar a la de los países avanzados en materia de control al anarquismo, de preservación de la ética y de adecuado manejo de las manifestaciones ciudadanas, cualquiera sea su motivo.

Hay que rehacer completa la institución de Carabineros. Por de pronto, el general Rozas debiera asumir su responsabilidad política y pedir disculpas a la nación.

No sé si cambiaría mucho que renuncie, ya hemos visto que no se gana tanto en cada caso. La autofertilización endogámica de los altos mandos ha sido total. Razón mayor para rehacer esta institucionalidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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