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Blanco y Negro: todos los ojos sobre el presidente

Blanco y Negro: todos los ojos sobre el presidente

Debilitado de entrada por el caso Héctor Tapia y la salida de todo el cuerpo técnico, Aníbal Mosa deberá medir muy bien sus próximos pasos para hacerse creíble y dar garantías de que puede estar a la altura de Colo Colo. En otras palabras, «que no le pesa la camiseta».


Cuenta la mitología política que en plena época de la Unidad Popular, el líder socialista Clodomiro Almeyda se reunió con un alto jerarca de la China Comunista. Su objetivo era convencerlo de apoyar decididamente la revolución con sabor a empanadas y vino tinto. Almeyda se empleó a fondo. Ayudado por un intérprete, durante largo rato explico con minucia y fervor los ambiciosos planes revolucionarios chilenos. Su contraparte lo escucho con paciente silencio. Al final de la perorata de Don «Cloro», sólo pronunció cuatro palabras que dejaron helado al chileno: «¿Y si no resulta?».

Posiblemente en las últimas semanas, a Anibal Mosa le faltó esa sabia contraparte. Alguien que le dibujara un Plan B al intento de dejar a Héctor Tapia, pero sin los indeseables Miguel Riffo y Juan Ramirez.

Poco importa a estas alturas descubrir a todos los culpables del desaguisado -si fue una idea propia o impuesta por el resto del directorio- porque el resultado sería el mismo: el increíble mal manejo del nuevo mandamás albo para tomar su primera decisión importante a la cabeza de Colo Colo.

La negativa de Héctor Tapia para renovar su vínculo con el club, fortalece la postura de quienes recelan de las cualidades de Mosa para asumir el desafío por el que luchó desde el año 2010. Es que en esta pasada, el empresario de origen sirio demostró no haber sopesado todas las consecuencias de no haberse empleado a fondo para retener a Tapia.

El escenario en Pedrero hoy no puede ser peor. Sin entrenador y sin la seguridad de retener al jefe de la Comisión Técnica y a los referentes del plantel, Colo Colo arriesga retroceder todo lo avanzado en el último año y medio.

Una elección acertada del nuevo estratego puede morigerar por ahora los temores, pero no disiparán las dudas que Mosa despertó sobre sí mismo.

Abundantes son las noticias provenientes del sur sobre su compleja personalidad. Tal parece que su dureza se aviene más con el ascenso rápido en el mundo de los negocios que con las enrevesadas claves que configuran la industria del fútbol. No es aventurado pensar que el éxito de su gestión dependerá de lo rápido que aprenda a descifrar esos códigos para no seguir cometiendo errores.

Primero debe saber que en el fútbol priman las lealtades grupales, sobre todo cuando los vientos soplan a favor. Por mucho que sea el dinero en juego, jugadores y cuerpos técnicos replican en canchas y camarines la desconfianza hacia el dirigente (rotulado como el “poderoso”), cultivada en sus barrios. De nada sirven palmoteos, convivencias y promesas. Por eso lo esencial es mantener una conducta coherente, guardar sanas distancias y evitar conductas propias de hinchas. Los futbolistas leen estas últimas como un compromiso incondicional con sus causas, que en el caso del actual plantel, no siempre han sido las correctas. Para colmo, las filtraciones sobre su intento de disgregar al cuerpo técnico cayeron muy mal entre los jugadores, que le había extendido toda su confianza a Tito Tapia.

También debe comprender que el club es mucho más que el primer equipo. Hasta hora lo que ha trascendido de su pensamiento no concuerda con aquello. Al revés, parece dispuesto a invertir en un plantel potente y no en mejorar, por ejemplo, la infraestructura de Pedrero, que ya empieza a quedarse atrás respecto de otros clubes.

Menos se sabe si le interesan realmente las series menores. ¿Definirá un plan que ayude al ascenso exitoso de más juveniles o se resignará a que las cosas sigan tal cual? La permanencia de Tapia y de Carvallo garantizaba al menos un vínculo estrecho con la cantera. Ahora eso ya no es tan seguro. El nuevo entrenador se dedicará de lleno a sumar puntos para no irse a la primera de cambio. Es lógico para él, pero nocivo para el club. 17 menores de 23 años componen el actual plantel adulto. Tapia los hizo entrar de a poco, pero finalmente este plan puede llegar a ser debut y despedida.

Lo único claro que ha traído Mosa es incertidumbre. Si desde distintos ámbitos -negocios, prensa, el mundo del fútbol- ya se le miraba con recelo, sus primeros pasos han acrecentado esa desconfianza.

En tiempos en que en Chile el poder ha caído en el descrédito, Mosa debe poner todo su empeño en hacerse creíble. Consciente de que camina por senderos ingratos, es asesorado por Imaginaccion, la empresa de Enrique Correa, que puso a Juan Carvajal, el ex asesor comunicacional de la Presidenta Bachelet en su primer gobierno, para que lo oriente.

Urge que Mosa demuestre lucidez y visión de largo plazo. Más que pasión y porfía, lo que requiere Colo Colo es un líder capaz de mirar más allá del próximo domingo para construir las bases seguras de su reposicionamiento internacional, el único desafío real que le exige su historia.

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