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¿Quién habla de Brasil? El mayor potencial de crecimiento está en Perú

El país incaico salió indemne de la recesión global y ahora se espera que crezca casi un seis por ciento en 2012 y 2013. Unas cifras que lo convierten en un posible paraíso para la inversión extranjera.


Primero suena el martillo neumático por todo el barrio. Después, la mezcladora de cemento comienza con su ruido atronador. Son las 8 de la mañana de un sábado.

En Miraflores, uno de los barrios más cotizados de Lima, la fiebre constructora de Perú, la economía más dinámica de América Latina, se abre camino.

Desde Miraflores hasta algunas de las provincias andinas más remotas, a los peruanos de todas las clases sociales les va mejor que nunca. Muchos están comprando casas nuevas, hogares más grandes y mejores en barrios más bonitos.

Eso a su vez ha hecho que los precios de las propiedades se hayan disparado. En 2012 se cree que el precio de las propiedades inmobiliarias en la capital aumentará entre un 20 y un 30 por ciento, impulsando aún más el boom constructor, quizás el aspecto más visible del milagro económico peruano.

Ninguna economía de América Latina o el Caribe ha crecido más que la de Perú durante la primera década del siglo, con un incremento anual del PIB de en torno al 5,75 por ciento.

Incluso en 2009, mientras la crisis azotaba a otras naciones, la economía de Perú creció un 0,9 por ciento.

Perú salió indemne de la recesión global, y ahora se espera que crezca casi un 6 por ciento por año en 2012 y 2013.

Estos magníficos resultados tienen su origen en los precios récord de las materias primas básicas (Perú es una de las superpotencias mineras mundiales), combinado con una gestión macroeconómica sólida.

La inflación durante la década hasta 2011 fue de sólo el 2,25 por ciento, fruto de una política monetaria ajustada, mientras que la deuda pública se redujo a cerca del 20 por ciento del PIB.

Perú además tiene ahora superávit fiscal, mientras que su sector bancario, prácticamente reconstruido desde cero durante la catástrofe económica de principios de la década de 1990, se considera uno de los más saneados de la región.

Mientras tanto, cada vez se cierran más tratados comerciales, incluyendo uno con EEUU que entró en vigor en 2009, que a su vez están contribuyendo a mantener este momento dulce.

El resultado de todo ello es que los ingresos per cápita se han triplicado hasta casi 6.000 dólares, permitiendo a millones de peruanos participar por primera vez de la fiebre consumista.

En consecuencia, se espera que el país duplique su actual cuota de 45 centros comerciales en los próximos dos años, según Gonzalo Ansola, presidente de ACCP, la Asociación de Centros Comerciales de Perú. “El crecimiento lo generan nuevos consumidores. Personas que se están moviendo del sector C al B, y del B al A”, explica Ansola.

Muchos de esos nuevos centros comerciales, que suman una inversión total de al menos 1.300 millones de dólares, se construirán en pequeñas ciudades de provincias.

Anteriormente, este tipo de instalación en Perú tenía que servir a una población de un millón de personas más o menos para ser viable. Ahora tan sólo se necesitan 200.000 habitantes.

Pero no todos los peruanos participan de esta bonanza.

“En Perú hay dos realidades”, asegura Alvaro Monge, de Macroconsult, una consultora económica de Lima. “Lima y la costa es donde se han concentrado la modernidad y la mayor parte del desarrollo. Esto contrasta con las grandes bolsas de pobreza que todavía existen, sobre todo en la selva y en el sur de los Andes”.

Esta creciente desigualdad aupó a la presidencia del país al político de izquierdas Ollanta Humala en las elecciones de abril de 2011.

Pese al temor de ciertos sectores a que Humala se convirtiese en el Hugo Chávez peruano, el nuevo jefe de Gobierno ha demostrado ser pragmático, manteniendo en el puesto al ministro de Economía del gabinete anterior, José Miguel Castilla.

También se ha deshecho de la retórica sobre las nacionalizaciones y entona un nuevo eslogan: “Crecimiento con inclusión social”, expresando así su intención de seguir el modelo del ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva de usar la boyante economía de mercado para fundar programas sociales que ayuden a los más pobres.

Aunque hay una enorme cantidad de inversión directa extranjera en el sector minero y de hidrocarburos de Perú, el resto de la economía la impulsa fundamentalmente capital nacional, que también está empezando a cruzar fronteras para invertir en países como Ecuador y Chile.

De todas formas, aún hay oportunidades para los inversores extranjeros, según Monge. Especialmente en infraestructuras.

Perú es un país relativamente grande, con una de las geografías más complejas del planeta. Hay una necesidad urgente de nuevas carreteras y mejores aeropuertos. Además, unos puertos de aguas profundas permitirían a Perú aprovechar su ubicación en las rutas de suministro de materias primas de Brasil al mercado asiático, especialmente de China.

Por otra parte, Perú tiene una necesidad imperiosa de mejorar su sistema de educación, que está considerado uno de los perores de América Latina, y asegurar que los cuidados sanitarios llegan a toda la población.

Echando la mirada hacia delante, hacia el Perú de 2030, Monge predice que: “la diferencia la marcará la calidad de la educación, en si hay escuelas bien equipadas con buenos maestros que están bien pagados y enseñan bien, y en si hay un buen sistema sanitario, para que se puedan atender enfermedades comunes y atajar la malnutrición infantil”. “Eso es lo que marcará la diferencia en nuestro nivel de desarrollo”, apunta.

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