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La resistencia de algunos directores a la cruzada de Coloma post La Polar


A un mes de aplicadas las multas por la Superintendencia de Valores comienzan a ponerse de un lado la autoridad, y de otro, reconocidos directores de empresas que defienden su trabajo y cuestionan hasta dónde llegan las responsabilidades ante un fraude como el de La Polar.

Para el director de Quiñenco, Matko Koljatic, el directorio de la multitienda no tenía cómo detectar la estafa de los ejecutivos que, a través de renegociaciones no pactadas, abultaron los resultados de la multitienda. Admitió que, de haber sido parte de la mesa, habría sido engañado. Frente a más de 100 invitados, entre ellos Joaquín Cortez, presidente de Provida; Hernán Levy, presidente saliente de Blanco y Negro; Luis Hernán Paul, consultor y director de empresas, dijo haber revisado todas las actas entre 2006 y 2009 sin encontrar responsabilidades de parte de los directores.

Él fue uno de los testigos que declaró a favor de Raúl Sotomayor, socio y presidente del fondo Southern Cross, multado con 2.000 UF por faltar a la diligencia debida como director y miembro del comité. Aclaró este punto antes de partir con su exposición ayer en el seminario para directores organizado por Deloitte y el Centro de Gobierno Corporativo de la UC, instancia en la cual se presentó como director del holding de la familia Luksic. También lo es de la Polla Chilena de Beneficencia.

El Superintendente de Valores y Seguros, Fernando Coloma, lo rebatió con un ejemplo: la cartera E de los clientes de La Polar representaba el 50% de las cuentas por cobrar y sólo el 0,89% de las ventas. Cifras que, a su juicio, debieron alertar al directorio y a la auditora Pricewaterhouse. Repitió tal como en su cuenta pública que, para evitar que se repitan casos como este, la SVS creó dos divisiones que endurecerán la mirada del regulador. Una va a monitorear distintos sectores desde un punto de vista financiero. Otra, que aún no debuta, controlará a las auditoras, cuya elección deberá ser explicada por los directores.

César Barros, presidente de La Polar, tampoco compartió el diagnóstico de Koljati: “En esta empresa nadie sabía nada, a nadie le comentaban nada, a todo el mundo le escondían cosas y nadie escondía nada”.  Como una muestra de la poca acuciosidad del directorio contó que cuando un director le preguntó a María Isabel Farah, ex gerenta de administración de La Polar, cuál era el nivel de provisiones, apareció con una hoja de cuaderno con  números.

El ex superintendente de Valores, Alejandro Ferreiro, actual director de Madeco y CorpVida, también salió a opinar. En un encuentro del Centro para el gobierno de la empresa, sostuvo que la definición del deber de diligencia es imprecisa y que se requiere identificar cuáles son las conductas exigibles para que un director “sepa qué hacer y qué debe evitar para cumplir con los estándares que la ley exige y que el regulador hoy día ha precisado parcialmente”. Un punto en el que insistió y que olió a crítica para quien está ocupando el cargo que él ejerció entre 2003 y 2006. “Para entender infringida una obligación es preciso que el infractor pueda conocer y con cierta precisión cuál es la conducta que de él se esperaba. Eso parece que está pendiente”.

Para Enrique Barros, abogado al igual que Ferreiro, socio del estudio jurídico Barros Letelier que atiende a grandes empresas y presidente del gremio, la labor de un directorio no es estar encima de la administración. “Es un órgano político, donde se toman decisiones estratégicas, donde se tiene que cuidar que haya un sistema de control y velar por una administración eficiente”. Tampoco cree que esté bien definido desde el punto de vista jurídico cuál es el rol del directorio.

En el encuentro apuntó a que el énfasis de la legislación y regulación de las sociedades anónimas abiertas en Chile está puesto en el deber de lealtad. Es decir, que los dueños no privilegien sus intereses en desmedro de los de la empresa, porque la mayor parte de las compañías posee un controlador.

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