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Opinión: Incentivos perversos en las AFPs


Gino Lorenzini, creador de www.felicesyforrados.cl

El sistema de AFP ha estado en el ojo del huracán durante los últimos meses. En este contexto, han ganado visibilidad datos duros que no hacen más que confirmar la urgencia con que se deberían implementar importantes modificaciones en el mismo. Como muestra, un botón: la jubilación promedio de los trabajadores chilenos es de $ 178.500.

La discusión al respecto se va polarizando en la medida que se ideologiza; algunos vociferan que deberíamos regresar al antiguo sistema de reparto, mientras otros aseguran que el sistema de AFP es perfecto. Estos últimos, de hecho, pretenden incrementar el ahorro desde 10 % a 13 % y fijar la edad de jubilación en 67 años para hombres y mujeres. En cambio, nosotros creemos que un sistema mixto, que rescate lo bueno de cada sistema, podría ser la mejor alternativa.

Un ejemplo de sistema mixto, sería que el Estado deposite $ 1 millón de pesos a cada chileno recién nacido en su cuenta individual, algo que resolvería el problema de la pobreza en el territorio nacional en un plazo de 40 años, una vez implementado.

El costo para el Fisco sería de US$ 500 millones que, comparado con el actual subsidio a las AFP (el cual asciende a los US$ 11.100 millones y el 2018 llegará a US$ 14.300 millones) no resulta en absoluto una cifra descabellada. Resulta mucho más eficiente subsidiar al nacer que subsidiar en plena etapa final de la vida.

¿Cuál es la finalidad última de un sistema de pensiones? Es brindar pensiones dignas. La realidad es que hoy la tasa de reemplazo es de un 37 %, bastante lejano al 70 % que nos prometieron los expertos.

Pero ojo; antes de cualquier reforma es necesario alinear los incentivos entre las AFP y sus afiliados. El gran reclamo de las personas es que durante 2008 perdieron un 35 % de sus fondos, mientras las AFP obtenían rentabilidades positivas. Los datos duros indican que los afiliados perdimos US$ 17.000 millones de dólares, cifra que contrasta con los apenas US$ 10 millones que perdieron las AFP ese mismo año. Claramente los incentivos a la hora de evitar pérdidas están desalineados.

El año 2002 se realizaron modificaciones al DL 3500 que traspasaron el riesgo desde las AFP a los afiliados. La clave de este lamentable cambio se encuentra en los artículos 37, 38, 39 y 40. En resumen, cada AFP debe rentar dentro del promedio en que lo hacen todas las AFPs; en caso de que una AFP rente un 2 % menos que el promedio, debe compensar la diferencia. Si no dispone del patrimonio para compensar esta diferencia, el estado la paga, pero cierra automáticamente la AFP, y sus afiliados son traspasados a otra AFP.

El “detalle” modificado por el Gobierno de Ricardo Lagos con la ley 19.795 es que, al ser creados los multifondos, se traspasó el riesgo de pérdidas desde las AFP a los usuarios. Ahora, si tienen rentabilidades positivas, en los fondos A y B, pueden perder hasta 4 % menos. Además ya no se trata de un promedio mensual, sino un promedio de 36 meses, plazo que da facilidades para “adaptarse”.

De todas maneras, en caso de pérdidas, existe un subterfugio que consiste en restar el valor absoluto. En resumen, si pierden un -10 %, pueden perder hasta un -15 %. En caso extremo si pierden un -50 %, pueden perder hasta un -75 % sin compensar un peso.

Hoy las AFP son la industria ideal; tienen un flujo constante y ante cualquier escenario de riesgo, nunca pierden, o pierden muy poco con respecto a sus afiliados.

Nuestra hipótesis es que el sistema de AFP funcionó de manera aceptable hasta 2002. De hecho, si se hubiesen seguido gestionando las carteras en pos de rentabilidad pero evitando pérdidas, podrían haberse evitado las pérdidas de 2008 y 2011. La menor rentabilidad antes de 2002 (cuando sólo existía el fondo C) fue de 2,2 % en 1998, con un promedio de 25,5 % nominal anual hasta esa fecha. Luego de traspasar el riesgo a los cotizantes, el fondo C perdió un -12 % durante el 2008, y el 2011 tuvo una rentabilidad nula (de 0 %). En resumen, en el transcurso de la última década, las pérdidas promedio del fondo C se incrementaron un 22,35 % después de haber traspasado el riesgo a los afiliados.

Los incentivos son claves para que las industrias funcionen de manera adecuada. No tenemos inconvenientes en que las AFP obtengan altas rentabilidades, siempre y cuando asuman las pérdidas cómo las compensaban antes de 2002.

 

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