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Firma de EE.UU. enfrenta a Fundación Chile y se querella contra ejecutivos por contrato simulado

Firma de EE.UU. enfrenta a Fundación Chile y se querella contra ejecutivos por contrato simulado

Enrique Elgueta
Por : Enrique Elgueta Periodista y consultor senior en Comsulting.
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Una pugna que se gestó hace cinco años y que hoy está radicada en la justicia es la que enfrenta una firma estadounidense con Fundación Chile, corporación público-privada conocida por su foco en la innovación y el emprendimiento. Se trata de Interlink Biotechnologies, creada en 1991 en New Jersey, con presencia en Canadá, Europa y Latinoamérica y que en Chile se reconoce a sí misma como pionera en el desarrollo de la biotecnología.

La sociedad norteamericana acusa a varios ejecutivos ligados a dicha fundación –cuyos socios son el Estado de Chile y Minera Escondida– por los delitos de contrato simulado y alteración fraudulenta del precio de la acción. Esto, por un controvertido aumento de capital en Genvitis S.A., sociedad en la que ambas partes eran socias, pero que finalmente terminó diluyendo la propiedad de los norteamericanos desde un 31% a un 1,066%. Se querellaron y plantearon acusaciones que apuntan a un serio conflicto de interés por parte de la fundación, las que a su vez son rechazadas categóricamente por ésta.

Todo partió el 18 de mayo de 2010. Ese día Marcos Kulka, actual gerente general de Fundación Chile, citó a una sesión de directorio de Genvitis S.A. a celebrarse el 28 de ese mes. Genvitis es una de las varias empresas que en conjunto armaron Fundación Chile e Interlink desde 1998, siempre con el foco puesto en la biotecnología. Kulka era uno de los dos directores que podía nombrar la fundación, gracias al 39% que tenía de la propiedad.

El objetivo de la sesión era regularizar una deuda por parte de Genvitis a la fundación, producto de aportes que se hicieron con dineros que en última instancia provenían de la Conicyt. Este fue el origen del conflicto entre las partes, pues Interlink no reconoce la existencia de la deuda y, en caso de haberla, ésta debe ser asumida por la corporación; una visión que no comparte Fundación Chile.

El conflicto

El problema tiene su gestación en los fondos que se adjudicó Biofrutales, provenientes de Conicyt. Biofrutales es un consorcio en cuya propiedad participa el Gobierno, Fundación Chile, universidades y entidades privadas que, al mismo tiempo, eran accionistas de Genvitis. El presidente de Biofrutales es Juan Carolus Brown, quien a su vez preside Fedefruta –gremio que agrupa a los productores frutícolas– y que a través de Agrícola Brown participa en la propiedad de Genvitis.

En 2006 este consorcio obtuvo $1.634,6 millones. La entidad encargada de administrar estos recursos era la Fundación Chile, que entre 2006 y 2010 le inyectó $383,8 millones a Vitis Biosciences, filial de Genvitis en EE.UU., para proyectos de investigación sobre uvas transgénicas, los cuales se hicieron en la Universidad de Cornell, Nueva York, puesto que en Chile no se pueden realizar por prohibición legal.

Ese dinero estaba sujeto a rendiciones y fue ahí cuando estalló el conflicto. Había $62,5 millones que para la Fundación no estaban rendidos. La deuda se reconoció a través de un anexo al pacto de accionistas en el cual el directorio de Genvitis asumía el compromiso con la corporación por US$115 mil. Esto, a pesar del rechazo de Ramón García Lazcano, CEO de Interlink, y Jorge Goth, ambos directores elegidos por la firma norteamericana.

Para cumplir con la acreencia, los accionistas de esta última sociedad acordaron un aumento de capital, operación que se sumaba al interés expresado por Biofrutales de entrar a la propiedad de Genvitis con el 20%, siempre y cuando esta regularizara su deuda con la fundación.

En la misma sesión del 28 de mayo, este consorcio manifiesta su intención de entrar a la compañía a través de un desembolso total de US$881.648, capital que ya consideraba los aportes que se habían hecho a Vitis Biosciences. Dicha operación valorizaba a Genvitis en unos US$4,5 millones y a cada una de las mil acciones en US$4.408.

Biofrutales había tomado en consideración una transacción previa que se hizo en EE.UU., en la cual una sociedad norteamericana compró el 4% de Vitis Biosciences por US$119 mil. Sin embargo, la capitalización consideró otros términos, colocándose cada acción en US$4,68. Los accionistas dejaron constancia de que Genvitis no tenía utilidades acumuladas y su patrimonio era negativo, razón por la cual el valor libro de las acciones era de $1. Hubo un mes para que los accionistas ejercieran su opción preferente, proceso del cual Interlink se restó, diluyendo su propiedad desde el 31% al 1,066%.

“Llama la atención que la supuesta deuda que reclamaba Fundación Chile y de la cual Genvitis debía hacerse cargo, proviene en estricto rigor de un fondo público de investigación entregado por Conicyt, y que fue adjudicado a un consorcio creado especialmente al efecto mediante una sociedad anónima cerrada que se denominó Biofrutales, misma sociedad que había realizado la oferta para ingresar a la propiedad de Genvitis, sujeto a la condición que se regularizara la deuda que se mantenía con Fundación Chile. En otras palabras, Biofrutales es una sociedad de capital cuyos accionistas, son, entre otros, Fundación Chile, Agrícola Brown Ltda., Sociedad Agrícola Uni–Agri Copiapó Ltda., Viveros El Tambo Ltda. y Vivero Agrícola Los Olmos Limitada, mismas accionistas de Genvitis S.A. y que votaron favorablemente tanto para el reconocimiento de la deuda que supuestamente mantenía Genvitis con Fundación Chile, como el aumento de capital que implicó la dilución de la participación de Interlink”, se desprende de la querella presentada en el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago, en la cual los norteamericanos acusan la existencia de este conflicto de interés.

La querella está dirigida contra Marcos Kulka, gerente general de Fundación Chile; Sylvie Altman, Juan Carolus Brown, Luis Fernández Mac Dermitt y Cristian Bornscheuer, relacionados a las sociedades accionistas de Genvitis.

Fundación Chile niega irregularidades

“Parte de los fondos que se entregaron a Vitis Biosciences en EE.UU. fueron utilizados en materias que no eran estrictamente aquéllas para las cuales se destinaron estos fondos. Por lo tanto, cuando hubo que rendir estos dineros hubo gastos que no correspondían, generándose una deuda con Conicyt que asumió casi en su totalidad Fundación Chile, y que debía ser asumida por Vitis Biosciences con la fundación”, sostiene Marcelo Moretic, abogado de la corporación.

“A esa altura, en 2010, la sociedad no tenía fondos y las investigaciones que se habían hecho no dieron resultado. La única forma de pagarla era a través de un aumento de capital. Esta deuda fue reconocida por Ramón García. Lo que le correspondía suscribir a Interlink eran $21 millones, lo que no es nada para una sociedad que vale millones de dólares, como dice”, agrega Moretic.

Para la fundación, la valorización cercana a los US$4,5 millones de Genvitis no tenía sustento, ya que nació sólo de un interés que expresó Biofrutales y que se sostenía en los posibles réditos que podían tener sus proyectos, pero las investigaciones que se efectuaron no tuvieron resultados explotables, razón por la que Genvitis perdió su valor sin tener ninguna clase de activos en su patrimomonio.

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