Después de 40 años, los Golden State volvieron a ganar el símbolo que los acredita como monarcas del certamen, al superar a los Cavaliers por 105-97, y sentenciar la serie por cuatro triunfos contra dos. Stephen Curry y compañía ratificaron en los play off por qué fueron los mejores de la fase regular, y coronaron una gran temporada con un título inapelable.
Los Golden State consiguieron un campeonato merecidísimo, pese a que en un momento estuvieron abajo en la serie. Con dos triunfos en casa y misma cantidad de victorias en el reducto de los Cleveland, los Warriors volvieron a ganar el anillo de la NBA luego de la hazaña de 1975, tras imponerse por cuatro victorias contra dos.
Pese a jugar en el Quicken Loans Arena, los Warriors entraron con el favoritismo en el sexto juego, aunque la obligación corría por cuenta de los Cavaliers, ya que una derrota esfumaba el sueño de ganar por primera vez el título. Pero las bajas de Kevin Love y Kyrie Irving fueron imposibles de suplir para un equipo que se quedó sin relevos, a pesar de contar con un iluminado James LeBron en toda la serie.
El trabajo en equipo de Los Golden State fue demasiado para LeBron, que por segundo año consecutivo vio como el oponente se quedó con el cetro. En el sexto juego, James registró 32 puntos, 18 rebotes y nueve asistencias.
A diferencia de los Cavaliers, los Golden State exhibieron un mejor juego colectivo, donde aparecieron figuras de menos renombre que Curry, pero que también fueron importantes en la campaña: Andree Iguoala, Klay Thompson, Harrison Barnes, Draymond Green, Andrew Bogut, Shaun Livingston, entre otros.
Claramente Stephen Curry se llevó los honores del campeón: no sólo fue el jugador más valioso de la fase regular, sino que fue el más determinante de su equipo en los play off. En la serie contra los Cavaliers tuvo dos partidos de bajo nivel, los que coincidieron con las derrotas de su cuadro. Pero cuando los Warriors más necesitaron de sus triples, ahí estuvo para acertar de lejos.
En el último partido, Curry registró 25 puntos, ocho asistencias, seis rebotes y tres robos, números suficientes para ponerle el broche de oro a una campaña esperada por cuarenta años en Oakland.
