Justo cuando el símbolo del equipo bávaro había criticado su contratación, el nacido en San Joaquín devolvió el golpe anotando el primer tanto en el triunfo de su equipo ante el Darmstadt.
En Alemania la palabra del «Kaiser» es ley.
Cuando habla Franz Beckenbauer el resto asiente.
Por eso su severa crítica de mitad de semana a la contratación de Arturo Vidal en el Bayern Munich había sonado casi a una lápida para el moreno nacido en una populosa población santiaguina.
«No necesitamos a Arturo Vidal en el Bayern», dijo Beckenbauer luego del triunfo bávaro ante el Olympiakos griego por la Champions League. «Es de esos futbolistas que ya tenemos lo suficiente», había complementado para respaldar su arremetida contra el chileno, cuyo primera estocada se la había propinado un día antes al afirmar que «Vidal debe controlar su disciplina».
Buena cuota de razón tenía el presidente honorario del Bayern Munich al criticar el comportamiento de Vidal fuera de la cancha. Algo menos de justicia, en cambio, al reprocharle su nivel de juego.
Es que Vidal estaba haciendo lo que todo jugador elegido por Josep Guardiola debe hacer cuando ingresa a su selecto grupo de elegidos. «Donde fueres, haz lo que vieres», es el refrán que el catalán le endosa a todos sus nuevos jugadores.
En el Barcelona y en el Bayern, el lema es priorizar lo colectivo por sobre lo individual. En su doctrina, tocar y tocar, y posicionarse correctamente en el engranaje defensivo. Vidal estaba cumpliendo. Había dejado de lado su brillantez en la Juventus para ser un intérprete que no desentonaba en la afiatada orquesta bávara.
Por eso el edicto de Beckenbauer sonaba injusto.
Y hoy Vidal se lo refregó en la cara.
En la victoria 3-0 sobre el Darmstadt, el ex albo jugó, desde el punto de vista individual, uno de sus mejores partidos de los cinco en que ha defendido la camiseta del Bayern.
Todo lo coronó con un golazo anotado en el minuto 20. En ese minuto tomó la pelota afuera del área y en vez de respetar el dogma oficial y tocar a un compañero despachó un cañonazo que se clavó en la red adversaria.
Luego ratificó todo lo que había exhibido hasta ahora, pero con más agresividad ofensiva. Estuvo a punto de convertir otro gol con un cabezazo apenas desviado cuando se iba el primer tiempo.
Fue muy bueno su partido. Guardiola así lo entendió y en el minuto 65 lo sacó de la cancha. A esa altura, el Bayern ya ganaba 3-0 gracias a tantos convertidos pocos minutos antes por las jóvenes promesas Coman y Rode.
Vidal se retiró entre aplausos generalizados. No hubo forma de ver la reacción de Beckenbauer.
Es de esperar que, como todo «kaiser», se la haya tomado en buena y concluido que su reprimenda pública fue bien respondida por un jugador de temple inusual, como el chileno.
Que de esa laya de estirpe, Franz vaya sí que sabe.
