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Papa Francisco recorre Río de Janeiro relajado y desafiando las medidas de seguridad Hay preocupación por la presencia de manifestantes en Brasil

Papa Francisco recorre Río de Janeiro relajado y desafiando las medidas de seguridad

Mucho trabajo tendrán los escoltas de la máxima autoridad de la Iglesia Católica que este lunes llegó a Brasil para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Y es que el Papa argentino es conocido por evadir las medidas de seguridad con tal de acercarse a los fieles que aclaman su presencia. El estado brasileño, en tanto, ha invertido US$380 mil en su recepción, así como un contingente de 28 mil miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Militar.


Relajado y con las mínimas medidas de seguridad llegó esta tarde el Papa Francisco al aeropuerto internacional de Río de Janeiro, en Brasil, donde pasará la próxima semana para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Tras descender del avión, el Pontífice caminó a lo largo de una alfombra roja sin escoltas y junto a la Presidenta brasileña Dilma Roussef para saludar a las autoridades presentes y a los fieles que hasta allí llegaron.

Posteriormente, el Papa Francisco se subió a un sencillo automóvil para dirigirse hasta el centro de la ciudad. Aunque se encontraba escoltado por los automóviles de sus guardias de seguridad, la máxima autoridad religiosa incluso bajó los vidrios de su vehículos para pasearse con las ventanas abiertas, saludando a las pocas personas que vieron su comitiva pasar por la Línea Vermelha (Línea Roja), una vía expresa que atraviesa algunas de las barriadas pobres que componen el llamado complejo de favelas de la Maré.

La comitiva pasó por favelas como Parque Uniao, Nova Holanda, Baixa do Sapateiro, donde el gobierno regional aun no ha aplicado un programa destinado a «pacificar» las barriadas que son controladas por bandas de pistoleros e instalar puestos policiales permanentes. Los policías en traje civil que corrían junto al vehículo tuvieron numerosos problemas para apartar a los más animados, algunos de los cuales llegaron a tocar la mano del Pontífice.

Unos pocos minutos después, cuando el pontífice ya se aproximaba a la catedral de Río de Janeiro, la comitiva prácticamente tuvo que parar debido a la cantidad de personas que quiso acercarse al vehículo para saludarlo. Pese a que varias personas se acercaron a menos de un metro del vehículo, el Papa, protegido por policías vestidos de traje civil, mantuvo la ventana del vehículo abierta para saludar a los fieles. Fue probablemente este uno de los momentos más complejos debido a la enorme cantidad de gente que se acercaba al automóvil del Papa Francisco.

Una vez concluido este trayecto, el Pontífice abordó un «papa móvil» descapotado y sin blindaje un jeep semicubierto —que trajo desde el Vaticano— para desplazarse por la ciudad. Durante este recorrido, la autoridad incluso hizo detener el vehículo para saludar a un bebé que se encontraba entre los presentes.

Tras su primer encuentro con la población, Francisco se dirigirá al Palacio de Guanabara, la sede de la gobernación de Río de Janeiro, para la ceremonia protocolaria de recepción y para un primer encuentro privado con Rousseff.

Desafiando las medidas de seguridad

Desde antes de convertirse en el nuevo Papa, Jorge Mario Bergoglio era un sacerdote conocido por su cercanía con los fieles. Y el sacerdote ha buscado mantener este estilo que trasciende las normas de seguridad convencionales, incluso después de transformarse en la máxima autoridad religiosa de la Iglesia Católica. Paradójicamente, esta característica suya ha significado a las autoridades de los países que visita, en este caso particular de Brasil, tengan que estar alerta ante cualquier riesgo que el Papa Francisco pueda correr.

En una rueda de prensa este lunes, el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, aseguró que su ciudad está preparada para garantizar la seguridad del Pontífice aunque el mismo decida salirse de su agenda oficial para acercarse al público. «Sabemos que al Papa le gusta romper las reglas y eso es motivo de orgullo para Río de Janeiro. El Santo Padre podrá llegar cerca del pueblo, dialogar y hacer lo que desee durante su estadía en la ciudad. Estamos preparados y lisonjeados por su visita», afirmó.

A comienzos de julio, el propio Pontífice hizo una serie de declaraciones que apuntan a cómo, según él, las grandes parafernalias, lujos y extremas medidas de seguridad, suponen un alejamiento entre las autoridades católica y los fieles. «Me duele ver a un cura o una monja con un coche último modelo. Si os viene la tentación de un buen coche, pensad en los niños que se mueren de hambre», señaló en la ocasión. En Italia, donde los miembros de las parroquias más adineradas gozan de lujos como automóviles último modelo, estos dichos no cayeron del todo bien.

La sola recepción del Papa Francisco costará a Brasil un total de US$ 380 mil, según ha informado la prensa brasilera. En tanto, la JMJ implicará un gasto que hasta el momento suma unos US$73 millones. Buena parte de los recursos públicos asignados a la visita del papa se destinarán precisamente al esquema de seguridad del evento, que movilizará cerca de 28 mil miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Militar.

A eso se sumarán 1.500 efectivos de la Policía Federal brasileña (el doble de lo que se había previsto hace dos años) abocados exclusivamente a la seguridad personal del Sumo Pontífice. De estos, 40 serán sus guardaespaldas.

Y es que, aunque el sacerdote ha hecho hincapié en que no quiere que existan mayores obstáculos entre él y el pueblo, en Brasil existen temores de que la visita se vea marcada por la presencia de las manifestaciones que hace aproximadamente un mes movilizaron el país entero en busca de la rebaja en el costo del transporte público y otros derechos básicos como la educación y la salud.

La agenda del Papa en Brasil incluye el miércoles una visita al santuario de Aparecida en el estado de São Paulo, el jueves una recorrida por una favela de Río, un acto donde bendecirá la bandera olímpica y un mensaje en la playa de Copacabana. En tanto el viernes hará la confesión a un grupo de jóvenes en un parque de la ciudad y un Vía Crucis en Copacabana, donde fue convocada otra manifestación.

El sábado rezará una oración en la vigilia de los jóvenes en el Campus Fidei, un terreno en Guaratiba a unos 60 kilómetros al oeste de la ciudad, donde el domingo por la mañana también celebrará la misa de cierre de la JMJ. En la noche partirá de regreso a Roma. Los militares a cargo de proteger el campo de Guaratiba ya anunciaron que prohibirán el acceso de manifestantes o personas enmascaradas y que revisarán a quienes tengan actitudes sospechosas.

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