Publicidad

Lagos… «Un año más»


Se celebró un año de Gobierno y, para variar, rápidamente surgieron voces y opiniones que en vez de referirse al tema real hicieron lo posible para que no hubiese un debate serio, sino puras fintas y otras muy malolientes expresiones. Dedicado simplemente a observar, tuve la impresión de que si hacía caso de lo que escuchaba o leía, la conclusión que me quedaba era la de una nebulosa en que lo adjetivo era claramente mucho más que lo sustantivo y concreto.



Los que celebraban ponían el acento en los logros materiales, obras civiles, créditos, planes de fomento, proyecciones de crecimiento, varatura del diario vivir (¿?) y muchas otras cosas más o menos ciertas y, en buena medida, no desmentibles. De su lado la oposición se entusiasmó también con los temas mencionados por el gobierno y se dedicó a decir que no sólo eran falsos, sino que eran un retroceso respecto de las posibilidades que el país tiene de desarrollo.



La fiesta «cultural» en el Parque Forestal fue menos lucida de lo que se pensaba, al menos de lo que pensaba yo, pues la abundancia de cerveza y vino transformó los prados en un gran basural y se destruyó naturaleza como si ésta fuese algo separado de la cultura, como la entendemos los alfabetizados.



Pero nadie, o muy pocos, tocaron los temas de fondo de un año transcurrido; que se está perdiendo el miedo que dominó la escena nacional por los famosos 17 años y varios más que lo siguieron. Que el otrora todopoderoso que dominó un país sin que pudiera moverse una sola hoja sin que él lo supiera (y supongo autorizara), que el país todo supo de crímenes y atrocidades que avergüenzan al más caradura de los mortales, que cayó el mito o los mitos que motivaron el golpe de estado del ’73, que se supo de corruptos disfrazados de demócratas que se autoconfirieron millonarias indemnizaciones. En fin, todo lo que ha sido el cambio psico-social de un país durante el último año, bajo la presidencia de Ricardo Lagos.



Esto era y es, en mi opinión, el dato más relevante de un aniversario, sin menoscabo de los aspectos materiales que ciertamente condicionan la vida cotidiana de las personas. La lucha por la libertad es la condición básica de las otras, del resto y, personalmente, le doy más importancia a la supresión de la censura que al superávit fiscal, pues no soy parte de un gallinero de engorda.



Los póstumos del aniversario deberían servir para acelerar estas luchas culturales y sociales en pos del derecho de todos. No me cayó bien la noticia de El Mostrador indicando que la palabra «Chile» es de propiedad de un grupo privado que la inscribió para sí en Internet. Además porque la composición del grupo algo me indica sobre el origen de los «consensos» y me molesta pensar en que he luchado por una transición que se puede parecer a la capilla sixtina, que tiene «a los frescos arriba y los fieles abajo».



Lea ediciones anteriores

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias