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ONU : Premio a la hipocresía


La entidad humanitaria Reporteros Sin Fronteras (RSF) acaba de otorgar el «Gran Premio a la Hipocresía» a la Organización de Naciones Unidas (ONU), y a su reciente Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, por «haber concedido un lugar en dicha reunión a los representantes de dos de los países que más reprimen a los medios de comunicación, Cuba y China», que actualmente son «las dos mayores cárceles del mundo para los periodistas».



Como ejemplo de «mascarada» de la ONU, Reporteros Sin Fronteras (RSF) cita a la Comisión de Derechos Humanos (CDH), con sede en Ginebra, que celebra su 60a. sesión, hasta el próximo el 24 de abril. Entre los 53 gobiernos representados, 25 ni siquiera han ratificado el conjunto de las convenciones y tratados sobre los derechos humanos; el año pasado Libia fue nombrada para ejercer la presidencia; y entre sus miembros figuran China, Cuba, Zimbabwe y Arabia Saudita, cuatro países cuyos gobiernos están «entre los más represivos del mundo».



Lo anterior, añade RSF, configura un «absurdo sistema» que funciona «como si se encomendara a ladrones la presidencia de un tribunal para juzgar a otros malhechores como ellos». José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch (HRW), no fue menos severo: «Los zorros están a cargo del gallinero. Los peores violadores de los derechos humanos se protegen a sí mismos y actúan como verdaderas mafias».



Sobre la isla-cárcel del Caribe, RSF dio a conocer simultáneamente la obra «Cuba: el Libro Negro», en el cual denuncia el «verdadero rostro» y el «funcionamiento» totalitario del régimen comunista, que ya dura 44 años. También envió carta de protesta a Marco Troncetti Provera, presidente de Telecom Italia, que posee el 30 por ciento de las acciones de Etecsa, compañía estatal de comunicaciones cubana encargada de la censura telefónica y de Internet.



RSF ha propuesto que sólo puedan integrar la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la ONU los gobiernos que hayan ratificado el conjunto de los instrumentos internacionales del área de derechos humanos; y que se supriman las «mociones de no-acción», mecanismos capaces de paralizar el debate sobre países que violan masivamente los derechos de sus habitantes.



El régimen comunista de China ha sido de los más favorecidos con esas «mociones», contando inclusive con el consentimiento, por acción u omisión, de importantes gobiernos occidentales. «Ni Estados Unidos, ni los 15 países de la Unión Europea han mostrado, hasta ahora, disposición de presentar una resolución condenando los abusos a los derechos humanos en China», dijeron dirigentes de entidades humanitarias al periodista Andrés Oppenheimer, quien acaba de escribir el artículo «La farsa de Ginebra».



En realidad, o la ONU termina con la «hipocresía» reinante en su seno, o esa «hipocresía» se encargará de terminar con la propia ONU.







*Eduardo Yáñez pertenece al Comité Pro-Defensa Ciudadana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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