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Don Marcelo, ¡disculpe lo poco!

Carlos Livacic
Por : Carlos Livacic Doctor en Sociología, Universidad San Sebastián.
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No soportamos el éxito como expresión de otros, nuestra soberbia y ensimismamiento no nos permiten mirar el largo plazo, las cosas buenas y sumarnos a la causa, es mejor tirar esto por la borda y apelar a que todas las cosas pueden ser mejoradas, sin aportar ideas al respecto.


“Don Marcelo”. Lo que puede parecer como un título que pretende denostar a un grupo determinado de personas, las mismas que hoy por la vía de las elecciones pueden hacerse de la dirección del fútbol chileno, no lo es.

La alusión de mis palabras tiene otro sentido y guarda relación con su posible partida, la misma que anunció usted de haber cambios en la dirección de nuestra Asociación Nacional de Fútbol ¿Profesional?

Usted, con su forma de dirigir y de hacer las cosas en la  dirección del combinado nacional, nos cambió la cara como equipo y país, nos permitió sentirnos orgullosos de un esquema, de una forma, sociológicamente hablando, nos cambió el concepto desmedrado de nuestro imaginario colectivo cuando se trataba de competiciones a nivel internacional. Y eso, sin duda, no es menor.

No quiero decir que tengamos que adorarlo o venerarlo, pero lo que usted hizo es algo que vale la pena tomar en cuenta. A la fecha, en nuestro país, no lo habíamos vivido con este nivel de conocimiento y efervescencia. Dicho de manera más ilustrada y sin que parezca exageración, habíamos cambiado la improvisación por los procesos.

[cita]No soportamos el éxito como expresión de otros, nuestra soberbia y ensimismamiento no nos permiten mirar el largo plazo, las cosas buenas y sumarnos a la causa, es mejor tirar esto por la borda y apelar a que todas las cosas pueden ser mejoradas, sin aportar ideas al respecto.[/cita]

En otro aspecto, durante tres años de trabajo a su cargo, nuestros futbolistas, muchos de ellos muy buenos, talentosos y con variadas posibilidades, se consolidaron en sus respectivos equipos, la mayoría en el extranjero y eso es una tremenda evolución.

También se cortaron las apariciones en programas de diversión, donde ventilaban su vida y desamores, se valorizó la convocatoria y el trabajo, en vez de los vetos a periodistas y pataletas públicas por los constantes desaciertos de conducta. Se instaló nuevamente el concepto de conducción y liderazgo, dejando atrás la idea de concomitancia y facilismo. La verdad, es que ahí lo vamos a extrañar, estimado, ya que pocos parecían capaces de poner los puntos de manera tan clara.

Don Marcelo, antenoche, cuando lo escuchaba en la charla donde daba sus puntos de vista, junto con valorar sus palabras y sinceridad, me daba cuenta que su vida era corta en nuestro medio, no por lo que nos estaba señalando, sino porque nosotros como grupo y colectivo, no estamos acostumbrados a ser directos en los mensajes, a exponer las ideas de manera clara y sensata, a ser escuchados sin interrumpir de buenas a primeras.

Esto, tiene mucho que ver con usted y su manera de hacer las cosas. En nuestro país, todavía proliferan los liderazgos con fuerte raigambre latifundistas, donde las personas que ofician de directores, tienen poca consideración por otros puntos de vista, muy por el contrario, las cosas parecen estar determinadas desde una sola óptica.

Lamento que así sean las cosas por estas partes del mundo. Cuando empiezan a aflorar los resultados, tendemos a echar por tierra todo aquello que no tiene nada de nosotros, no soportamos el éxito como expresión de otros, nuestra soberbia y ensimismamiento no nos permiten mirar el largo plazo, las cosas buenas y sumarnos a la causa, es mejor tirar esto por la borda y apelar a que todas las cosas pueden ser mejoradas, sin aportar ideas al respecto.

Acá, el trabajo y la genialidad se castigan, no de manera directa, sino denostando, sumiendo al otro en la pequeñez y la infamia. Don Marcelo, si su partida se concreta, somos muchos los que quedaremos acéfalos, incómodos y con un dejo de tristeza. Pero la vida es así, no siempre se da como la esperamos y queremos.

Le aseguro sí que, para las personas que creemos que las cosas se pueden hacer bien, seguiremos abogando por sus postulados, no como expresión de culto deportivo, sino que desde la perspectiva más simple de la vida, la cual dice que a pesar de todo lo malo, siempre hay algo que se puede hacer de otro modo, y con buenos resultados.

Desde ya, si usted se marcha, conoceremos el desencanto  desde la perspectiva de los resultados, dejaremos de abonarnos al canal del fútbol, retomaremos la pelea chica y todas su derivadas, por lo tanto, como eso no deseo volver a vivirlo, me siento en condiciones de acuñar una frase de Mafalda para expresar este momento: “Paren el mundo que me quiero bajar”.  Don Marcelo, ¡disculpe lo poco!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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