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En defensa de la señora K

Y en educación, aunque la universidad ya es gratis y no hay PSU (a la universidad se entra tan sólo con la licencia de la Educación Media y no hay cupos), los “K” han abierto muchas más, especialmente en los barrios populares, para aumentar el acceso a las mismas. Desde 2003 el Estado creó nueve universidades, seis en Buenos Aires y tres en el resto del país. Como decía Perón: “La única verdad, es la realidad”. Y ésta es la realidad de los gobiernos del kirchnerismo.


Me da mucha pena ver cómo maltratan en los medios de mi país a Argentina, especialmente a su gobierno. Hoy el tema es el default, mañana será otra cosa. Muchas veces las críticas surgen de los mismos que defendieron la tortura y la muerte como método para imponer un modelo político, social y económico infame que debemos soportar hasta hoy (sin haberlo elegido, porque fue impuesto por la fuerza), tal como antes defendieron los recortes de las jubilaciones y la destrucción de la enseñanza pública, entre otros.

Viví en Buenos Aires entre 2003 y 2011, y no puedo hacer más que defender, hasta la muerte, el modelo K. Llegué allá por varias razones, entre otras porque estaba decepcionado de mi país, donde entonces, como hoy, siguen vigentes una Constitución ilegítima, la Ley de Amnistía de la dictadura, una universidad pública pagada y unas AFP que son verdaderas asociaciones de fábricas de pobres, entre otros.

¡Qué cosas distintas vi del otro lado de la cordillera! En 2004, el presidente Néstor Kirchner, en una ceremonia pública, obligó al jefe del Ejército, Roberto Bendini, a bajar el cuadro del dictador Jorge Videla de una galería de retratos del Colegio Militar. Qué distinto a Chile, donde la Armada, que financiamos entre todos los chilenos, incluso tiene una estatua del almirante golpista José Toribio Merino en Valparaíso.

Antes, apenas asumió, Kirchner impulsó la anulación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final (2003). Esto permitió volver a impulsar los juicios a torturadores y asesinos de la dictadura, que estaban paralizados por los gobiernos anteriores. Gracias a medidas como esa, el dictador Videla murió condenado por sus crímenes en la cárcel de Marcos Paz el año pasado, y no en su cama, como ocurrió acá con Pinochet.

[cita]Y en educación, aunque la universidad ya es gratis y no hay PSU (a la universidad se entra tan sólo con la licencia de la Educación Media y no hay cupos), los “K”  han abierto muchas más, especialmente en los barrios populares, para aumentar el acceso a las mismas. Desde 2003, el Estado creó nueve universidades, seis en Buenos Aires y tres en el resto del país. Como decía Perón: “La única verdad, es la realidad”. Y esta es la realidad de los gobiernos del kirchnerismo.[/cita]

A nivel financiero, Kirchner renegoció el pago de la deuda externa, que se había suspendido en 2001. Una deuda que había sido contraída entre otros por la última dictadura (1976-1983), que en apenas siete años la multiplicó por cinco, y también por el gobierno de Carlos Menem (1989-1999), que la usó para mantener un modelo económico basado en una moneda artificialmente fuerte que destruyó el aparato productivo, especialmente la industria, trayendo desempleo y miseria.

A los que gritan por el default argentino, les recuerdo que Chile ha caído nueve veces en suspensión de pagos, la última vez en 1983.

Kirchner no redujo las jubilaciones para pagar la deuda externa, como sí lo hizo durante la dictadura Hernán Büchi como ministro de Hacienda, en 1985, en Chile. Al contrario, desde su asunción hace una década, se incorporó a 2,7 millones de personas al sistema previsional, muchos de ellos amas de casa y trabajadores informales que jamás cotizaron. Según un estudio del Banco Mundial de 2014, Argentina alcanza así una cobertura previsional de 91% (Chile tiene un 83%). ¿Cómo lo hicieron? Fácil: en 2008, ya con Cristina Fernández, se estatizaron las infames AFJP (las AFP de Argentina).

El país volvió al sistema de reparto, un sistema solidario, donde el que trabaja financia al que se jubila. El dinero no se usa para enriquecer a los bancos y las corporaciones, como en Chile, sino para pagar jubilaciones. No sólo eso: desde 2009 el nuevo sistema además paga la “asignación universal por hijo”, un seguro regular –y no un bono ocasional, como acá– que se otorga a personas sin trabajo, que trabajan de manera informal o que ganan menos del salario mínimo, por cada hijo menor de 18 años. Beneficia a 3,5 millones de niños.

Bajo el kirchnerismo, el desempleo bajó del 25% en 2003 al 7% actual. Se recuperó la industria y el consumo. Hay inflación, es cierto, pero este ha sido un problema crónico en el país. Es lógico que cuando crecen los salarios de los trabajadores, las empresas, sobre todo si son concentradas, quieran quedarse con una mayor proporción del dinero que gastan.

¿Sigo? En 2006, Argentina abrió la puerta a los inmigrantes latinoamericanos, a través del Plan Patria Grande, con el cual se han regularizado casi medio millón de personas, entre ellos cinco mil chilenos. Es tan generoso que sólo exige el documento de identidad y dos fotos para tramitar el Documento Nacional de Identidad (DNI) argentino, que permite estudiar y trabajar. Por algo, Brunson McKinley, director de la Organización Internacional para las Migraciones, sostuvo en 2006 que el plan era un ejemplo mundial que debería ser copiado por los Estados Unidos.

El “modelo K” también aprobó el matrimonio igualitario (2010) y recuperó la empresa petrolera YPF (2012), que había sido prácticamente regalada a la española Repsol por el menemismo. A nivel comunicacional, aprobó la Ley de Medios (2009), que desincentiva la concentración mediática (no como acá, donde dos empresas periodísticas dominan el 90% del mercado) e impulsó los medios comunitarios y locales.

El canal 7 de Argentina es realmente un canal de televisión pública: transmite los partidos del fútbol local (desde 2009), muestra películas y documentales, subtitulados y sin corte de publicidad, tiene espacios para los científicos (“Industria argentina”), los pobladores (“Nacionalidad villera”), los derechos humanos (“Madres de la Plaza”), entre muchos otros, y no gasta 200 millones de pesos en un reality de las Argandoña, como nuestra TVN.

Y en educación, aunque la universidad ya es gratis y no hay PSU (a la universidad se entra tan sólo con la licencia de la Educación Media y no hay cupos), los “K” han abierto muchas más, especialmente en los barrios populares, para aumentar el acceso a las mismas. Desde 2003 el Estado creó nueve universidades, seis en Buenos Aires y tres en el resto del país.

Como decía Perón: “La única verdad, es la realidad”. Y ésta es la realidad de los gobiernos del kirchnerismo.

Los gobiernos defienden intereses: por eso hay que juzgarlos, y no por el peinado o la ropa de su presidenta. Si la presidenta Cristina Fernández defendiera los intereses de los empresarios y los bancos, diarios como Clarín y La Nación y, por ende El Mercurio y La Tercera, se olvidarían de sus denuncias de corrupción. Pero en el fondo la atacan porque Cristina defiende los intereses de los trabajadores y las clases medias, que han respaldado el “modelo K” en tres elecciones presidenciales. ¿Qué intereses defendió ayer la Concertación, y qué intereses defiende hoy la Nueva Mayoría? ¿Los de la gente? ¿Los de los empresarios? Estoy seguro que usted, en su corazón, lo sabe bien… ¿o no?

El modelo “K” habrá cometido muchos errores. En Argentina hay inflación, hay corrupción, la política de vivienda es desastrosa (todos problemas históricos, dicho sea de paso). Pero sin duda sus aciertos son infinitamente superiores.

Por eso lloré la muerte de Néstor. Y por eso bancaré siempre a Cristina.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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