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Más amplitud, más voces… más conversaciones sobre medios y tecnologías Opinión

Más amplitud, más voces… más conversaciones sobre medios y tecnologías

Ana María Castillo
Por : Ana María Castillo Académica de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile
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Ante esto, se propone que “los avances en materia de infraestructura tecnológica estén centrados en el bienestar humano y no estén solo regidos por el mercado, es decir, que no estén supeditados a la cantidad de clientes potenciales que amplíen la brecha entre los espacios rurales y urbanos, e incluso dentro del propio radio urbano donde la conectividad disminuye en zonas tradicionalmente marginadas”.


“Luego está la democracia. ¿Corre peligro? Es más, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de “democracia”? ¿Ha existido alguna vez en el sentido de igualdad de derechos para toda la ciudadanía? ¿Hablamos en serio cuando decimos “toda”? ¿Todos los géneros, todas las religiones, todos los orígenes étnicos? ¿De verdad merece la pena preservar o promover ese sistema que llamamos “democracia”? ¿Qué entendemos por “libertad”? ¿Hasta qué punto es posible expresarse libremente? ¿Quién puede hacerlo y a propósito de qué?” 

Margaret Atwood, Cuestiones Candentes (2023)

Si hacemos el ejercicio de pedir a alguna aplicación de Inteligencia Artificial (IA) Generativa que escriba una columna de opinión, los resultados en el sentido amplio pueden ser relativamente buenos. Si pedimos una columna sobre un tema específico o la relación entre varios eventos que necesitan análisis, nos encontraremos frente a textos vacíos, repetitivos e imprecisos (todavía). El fuego de las tecnologías generativas está listo para recibir al periodismo cayendo de la sartén de las redes sociales. 

El informe “Más amplitud, más voces, más democracia” se hace cargo de la discusión. Explora el ecosistema de medios y su vínculo con las tecnologías desde una perspectiva crítica. A través del trabajo realizado, se informa al Ministerio Secretaría General de Gobierno sobre el estado del ecosistema mediático, atendiendo a las problemáticas que han transformado la entrega informativa y, según se recoge de las conversaciones, menguan la calidad de nuestra democracia. 

La mayoría de las personas, instituciones y organizaciones participantes asociaron la relación entre medios de comunicación y redes sociales a riesgos en la calidad de la conversación pública con efectos sobre la toma de decisiones democráticas. 

¿Qué pasa entonces cuando incorporamos sistemas de Inteligencia Artificial Generativa a la mezcla? En principio, y como se ha comunicado desde centros de estudio internacionales, nos damos cuenta de que la preocupación pública sobre el tema es tardía y desestructurada. Hay interés por la desinformación, pero la misma autora citada al inicio de esta columna advierte que la conversación es antigua y compleja.

En la discusión relatada en el informe “Más amplitud, más voces, más democracia”, se problematiza la idea de las redes sociales como medios en sí mismos, se critica la idea de falta de pluralismo, pues la tecnología aparece en los discursos como un potenciador de voces que antes no tenían espacios públicos. Sin embargo, se puso énfasis en la necesidad de crear estrategias y herramientas que permitan controlar la difusión de discursos de odio, abriendo nuevamente la discusión sobre los límites de la libertad de expresión. Con esto quisiera volver a Atwood, quien plantea que, dependiendo de la vereda en la que nos encontremos, un grupo de manifestantes puede llamarse “movimiento” o “turba”. El problema es que hoy, en Chile, hablar en los medios de movimientos aparece como ideologizado, pero decir turba, no.

Me interesa responder a una de las preguntas de Atwood, citada al inicio, trayéndola a nuestro contexto: sí, pienso que vale la pena cuidar el sistema democrático, pese a las dificultades, desigualdades y exclusiones que ella plantea y que son evidentes, porque son dificultades mejorables con voluntad política y capacidad de ejecución con mirada estratégica. El trabajo de la mesa “Más amplitud, más voces, más democracia” tuvo como eje justamente el cuidado y perfeccionamiento de un sistema en el que los medios son parte fundamental, dado que nutren la toma de decisiones de la ciudadanía y nos permiten los espacios de participación necesarios para hacer un país más justo para más gente; sobre todo para quienes suelen quedar fuera de las conversaciones y son las primeras y los primeros en ser afectados por cualquier cambio.  

El informe de recomendaciones de la mesa antes citada se entregó el día 20 de enero del presente año, en un acto donde se distribuyeron ejemplares del texto que también está en línea, disponible para descarga gratuita, con el afán de continuar conversando y discutiendo a partir de la pregunta guía: ¿cómo hacer para tener mejores medios de comunicación e información? Sobre todo, el trabajo quedó a disposición del ministerio para su estudio, observación de recomendaciones e integración de las mismas al programa de gobierno, donde se considerara pertinente previa evaluación.

Esas recomendaciones proponen “equidad en la implementación de los avances tecnológicos (…) que permitan la implementación de servicios de conexión adecuada en espacios públicos de acuerdo a las características regionales”, pues mientras un sector se puede permitir pensar en los alcances de la inteligencia artificial, hay quienes siguen dependiendo de las compañías telefónicas para contar con algunas redes sociales gratuitas dentro de su plan de datos. ¿Qué calidad de información y participación pública es posible en esas condiciones? 

Ante esto, se propone que “los avances en materia de infraestructura tecnológica estén centrados en el bienestar humano y no estén solo regidos por el mercado, es decir, que no estén supeditados a la cantidad de clientes potenciales que amplíen la brecha entre los espacios rurales y urbanos, e incluso dentro del propio radio urbano donde la conectividad disminuye en zonas tradicionalmente marginadas”. Esta es la fundación sobre la que se construye un mejor intercambio informativo en la era digital, donde ojalá las empresas de medios y la ciudadanía que participa de entornos digitales puedan hacer un uso crítico de las herramientas que en manos de pocos tienen la misma capacidad de daño que el monopolio informativo: menos voces extremadamente potentes, burbujas de filtro, cámaras de eco y hoy, además, desinformación automatizada.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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