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Chile: el fin de una etapa Opinión

Chile: el fin de una etapa

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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Entre los datos por desmenuzar está el de dónde surge el 20% de votos nulos, si son votantes de Boric de la segunda vuelta desilusionados, o en su mayoría provienen del voto obligatorio, su composición social y etaria, en fin. Tarea para los expertos electorales. Lo cierto es que se trata de una cifra considerable que claramente no se sintió convocada por ninguna de las alternativas propuestas. Ojo, ¿seguirán votando nulo en las próximas elecciones o se inclinarán por alguna preferencia?


Las recientes elecciones de consejeros constitucionales marcan el fin de una etapa y, por ende, el inicio de otra.  Entre las principales lecturas del día de ayer podemos decir que estas elecciones valen para medir la fuerza política con la que queda el Gobierno, también define la hegemonía al interior de la oposición de derecha. Por cierto, hay más lecturas, que se refieren principalmente a la relación entre Estado y Sociedad. Veamos.

Partamos por este último elemento. Si el 18/10 del 2019 emergió con fuerza la demanda por la igualdad al interior de la sociedad, ella fue acompañada de un dato que pareciera persistir: la protesta en gran medida se desarrolló sin la presencia de los partidos políticos. Muchos análisis explican cómo de ese momento, la opinión mayoritaria de los chilenos migró hacia la demanda de orden y de recuperación económica que hoy pareciera predominar.
Tomemos ese dato aislado, que reflejaría un desacople entre la representación política partidaria y los diversos sectores que componen nuestra sociedad. ¿Cuánto de ello se expresa en el crecimiento de los votos nulos de esta oportunidad? En esta oportunidad votó alrededor del 80% del padrón electoral. Entre ellos, dos millones votó nulo y cerca de medio millón lo hizo en blanco.

Para el Gobierno, el resultado es fatal. Corrobora algo que ya estaba enunciado desde los primeros meses: estamos en presencia de un presidencialismo de minorías. Como señalamos semanas atrás, el oficialismo es minoría en el Congreso, en la opinión pública e, incluso, en la calle. No es todo, a su interior coexisten visiones muy diferentes respecto al quehacer presente y futuro.  No son pocos los que a su interior explicarán el retroceso culpando a sus aliados.

En la oposición lo más llamativo ocurre dentro de la derecha. Después de más de 33 años, la alianza entre la UDI y Renovación Nacional ha perdido la conducción de ese sector. Han sido categóricamente reemplazados por la emergencia del Partido Republicano. Un proceso que ya se había iniciado en las pasadas elecciones presidenciales al ganar José Antonio Kast en la primera vuelta.

Con un Gobierno incapacitado de llevar adelante su programa de transformaciones, con el peligro de consumirse en una inercia administrativa en los años que le restan de mandato, con una derecha dura a la ofensiva, un oficialismo desorientado y una sociedad demandando seguridad pública y económica, ¿qué escenarios pueden abrirse en la nueva etapa?

¿Masada o Cohabitación?

Pese a que aún faltan muchos datos que deberán ser desmenuzados, ya tenemos algunas tendencias firmes. Entre los datos por desmenuzar está el de dónde surge el 20% de votos nulos, si son votantes de Boric de la segunda vuelta desilusionados, o en su mayoría provienen del voto obligatorio, su composición social y etaria, en fin. Tarea para los expertos electorales. Lo cierto es que se trata de una cifra considerable que claramente no se sintió convocada por ninguna de las alternativas propuestas. Ojo, ¿seguirán votando nulo en las próximas elecciones o se inclinarán por alguna preferencia?

Estas elecciones de consejeros constitucionales no modifican la correlación de fuerzas en el Congreso, tampoco eligen autoridades regionales y menos nacionales. Pero será el escenario de fuerzas en el cual se despliegue el nuevo esfuerzo constitucional, que, ya sabemos, ocupa una baja prioridad en la población nacional.

Además, es indudable que estas elecciones crean una sensación térmica que define el marco de fuerza desde hoy hasta las próximas elecciones presidenciales. Por tanto, este resultado incidirá en la gestión de gobierno y, en especial, en su relación con el Congreso, ante lo cual se pueden vislumbrar dos escenarios.

Masada

En la historia del pueblo judío ocupa un lugar importante la gesta de Masada, que ocurrió cuando el Imperio romano dio un golpe decisivo y se apoderó en plenitud de Judea. La resistencia judía final se dio en la fortaleza de Masada, donde sus ocupantes resistieron hasta el sacrificio. No se rindieron, su gesta fue para la Historia.

El oficialismo chileno, especialmente el pacto FA-PC, puede asumir una conducta similar. No negociar, no advertir la enorme desproporción de fuerzas, no replegarse, no maniobrar, solo resistir estáticamente, ni siquiera pensar en la defensa móvil. ¿Hasta dónde? Hasta el final, fieles a los principios, al programa. En esa visión predomina el convencimiento de que no hay otra alternativa posible, también predomina la ausencia de autocrítica, y una interpretación de que la política no es un proceso sino un acto único. Si hay retrocesos, se debería a que la población está domesticada por los medios, a que la Concertación legitimó el neoliberalismo, a que si se perdió fue porque los aliados flaquearon. En esta visión campean el vanguardismo, el sectarismo y el mesianismo.

De más está decir que, si se impone esta visión, lo más probable es que el Gobierno se enfrente a cotidianos fracasos legislativos, y ante la constatación de un Gobierno débil se aviven todas las demandas posibles, porque la autoridad estaría debilitada. El riesgo para el país es una creciente ingobernabilidad. El peligro para la izquierda y la centroizquierda en su conjunto es que un curso de este tipo lleve a un revés no solo al Frente Amplio sino a toda la izquierda, y por mucho tiempo.

¿Cohabitación?

El concepto de cohabitación surge en Francia, que tiene un régimen semipresidencial, cuando el presidente, que queda en minoría en el Congreso, concuerda con este en la designación de un primer ministro con apoyo parlamentario.

Lo anterior es imposible en Chile, no tenemos un régimen semipresidencial ni menos un primer ministro. En estas breves notas, usamos el término de cohabitación para indicar un acuerdo básico (o mínimo) que le permita al Presidente construir una mayoría parlamentaria en torno a una plataforma de gobernabilidad. En el entendido de que su ausencia es dañina para todos.

¿Qué obstáculos deben superarse?

Son varios los nudos que se requiere desatar para concretar una maniobra de esta naturaleza. En primer lugar, debe instalarse su convicción en La Moneda; segundo, debe construir acuerdos con al menos algunos sectores de la oposición político-parlamentaria; y tercero, obvio, identificar los aspectos básicos, especialmente legislativos, de este eventual acuerdo.

¿Es posible todo esto?

Si fuésemos nórdicos diríamos que sí. Pero no lo somos. Resta por ver cómo va a administrar su victoria el Partido Republicano, si proseguirá con su ofensiva arrinconando día a día al Gobierno, o iniciará su alistamiento para las próximas presidenciales, preparándose para gobernar. También está por verse qué hará la derecha tradicional, UDI-RN, si prestará oídos a una cohabitación o será atraída por la fuerza de gravedad republicana.

Colofón

Si algo queda en evidencia, es la extraordinaria fluidez de la sociedad chilena: en menos de cuatro años transitó de la indignación contra el modelo y sus consecuencias sociales, a la demanda de orden y estabilidad. Quedan poco más de dos años de la administración Boric y eso en política es largo plazo.

A su vez, a fines de año los chilenos volveremos a las urnas para pronunciarnos respecto al proyecto que emerja de las deliberaciones del Consejo Constitucional ayer elegido. Este será un capítulo más de la ya larga discusión constitucional. Obviamente, también a partir de la noche del 7/5 la carrera presidencial para el 2025 tomará otro impulso, también las carreras presidenciales y municipales. No es descartable la emergencia de oficialistas díscolos y el predominio de agendas personales.

Todo lo anterior esta referido a un análisis político, pero los chilenos que militan en un partido son una ínfima minoría. Un análisis más amplio respecto al curso probable de los acontecimientos debe incluir las expectativas y comportamiento de los principales actores sociales, nombremos entre ellos en primer lugar al empresariado, a los sindicatos, a los movimientos regionales, entre otros.

Lo que es cierto es que, con el resultado del 7/5, se cerró una etapa y empieza una nueva, ya en la era de la postransición, a más de tres décadas del fin de la Guerra Fría y en medio de una sustancial revolución científico-técnica que está modificando nuestra vida cotidiana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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