Opinión
Con todo, al parecer el oficialismo adolece de una cuestión importante, y es que sus sectores internos jueguen para el colectivo, dejando de lado poner sus banderas de forma insistente.
El Gobierno se vio expuesto a una nueva crisis con los resultados del día domingo 07 de mayo. Ya no sólo tenía un cómputo que no lo instalaba como una fuerza necesaria para lograr tramitar normas constitucionales, sino que adicionalmente se suma a la derrota ocurrida en septiembre con el Plebiscito. Sin embargo, y contra todo pronóstico las semanas posteriores el Ejecutivo ha obtenido buenos resultados en el Congreso, logró tramitar el royalty minero y está ad portas de hacer lo propio con el salario mínimo.
Esto deja al menos una importante lección, y es que estos resultados positivos están relacionados con la apertura al diálogo y la disposición a negociar no sólo con la oposición sino también con el sector privado. Una cuestión que, al menos la coalición de origen del presidente Boric, ha generado un estado de permanente reticencia, y que deberán tomar nota esta vez para los próximos desafíos, como es la reforma de pensiones y los diálogos tributarios.
En este escenario, también es importante mencionar que los dichos de la presidenta del PPD Natalia Piergentili fueron poco felices cuando el foco no estaba puesto ya en el análisis electoral, más allá de uno que otro comentario contra la decisión de su propio partido de concurrir en dos listas a la elección. En política las formas, los ritos, y sobre todo que tu narrativa coincida con tus actos importan bastante, todo ausente en los dichos polémicos.
Con todo, al parecer el oficialismo adolece de una cuestión importante, y es que sus sectores internos jueguen para el colectivo, dejando de lado poner sus banderas de forma insistente. En unos días será la Cuenta Pública, donde espera dar el inicio a un nuevo tiempo, el mínimo esperable es el orden interno.
