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Apología a la violación: discursos de odio e instigación a la violencia sexual y no pasa nada Opinión

Apología a la violación: discursos de odio e instigación a la violencia sexual y no pasa nada

Andrea Aracena Opazo
Por : Andrea Aracena Opazo Directora Ars Global
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Resulta muy triste para la vida de las sobrevivientes escuchar a las autoridades de su país, a quienes velan por los destinos de esta nación en materias tan relevantes como la Constitución o la Educación pública, elegir libremente el uso de expresiones que las revictimizan e incitan a la violencia sexual.


La violencia sexual hacia las niñas, adolescentes y mujeres es una de las experiencias más traumáticas y de más largo alcance como impacto negativo en el ciclo vital de las víctimas. Sin embargo, hace unos días, el diputado Gaspar Rivas (PDG), presidente de la Comisión de Educación de la Cámara, en una intervención oficial eligió usar una suerte de metáfora basada en la figura de la “violación de una señorita”.

Sufrir una violación te rompe en tantos pedazos que muchas veces las sobrevivientes no logramos superar el trauma por el resto de nuestras vidas; y si bien se aprende en algún momento a aceptar la situación, la culpa, el miedo, la autodesvalorización, la inseguridad y la rabia son emociones que afloran en algún momento y llegan a veces hasta la descompensación, porque la revictimización se siente en el cuerpo, justamente el espacio transgredido. Y esto nos ocurre a algunas cuando nos topamos con algo, una situación, un roce, una palabra, una expresión que nos lleva nuevamente a ese espacio oscuro de nuestra vida que se resiste brutalmente a soltarnos.

En Chile los delitos de violencia sexual han aumentado en los últimos 3 años. Según cifras del Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD) de la Subsecretaría de Prevención del Delito, los delitos de mayor connotación social, conocidos como DMCS, entre los que se encuentran las violaciones y delitos sexuales, en 2022 alcanzaron sus máximos históricos. Las cifras del Ministerio de Salud muestran que en los últimos cuatro años se han practicado 80 abortos a niñas menores de 14 años víctimas de violaciones sexuales, actos que, además del trauma del embarazo precoz, del aborto, sin duda generan terribles impactos en la integridad física, social, sexual y existencial de las víctimas.

Contextualizo con lo anterior como una manera de mostrar la gravedad que representa y los impactos que genera en las niñas, adolescentes y mujeres sobrevivientes de Abuso Sexual Infantil (ASI) y Abuso sexual (AS), que en nuestro país personas y, más aún, personeros en cargos públicos, se arroguen el derecho a ocupar frases que revictimizan y hacen una apología a la violación y a la violencia sexual hacia las niñas y las mujeres.

Resulta terrible que esto suceda una y otra vez y las reacciones de la opinión pública no pasen más allá de reproches tibios que duran un par de días para que luego todo siga igual, aquí no ha pasado nada. Que diputados de la nación, personeros del Poder Legislativo de Chile, se expresen de esta forma, como lo vimos en 2021 con el diputado Johannes Kaiser y esta semana con el diputado Gaspar Rivas y no tengan sanciones políticas; que nuestra legislación no penalice y defina sanciones y multas concretas para estos actos de incitación a la violencia sexual y la apología a la violación, resulta gravísimo. De hecho, resulta terrible tener que hacer esta columna y contextualizar lo que debería ser lógico para un ser humano. Y resulta, a lo menos, paradójico escuchárselo a quienes pregonan el derecho a la vida y utilizan frases grandilocuentes como “los niños están primero”.  

Pero pareciera ser que no es para tanto, que no importa, total son palabras, son dichos copiados de otros tiempos. Pareciera tampoco ser urgente abordar y penalizar estos actos, tal como indica el proyecto de ley para “Modificar el Código Penal para tipificar la apología de la violación y la incitación a la violencia sexual”, ingresado a la Cámara de Diputados en diciembre de 2021 y que ha sido calificado como “sin urgencia legislativa”. 

Resulta muy triste para la vida de las sobrevivientes escuchar a las autoridades de su país, a quienes velan por los destinos de esta nación en materias tan relevantes como la Constitución o la Educación pública, elegir libremente el uso de expresiones que las revictimizan e incitan a la violencia sexual. Pero también resulta indignante que como sociedad aceptemos impunemente estas expresiones que desde el lenguaje normalizan la violencia, y que desde la inacción y la indolencia seamos sus cómplices pasivos. Para el Parlamento pareciera ser más grave ser homosexual. Pareciera ser más urgente cerrar filas para la acusación constitucional de turno. Total, pareciera ser que en Chile y en el Congreso aplica el derecho espurio a decir horrores, total no pasa nada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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