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Fair is foul en Santiago Opinión

Fair is foul en Santiago

Ignacio de Ferari Vial
Por : Ignacio de Ferari Vial Abogado, U. de Chile
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En Santiago lo que juzgamos justo es injusto, y lo injusto es justo. La ética contenida en una oscura frase, fair is foul, and foul is fair, se descubre en la sabiduría de dos mujeres nacidas en el sur profundo de Chile.


Por circunstancias un tanto tediosas de explicar, me reuní con dos hermanas por un asunto legal. Llevan más de 20 años viviendo en la ciudad de Santiago, queriendo volver apenas puedan a las tierras del sur que las vieron nacer. Contándome las razones de este venir y querer volverse, bien dolorosas e injustas, una me dice a modo de conclusión: “en Santiago, lo que es bueno es malo y lo que es malo es bueno”, asintiendo la otra. Macbeth, pensé al instante.

No, no está de más advertirlo, las hermanas no eran feas como las demenciales brujas ni su aspecto torvo y horrible; tampoco había maldad en ellas, a diferencia de los espectrales seres que inician el drama sobre el usurpador del trono escocés anunciando en la primera escena “Fair is foul, and foul is fair”. La distorsión de la realidad que nos hace tomar decisiones equivocadas, y nos lleva por caminos que nos dañan y dañan a otros, de manera irreversible incluso, por los que transitó a “fool” Macbeth. Las hechiceras disfrutaban de la corrupción o perversión de lo justo, anidados en una frase tan sencilla. Las santiaguinas, en cambio, decían la suya comprendiendo los efectos de un engaño urdido a medias verdades, capaces de teñir la realidad con mayúsculas, esa que no está a su alcance controlar [tampoco al nuestro], pero que padecen sus consecuencias.

La frase fue dicha casi al final de nuestra reunión. Obró como un conjuro que disipó la impotencia que desparramó en ellas la maldad ajena; aunque quizás remota, igualmente violenta. No había pena en sus voces, más bien una resignada decepción. Sin embargo, al mismo tiempo haberla pronunciado las liberaba de una carga; tomaban conciencia que es el medio el equivocado y no sus vidas; que esa variable, aunque obtusa, es una más que es necesario que administren para lograr lo que persiguen. Les dio sentido, realismo. Aceptar que las expectativas se desvanecieron durante los años, pero descubrir también que tienen un propósito que alcanzar, una finalidad en la que enfocarse teniendo claro los pasos a seguir y, más fundamental aun, constatar que la voluntad sí está, y está fuerte. La esperanza también es una dimensión de la realidad.

Ojalá les vaya bien. En Santiago lo que juzgamos justo es injusto, y lo injusto es justo. La ética contenida en una oscura frase, fair is foul, and foul is fair, se descubre en la sabiduría de dos mujeres nacidas en el sur profundo de Chile.

No, no era retórica ni tampoco era un sinsentido la escueta reflexión sobre el bien y el mal, lo justo e injusto, lo bello y lo feo, que Shakespeare pone en boca de las nigrománticas. El dramaturgo inglés, hábilmente, ubica el mensaje en las brujas, colocando en la voz de lo maligno -no en lo noble, o lo justo- una enseñanza, si bien sombría, profundamente reveladora, porque, bueno, así son las paradojas, “lo bueno es malo y lo malo es bueno”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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