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Inteligencia Artificial: ¿cómo detectar cuando el contenido lo genera una máquina? Opinión

Inteligencia Artificial: ¿cómo detectar cuando el contenido lo genera una máquina?

César Astudillo Hernández
Por : César Astudillo Hernández Doctor en Ciencia Computacional Académico de la Universidad de Talca Presidente de la Asociación Chilena de Reconocimiento de Patrones (ACHIRP)
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La colaboración efectiva entre la IA y las habilidades humanas es la clave para obtener los mejores resultados.


Este último año ha saltado a la palestra el concepto de la inteligencia artificial generativa. Tareas que eran típicamente realizadas por personas, hoy han sido delegadas a la IA, que puede fácilmente escribir un e-mail solicitando una reunión con los proveedores, generar una portada para el póster de un webinar o escribir una canción original para un video promocional de la empresa.

En esta vorágine de nuevas tecnologías, en ocasiones resulta útil diferenciar cuándo un contenido ha sido creado por un ser humano o una inteligencia artificial, tarea que no resulta fácil a simple vista, sin embargo, existen algunos elementos claves que pueden considerarse para realizar esta distinción.

En primer lugar, debemos poner atención a la consistencia. Frecuentemente, los contenidos generados por la computadora son altamente sólidos en términos de estilo y calidad, a tal punto de parecer perfectos. El ser humano tiende a matizar en este aspecto, como cuando un profesor explica una materia determinada, pero de repente se acuerda de una historia alternativa, complementando el tema tratado.

Otro elemento es la impersonalidad. La IA tiende a crear contenido insípido. Los humanos somos únicos e irrepetibles y en casi todo lo que elaboramos agregamos nuestro toque personal.

Otro aspecto es la complejidad del elemento creado. El texto generado por IA utiliza estructuras complejas y palabras rebuscadas. Aunque este elemento está presente en algunos trabajos que escriben personas cultas que han estudiado por muchos años, no es tan frecuente en quienes cometen muchas faltas de ortografía y no leen con frecuencia. Si alguien que no escribe textos elaborados envía un correo electrónico perfectamente construido con estructuras complejas y palabras que no se usan típicamente, podría ser un indicio de que utilizó algún mecanismo basado en inteligencia artificial.

El tiempo de respuesta es un factor importante a considerar. Si al chatear con alguien, de pronto aparece un texto creado de manera casi instantánea y extremadamente elaborado, se podría estar en presencia de un contenido generado automáticamente por inteligencia artificial. En general, los humanos tenemos tiempos de respuestas más lentos, porque necesitamos procesar las ideas e hilvanar respuestas coherentes.

Adicionalmente, los textos extensos pueden resultar un desafío para la IA, ya que encuentra dificultades para mantener la coherencia y evitar la redundancia. Algunas aplicaciones que generan contenidos permiten ajustar la extensión, pero cuando el texto es demasiado prolongado la máquina tiende a colocar párrafos redundantes. Si bien el ser humano también podría caer en esto, el contenido generado por la IA tiende a ser especialmente sintético y repetitivo.

La carencia de emociones es otro aspecto que delata al contenido generado de manera artificial. Los humanos tendemos a incorporar en nuestras creaciones el estado de ánimo y experiencias previas. La IA se basa en acumulaciones de datos para generar contenidos nuevos.

Existen también otros elementos sutiles que dependen del tipo de contenido que se está generando. Por ejemplo, los compositores musicales típicamente tienen en consideración la condición humana para dominar ciertos instrumentos. La mano solo puede alcanzar cierta distancia en las teclas de un piano, o ciertas combinaciones de saltos de notas son más complejos en un saxofón. La inteligencia artificial podría no estar informada de estas restricciones, y en consecuencia las piezas creadas sin participación de humanos podrían ser extremadamente difíciles o casi imposibles de interpretar.

Aunque la IA nos brinda un respaldo invaluable para agilizar tareas repetitivas, la habilidad de escribir y redactar adecuadamente sigue siendo insustituible. Entender las reglas ortográficas, ser capaces de redactar una carta dirigida a una autoridad, entre otras habilidades, son fundamentales.

El aprovechamiento óptimo de estas nuevas tecnologías en generación de contenido se logra cuando realizamos nuestro trabajo de manera competente desde el principio. Si permitimos que la IA genere automáticamente contenido sobre temas que no dominamos, careceremos de la capacidad de verificar la precisión y pertinencia de los resultados.

La colaboración efectiva entre la IA y las habilidades humanas es la clave para obtener los mejores resultados.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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