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El Chile de la post-Convención: contraagenda y medios contrahegemónicos Opinión

El Chile de la post-Convención: contraagenda y medios contrahegemónicos

Carlos del Valle R. y Mauro Salazar
Por : Carlos del Valle R. y Mauro Salazar Académicos del Doctorado en Comunicación U. de La Frontera
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En una rápida sinopsis, debemos consignar las relaciones entre la agenda política de los movimientos sociales y la agenda de los medios hegemónicos.


Después de la crisis de la Convención Constitucional y los posteriores hitos constitucionales, el pluralismo medial, como asimismo la presencia de la heterogeneidad de voces y contenidos en la estructura de medios, ya sean mapuches, feministas  y ciudadanos, podrían ficcionar una extensión del pluralismo medial. Sin embargo, sabemos que la sola diversidad de contenidos requiere considerar la presencia efectiva de medios y voces, además de su capacidad para realizar transformaciones sociopolíticas y avanzar hacia el pluralismo informacional y la ampliación de derechos. No se trata de analizar los contenidos de los medios mapuches, ello ha sido realizado, sino de identificar las lógicas y dinámicas de producción que permiten entenderla.

De hecho, los estudios previos señalan que son tres los principales temas que aparecen en los medios mapuche, a saber, a) el territorio como despojo, b) el territorio como soberanía, y c) el territorio como dimensión simbólica de la cultura. Del mismo modo, otro estudio, plantea que los contenidos expresados en los medios mapuches (azkintuwe.org, mapuexpress.net y werken.cl) se caracterizan por relevar: a) una actitud de resistencia, b) combatir los mecanismos de dominación, c) deconstruir la idea de “conflicto mapuche”, d) construcción de una “comunidad reivindicativa”, y e) apoyar y reforzar los discursos reivindicativos. De esta manera, el propósito es entender ¿por qué ciertos temas forman parte de la agenda de los medios? y ¿qué agenda política es la que se considera? Esto último es particularmente sensible, puesto que se trata de medios contrahegemónicos y de audiencias muy acotadas.

En una rápida sinopsis, debemos consignar las relaciones entre la agenda política de los movimientos sociales y la agenda de los medios hegemónicos. A la luz de los antagonismos de ambas agendas, con el tiempo se han impuesto los contenidos del “activismo”. Tal imposición responde a fines comerciales y opera con altos niveles de concentración, donde predominan discursos, fuentes y algunos intereses (económicos, políticos e ideológicos) que suelen tributar a un modelo privado de medios, cuya disputa se juega en el mercado de la publicidad. Aquí nos interesa no solo analizar cómo los movimientos sociales pueden acceder a las agendas de los medios tradicionales hegemónicos, cuando estos últimos –de algún modo– se ajustan a las nuevas realidades sociales, porque básicamente lo que aquí ocurre es que se produce una coincidencia entre los intereses y valores de los movimientos sociales y los intereses y valores políticos y mediáticos de las élites. 

Resulta relevante la idea de una agenda de los grupos de interés, promovida por diversos agentes que identifican, definen y plantean problemas sociales. De esta manera, es significativo analizar la agenda de los medios en tanto temas que compiten por la atención y el espacio, de modo tal que es posible identificar, además, cómo unos temas/problemas surgen a expensas de otros que quedan en el camino. La baja cobertura noticiosa de temas asociados al medioambiente puede explicarse en la escasa relación de los medios con los representantes de los intereses del medioambiente, y considerando que los periodistas utilizan sus propios recursos y hacen los esfuerzos pertinentes a la hora de cubrir los temas, en la práctica ello se refleja en esta presencia noticiosa escasa de notas asociadas al medioambiente desde la voz de los convencionales.  

El establecimiento de temas en las agendas, en específico, para el caso de los feminismos y disidencias sexogenéricas, la priorización del concepto “reconocimiento del derecho al cuidado”, durante, y a posteriori del proceso constituyente, hace que surja y cobre relevancia en la cobertura noticiosa, donde también, a diferencia del grupo anterior, las comunicaciones y trabajo conjunto de los medios/informantes permite la visualización del tema en las agendas, y como fuente de debate en la opinión pública.

En suma, el relato mediático tiene como objetivo la creación de una historia en la que distintos acontecimientos cotidianos puedan explicarse en una historia cohesiva –homogénea– y que, por lo tanto, exista una tendencia hacia la naturalización de una hegemonía. Las agendas que forman parte de la contraagenda tienen diversas estrategias para enfrentar la comunicación dominante. En suma, la contraagenda es distinta del plan hegemónico y no es una agenda en el sentido estricto de la palabra. No es singular ni está organizada verticalmente y debe entenderse en red, una relación entre diversos medios. Además, aludimos a un modelo que explica el papel de los medios emergentes. Por fin, se construye en sistemas culturales y sociopolíticos específicos, en relación con el ecosistema mediático. Todo ello implica un proceso de emergencia que funciona mediante actores, medios y contenidos emergentes. Finalmente, en tanto práctica prefigurativa, lo anterior se crea a través de un trabajo lingüístico colectivo y comunitario que se moviliza en una dimensión transformadora. 

Sin perjuicio de sus desgastes, la televisión es un medio basado en la imagen, la creación de espectáculos llama la atención sobre las demandas mapuches. Esto permite a los actores mapuche visibilizar su causa en los medios establecidos que ya tienen un gran alcance. Si bien esta estrategia previa ciertamente llama la atención, la creación de medios propios permite a las personas popularizar sus narrativas y enmarcar la información de una manera que refleje sus experiencias particulares. Especialmente con el auge de las redes sociales, la gente puede crear sus propios medios con recursos mínimos, para incorporar nuevos actores a la narrativa, difundir y validar información, popularizar la capacidad de diferentes modos de pensar, facilitar las relaciones y la unidad, brindar acceso a diversos puntos de vista y transmitir esperanza. 

Como veremos en la investigación adjunta, la creación de la contraagenda demuestra una comprensión sofisticada de la agenda mediática y utiliza una diversidad de tácticas para la intervención en la agenda hegemónica, la creación de proyectos periodísticos autónomos y la producción cinematográfica. Finalmente, el papel del Estado a la hora de facilitar un ecosistema mediático saludable: implica garantizar la pluralidad en la propiedad de los medios y asegurar el pluralismo en el tratamiento del contenido de los medios. La pluralidad tanto en la propiedad como en el trato dará paso en última instancia a un ecosistema mediático más saludable, donde la ciudadanía tenga el poder de intervenir en la reproducción de los prejuicios represivos y hablar por sí misma.

Revisa el estudio AQUÍ.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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