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La revolución digital puso en jaque la educación de los últimos cien años Opinión

La revolución digital puso en jaque la educación de los últimos cien años

Ana María Raad
Por : Ana María Raad Fundadora Fundación REimagina y AprendoEnCasa.org
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Al levantarnos por las mañanas lo primero que probablemente hacemos es apagar el despertador en alguna aplicación del celular, ver WhatsApp o redes sociales. También, al momento de prender la TV, nuestra plataforma favorita de películas nos dirá qué ver de acuerdo con los “gustos” y preferencias que los algoritmos han estimado con precisión. Detrás de todo esto que experimentamos a diario —y que se nos ha hecho más familiar durante la pandemia— hay un esfuerzo enorme de programación, de integrar sistemas y datos que muchas veces son invisibles pero que son propios de las denominadas ciencias de la computación y los lenguajes digitales.

La revolución digital está transformando todas nuestras relaciones, pero en educación quizás sea la mayor tensión de los últimos cien años. Estamos enfrentado una sociedad en la cual el modelo industrial de educación quedó obsoleto —una educación estandarizada, con normas estrictas, en donde todos aprenden lo mismo y de la misma manera, basados en la memorización y la solución de problemas que ya conocemos— y lo que se requiere claramente es un modelo educativo mucho más flexible, diverso, adaptativo que potencia habilidades que sólo los seres humanos podemos desarrollar. Y es que, en un escenario de alta digitalización y conexión tecnológica, lo que más se requiere es volver a las habilidades que tienen que ver con aquello que las maquinas no pueden resolver, como, por ejemplo, pensar críticamente, solucionar problemas complejos, comunicarnos empáticamente o establecer relaciones en donde el conocimiento se va construyendo sobre la base de la confianza, de las redes, de la colaboración. Es ahí en donde radica el mayor cambio de foco educativo.

En Chile, los profesores también han identificado esta necesidad con gran claridad y precisión. En el estudio sobre “Situación docente en contexto de pandemia” liderado por Elige Educar, junto a la Universidad Católica, Universidad de Chile y Fundación Reimagina, los profesores y educadores indicaron que las habilidades a desarrollar con urgencia en los estudiantes son justamente el pensamiento crítico, la colaboración, la creatividad y la autonomía. Para los docentes, igual de necesario ha sido el desarrollo de habilidades digitales tanto en ellos, como en sus estudiantes. Esto no significa que todos tienen que ser programadores, o volverse ingenieros o ingenieras informáticos, pero sí que puedan comprender los sistemas digitales que están detrás y poder desenvolverse ampliamente en un mundo digital, para finalmente asegurar la inclusión de todos y todas en la sociedad del siglo 21. En ese sentido, el recientemente lanzado programa IDEO Digital impulsado por la Fundación Kodea y Fundación BHP pone el foco justamente en el desarrollo de estos lenguajes a nivel escolar para abordarlos de forma temprana. Un desafío importante es el dejar de separar o abordar como opuesto, el desarrollo de habilidades cognitivas, de las denominadas habilidades sociales y las digitales. Estas deben ir integradas, enfrentando la complejidad de los desafíos que requieren de todos estos aspectos.

Paradójicamente, con el cierre de las escuelas y colegios y la forzosa migración hacia espacios híbridos (con altos niveles de exclusión y brechas de acceso) se abrió también una compuerta hacia nuevas formas de enseñanza con tecnología que son las que se requieren en el siglo 21.  Al respecto, en el estudio antes mencionado, 9 de cada 10 docentes dice haber innovado en su forma de hacer las clases. Un 79% declara haber realizado clases sincrónicas por primera vez y un 55% creó cápsulas audiovisuales. Sin embargo, sólo un 38% recibió capacitaciones en plataformas y herramientas digitales. No cabe duda de que este escenario de cambio y de acelerada digitalización nos obliga a observar con atención y comprender como país, los distintos aspectos de esta transformación, en donde se vuelve prioritario el fortaleciendo, acompañamiento y el desarrollo profesional para que los docentes innoven y no sólo para que regresen a las salas de clases a recuperar aprendizajes. Estamos viviendo un verdadero “jaque” a la educación como la conocíamos y el error sería volver como si nada ha pasado y no aprender en profundidad de los aciertos y errores para así acelerar las transformaciones que requerimos, tanto en espacios híbridos como presenciales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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